(APe).- Alguna vez Rosario fue definida como la capital del peronismo.
Sin
embargo, ningún representante del partido del General ha gobernado la
ciudad desde la recuperación de la democracia de 1983. Dos gobiernos
radicales y el socialismo desde 1989.
El territorio, ahora, es definido como una ciudad turística.
Para muchos es un logro.
La
imagen de la ex ciudad obrera, ferroviaria, portuaria e industrial, ha
sido desplazada por el perfil de grandes torres recortándose sobre las
aguas marrones del Paraná.
Una postal que se ha impuesto, tanto dentro como afuera.
Sin
embargo, las últimas cuatro horas de 2011 y las primeras cuarenta y
ocho horas de 2012, nada menos que el año donde se van a celebrar los
doscientos años de la creación de la bandera en estas barrancas del
entonces villorio, fueron escenario de otro tipo de hechos, nada
recomendables para la foto y el video de exportación.
Cinco
asesinatos en poco más de dos días. Y en forma paralela, ciertas voces
oficiales salieron a decir que era halagüeño el menor número de
afectados por mal uso de la pirotecnia. Contradicciones de una realidad
social contradictoria.
Islas de fantasía, por un lado; islas de pesadillas, por otro. El archipiélago rosarino.
Los
diarios locales marcaron la señal de una violencia que, como suele
suceder con el sistema capitalista argentino de los últimos cuarenta
años, elige como blanco a los más pibes, a los más chicos.
Alejandro
Darmiño tenía quince años y vivía en el barrio La Tablada. Lo
acribillaron desde una moto en los primeros minutos del año bicentenario
de la bandera que Belgrano inventó con la idea que sirviera para darles
una esperanza a los que nada tenían.
Ramón Humeres, por su
parte, contaba con 24 años y fue asesinado a las 20 del último día de
2011. Vivía en el norte de la ciudad turística, en Empalme Graneros, un
barrio que no suele estar en las postales.
Y, por otro lado,
Jeremías Jonatahn Trasante, de 17 años; Claudio Damián Suárez, de 19
años; y Adrián Leonel Rodríguez, de 21 años; fueron “masacrados a
balazos” en “venganza por un atentado previo” -de acuerdo a los
titulares del diario “La Capital”, el principal medio de la región-,
también en la zona sur de Rosario, en lo que se conoce como Villa
Moreno, alrededor de las 3.30 del primer día de 2012.
Cinco pibes
muertos, todos menores de veinticinco años, en la ex ciudad obrera,
ahora devenida en paisaje de exportación para el consumo de propios y
ajenos.
Para los militantes del Frente Darío Santillán, no se trató de “ningún ajuste de cuentas, asesinaron a tres pibes inocentes”.
-Hacía
poquitos días junto al Jere, el Mono y el Patón (al igual que junto a
tantos otros compañeros y compañeras que participamos en el Movimiento)
celebrábamos el fin de un año en el cual habíamos realizado algunos de
nuestros sueños: construimos nuestro local y refaccionamos una canchita
del barrio (ambos a 40 metros de donde los pibes fueron ultimados);
después de mucho laburo, juntando moneda por moneda, pudimos viajar con
todos nuestros pibes al Campamento Nacional de Jóvenes de nuestra
organización; y pensábamos arrancar en febrero con los ensayos de la
banda de cumbia que tanto entusiasmaba al Patón. “Nos cagamos de risa y
sirve para sacar a los pibes de la esquina,” decía El Patón, un pibe
incansable a la hora de meterle el cuerpo a los sueños.
Eso
eran los pibes: pura voluntad de salir adelante, de cuerpearle al
estigma de “vivir en un barrio”; y alegría, sobre todo alegría… Todavía
resuenan algunas carcajadas del Jere, aunque nos quieran vender que
nuestros pibes eran poco más que delincuentes - dice el profundo y
emocionado documento que escribieron sus amigos del Movimiento 26 de
Junio - Frente Darío Santillán de Rosario.
Luces y sombras de una
ciudad que todavía no se acomoda a las necesidades existenciales de sus
habitantes que más urgencias tienen: sus pibes.
Vìa, fuente :
http://www.pelotadetrapo.org.ar
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