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La
militarización de las Islas Malvinas por parte de Inglaterra se
explican por el agotamiento de las reservas petroleras del Mar del
Norte, la presión del lobby militar inglés para no reducir el gasto de
defensa, el anillo estratégico de bases militares repartidas por el
Atlántico Sur y mantener un puente aéreo a la Antártida.
Uno:
la producción de petróleo del Mar del Norte, principal fuente de crudo
del Reino Unido, cae de modo sostenido desde hace 12 años. Inglaterra
está produciendo al límite de lo que consume y necesita buscar nuevas
fuentes de hidrocarburos, entre ellas, los potenciales yacimientos de
las Islas Malvinas.
Dos:
la ubicación de las Islas las vuelve un aeropuerto ideal para la futura
explotación de los recursos naturales de la Antártida, hoy protegidos
parcialmente por el Tratado Antártico y por los costos de perforar el
hielo.
Tres:
Malvinas cierra un anillo de bases militares y posiciones estratégicas
que los ingleses tienen distribuidas por el Océano Atlántico. Empiezan
en la latitud del cuerno de áfrica y llegan hasta la isla Diego García,
en el Océano Índico.
Cuatro:
En la puja que mantienen distintos sectores de poder en Inglaterra para
no verse afectados por los recortes del gasto público, el lobby militar
agita la tensión en Malvinas para justificar la imposibilidad de
reducir los gastos de defensa.
Éstos
son algunos de los puntos que mencionó un alto funcionario del Gobierno
nacional, que pidió un estrictísimo off the record, al analizar los
motivos por los que Inglaterra pretende conservar su enclave colonial en
el Atlántico Sur.
UNA SED INCONTROLABLE
Los
números que se darán a continuación se pueden buscar en la página web
de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). Se trata de un
relevamiento con estimaciones de la producción de petróleo en distintos
países. Los números coinciden con otras mediciones. Aquí nos centraremos
en las cifras del Reino Unido. En el año 2003, la producción de Gran
Bretaña rondaba los 2,5 millones de barriles al día; en el 2007 había
bajado a 2 millones; en el 2009 se ubicó en 1,6 y en el 2011 cayó
aproximadamente a 1,5. La demanda de crudo de inglesa es en promedio de
1,6 millones de barriles diarios, es decir que la producción está al
límite, obligando en algunos meses a Inglaterra a volverse importador
neto.
Uno de los orígenes centrales
de esta caída, que en parte explica el apetito inglés por conservar el
enclave colonial en Islas Malvinas, es el agotamiento de los yacimientos
del Mar del Norte. Este mar de 750 mil kilómetros cuadrados está
ubicado al este de Inglaterra y sus aguas también llegan a las costas de
Noruega, Francia, Alemania y Los Países Bajos.
En
1965 la plataforma Sea Gem, operada por British Petroleum (BP), realizó
la primera perforación submarina exitosa en estas aguas. La búsqueda se
había iniciado para intentar aminorar la demanda de hidrocarburos de
los países agrupados en la Opep, que se habían organizado en 1960. El
pico de producción de los yacimientos del Mar del Norte fue en 1999,
cuando en toda el área llegaron a extraerse seis millones de barriles
diarios. Desde entonces, la capacidad de los yacimientos no ha parado de
caer, en particular los de la zona que explotan los británicos.
Este
descenso fue reconocido por el Reino Unido en el año 2009. La fecha no
es un dato menor, ya que ese mismo año Inglaterra decidió comenzar la
exploración petrolera en Malvinas. El reconocimiento se produjo en una
reunión de empresarios petroleros, a mediados de junio del 2009. Bernard
Looney, jefe de explotación en el Mar del Norte de British Petroleum,
declaró durante ese encuentro: “Invertir en el futuro no es fácil en el
contexto actual. Nuestros sondeos muestran que la producción británica
cayó 38% entre el 2000 y el 2008”. Seis meses después de que Looney
hiciera estas declaraciones, la plataforma semi-submarina Ocean Guardian
inició su viaje de 69 días por el mar hacia Malvinas.
El
10 de febrero del 2010 comenzó la exploración petrolera en el
archipiélago. A fines del año pasado, la empresa británica Rockhopper
anunció que había encontrado un yacimiento estimado en 700 millones de
barriles de petróleo al norte de las Islas. Esta cifra equivale al 30%
del total de las reservas con las que cuenta hoy Argentina.
UN ANILLO EN EL ATLÁNTICO
El
lector puede tomar un mapa del mundo para visualizar el triángulo
estratégico que conforman las posiciones británicas repartidas por el
Atlántico, si se suman las islas de Ascensión, Santa Elena, Tristán
Acuña y Malvinas.
Ascensión está
ubicada en el centro del océano, a mitad de camino entre América del Sur
y África. Está en la misma latitud que Recife, si se mira el lado
americano del mapa, o en la del norte de Angola, si se mira el africano.
La isla fue descubierta por Portugal en el siglo XVI y tomada por los
ingleses durante el apogeo de su imperio en el siglo XIX. Fue utilizada
durante la guerra de Malvinas. De allí despegaban los bombarderos
Vulcán, que atacaban posiciones argentinas.
A
1.300 kilómetros hacia el sur de Ascensión aparece Santa Elena. También
fue descubierta por los portugueses y luego tomada por los ingleses.
Allí vivió Napoleón Bonaparte sus últimos seis años de vida, luego de
perder la batalla de Waterloo contra la alianza de tropas inglesas,
holandesas y alemanas. Esta semana, 191 años después de la muerte de
Napoleón, trascendió que Inglaterra planea retomar el proyecto de
construcción de un aeropuerto en Santa Elena.
El
costo de la obra será de 240 millones de euros. La idea había sido
abandonada por la crisis financiera que sacude a toda Europa, pero se
reavivó. El objetivo será construir un puente aéreo con Malvinas, como
respuesta a los logros diplomáticos argentinos y por “temor” a que el
bloqueo aéreo que hoy practica Argentina se extienda a todos los países
del Mercosur.
Si el lector sigue
bajando la vista en el mapa se encontrará con el grupo de islas llamadas
Tristán de Acuña, también bajo dominio inglés. Están a 2.173 kilómetros
de Santa Elena. Su latitud está al sur del punto más austral de
Sudáfrica. En todas estas islas, en mayor o menor medida, hay presencia
militar británica. Si se sigue la línea por el mapa, la base instalada
en Malvinas cierra este anillo de control del alta mar del Atlántico
Sur. “Es un posicionamiento geoestratégico y geomilitar que además
implica la posibilidad de explotación de los recursos naturales en el
fondo del mar y en las aguas territoriales de estas islas”, señaló un
alto funcionario del Gobierno nacional.
También
por su ubicación geográfica, Malvinas es un puente aéreo ideal para la
Antártida, más allá de que todavía las riquezas naturales del continente
blanco no se hayan comenzado a explorar por el grosor del hielo y la
protección del Tratado Antártico.
Hay
un dato de la Historia que tiene que ver con la Antártida. Muestra la
importancia de que Argentina haya logrado el apoyo del Mercosur para que
los barcos con bandera de las Falklands no puedan atracar en los
puertos.
En 1955, el Reino Unido
demandó a la Argentina y Chile ante la Corte Internacional de Justicia,
un órgano de la ONU, reclamando mayor espacio territorial en la
Antártida. El fundamento para esta demanda era que Inglaterra reclamaba
para sí la porción que le correspondería a las Malvinas. Los ingleses
perdieron esta disputa diplomática, pero cualquier antecedente de
legitimidad de las Falklands podría servir para reavivarla.
EL LOBBY MILITAR INGLÉS
Se
ha sostenido en estos días, con razón, que el gobierno británico agita
la tensión con Malvinas para tapar los conflictos sociales generados por
la crisis financiera y el ajuste del gasto público. Este plan de
recortes genera una puja entre distintos sectores de poder, entre ellos
está el lobby militar inglés que busca que el gasto de defensa no se
reduzca.
Y nada mejor que generar una
tensión bélica para justificar la imposibilidad de bajar el gasto
militar, que en Inglaterra ronda los 65 mil millones de dólares anuales,
según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo.
Esta
disputa del lobby militar tuvo un punto álgido a fines del año 2010,
cuando el primer ministro británico James Cameron anunció un recorte del
ocho por ciento en el presupuesto de defensa. La reacción del lobby
militar llegó el 10 de noviembre de ese año. Varios ex militares
publicaron una carta dirigida al primer ministro en el diario The Times.
Allí criticaban la decisión de Cameron y –esto es clave– ponían como
centro de sus cuestionamientos la situación de Malvinas. “Respecto de
las nuevamente valiosas Malvinas y sus yacimientos de petróleo –decía la
carta–, estos recortes de propuesto para los próximos diez años dejan a
la Argentina prácticamente invitada a imponernos una humillación
nacional similar a la pérdida de Singapur”. (Los británicos perdieron el
dominio de Singapur durante la segunda guerra mundial a manos de los
japoneses. Habían puesto todas sus tropas para defenderse de un ataque
por mar y los japoneses entraron por tierra).
Volviendo a Malvinas, la tensión agitada por el gobierno inglés genera la excusa para atender la demanda del lobby militar.
La
estrategia Argentina, por otra parte, no pasa por entrar por mar ni por
aire sino por un lugar más sofisticado, la acumulación de presión
política y diplomática. Algo que arrojó frutos las últimas semanas. El
ex canciller Jorge Taina (ver entrevista) definió la estrategia así: “Se
trata de seguir generando una situación en la que llegue un punto en el
que el costo político de no sentarse negociar con Argentina sea mayor
que el de sentarse”.
Demián Verduga
Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2012/02/11/48221/lo-que-se-juega-en-malvinas/
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