El programa salió al aire a finales de octubre, en plena campaña por la gubernatura, en violación del artículo 41 constitucional y de la reglamentación vigente en materia de contratación de espacios en medios masivos electrónicos. En su momento, las denuncias de quienes se sintieron afectados por el proceder de Luisa María Calderón y su equipo de campaña fueron desoídas, tanto por las autoridades michoacanas como por el Instituto Federal Electoral entonces, por cierto, todavía incompleto en su Consejo. El episodio en cuestión de Historias engarzadas resultó una burda pero zalamera pieza de propaganda en forma de entrevista donde Luisa María Calderón apareció lucida, resaltada como mujer brava y rebelde… pero finalmente hermana –y correligionaria– del presidente, aunque se trate de uno tan inepto como su menor hermano Felipe de Jesús, y en ello, hipocresías y discursos de independencia aparte, cobijada con todo el poder del Estado y sus cortes de lambiscones y palafreneros. Y cualquiera sabe que en México no hay mejor palafrenero del tlatoani que la televisión.
La vuelta de tuerca que aplicó el tepj da un sesgo distinto a la infamante discrecionalidad con que se venían manejando esta y otras irregularidades en que incurrieron Luisa María Calderón y su equipo de campaña, y demarca al menos un determinado coto a los abusos e irregularidades en que incurre Acción Nacional, ese partido de empresarios que alguna vez se creyó a sí mismo una opción democrática y que en la praxis política ha resultado, mucho más allá de la comprensible, inmensa decepción que supone hoy para muchos mexicanos, en un taimado falansterio de enemigos de la democracia, de la verdadera alternancia en el poder o de traducir en prácticas sanas de convivencia la encendida retórica vacua de sus discursos.
Finalmente Acción Nacional es un partido político de derechas, y en llevar agua a su molino, de acrecentar su poder o su presencia y multiplicar el fino tejido de las complicidades se hace su día a día, pero, ¿y TV Azteca?
La entrevista que le hizo Mónica Garza a Luisa María Calderón es una lamentable muestra de propaganda mal disfrazada; sobran los momentos de elogio y autocompasión, de sentimentalismo ramplón, y brillan en cambio por su ausencia las críticas –por ejemplo, a que Luisa María Calderón fue diputada y senadora pero plurinominal, por designación y reparto de cuotas, nunca por elección directa o al menos suplencia en curul–, ni se cuestionan sus presuntos vínculos con grupos protoclericales, y ni siquiera se le preguntó de dónde sacó la emblemática directriz del “orden y el respeto” con cuyas pintas sus estrategas propagandísticos atufaron las bardas de Michoacán de un sospechoso olorcillo a Fascio…
Queda además la sospecha de que se tratara de una entrevista pagada. Desde luego la gente de Luisa María Calderón lo niega y la televisora, tal que suele hacerlo, guarda ominoso silencio. Pero no sería de extrañar que se tratara de una entrevista pagada, de una vulgar payola política, como tampoco sería raro, viniendo de TV Azteca, que se tratara de un obsequioso acercamiento con quien se pensó que sería la primera gobernadora panista en Michoacán, aunque la estrategia, como se vio después del tropezón rotundo del panismo en ese estado a pesar de ser el terruño de los Calderón Hinojosa (bueno, en realidad Luisa María es chilanga), y de que nadie se cree que Felipe de Jesús no apoyó a su hermana mayor, iba encaminada a nada más que al fracaso.
Vìa, fuente :
http://www.jornada.unam.mx/2012/01/29/sem-moch.html
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