Por: Luis Paulino Vargas Solís
Artículo publicado en Amauta con permiso del autor
Fuente: Soñando con los pies en la tierra
El desempeño económico general bajo el modelo neoliberal en Costa
Rica, se caracteriza por dos rasgos principales: el ritmo relativamente
modesto de crecimiento económico y, especialmente, la gran volatilidad
de ese crecimiento. En el largo plazo, el crecimiento bajo este modelo
ha sido inferior en casi dos puntos porcentuales comparado con el que
era característico bajo el modelo anterior (modelo desarrollista, de
intervención estatal e industrialización sustitutiva). Sobre todo, es un
crecimiento sumamente inestable, con picos y hondonadas. Si uno hace
un recorrido desde 1986 hasta 2007, encuentra cuatro ciclos altos de
crecimiento –incluso del orden del 8% en algunos años- y tres bajonazos,
con crecimientos anuales que a veces descendieron al 1%. Lo usual es
que cada uno de esos ciclos durase tres años…excepto el último ciclo
bajo –que empezó en 2008- cuya duración ya se dilata a cuatro años.
Veamos:
entre 1991 y 2007, la economía creció en promedio 5,4%. Pero para el
período total 1991-2011, la tasa correspondiente cae a alrededor de
4,7%. El primero de estos datos está afectado favorablemente por el
ciclo alto de 2005-2007. El segundo nos devuelve a la realidad que
imponen los últimos cuatro años (2008- 2011, ambos inclusive). En este
último cuatrienio el crecimiento promedio ha sido un anémico 2,4%.
Tras la caída de 2009 no se ha logrado ninguna reactivación
apreciable de la economía. Esta sigue arrastrando problemas derivados
del impacto de la crisis mundial, cuyos primeros efectos se sintieron en
2008. Por razones profundas, presentes en sus fundamentos principales,
el modelo neoliberal tiende a generar altos niveles de pobreza, empleos
insuficientes y de mala calidad y un ahondamiento progresivo de las
desigualdades sociales. En el contexto de la crisis, esos rasgos
negativos tienden a agravarse. Así, hoy día un 20% de nuestros
trabajadores y trabajadoras están en situación de desempleo o de
subempleo (cerca del 28% entre las mujeres). Y alrededor del 40% de la
población aparece como “oficialmente” pobre o se encuentra en los
linderos mismos de la pobreza. Las limitadas estadísticas disponibles
dejan en claro (aunque no con suficiente detalle) la agudización de la
desigualdad social. Y ni hablar de un problema fiscal respecto del cual
existe consenso entre izquierdas y derechas: nadie quiere resolverlo.
¿Podría mejorar la economía en 2012 y lograr así atenuar esos
diversos problemas? Algunos datos podrían alimentar cierto (peligroso)
optimismo. Por ejemplo, la notable afluencia de capitales extranjeros.
En su mayor parte corresponden a inversión extranjera directa (IED),
pero otros rubros (incluso los capitales especulativos y el
endeudamiento privado) han crecido fuertemente. Es posible que estas
importantes entradas estén estimulando un cierto repunte del crecimiento
hacia los últimos meses del año, al menos según se refleja en el Índice
Mensual de Actividad Económica (IMAE) que elabora el Banco Central. El
impulso lo dan sobre todo los servicios (y es posible que ahí influya
directamente la IED), pero no es despreciable el hecho de que la
construcción haya vuelto a números positivos después de muchos meses en
rojo.
¿Podríamos entonces entrar en 2012 en un ciclo de bonanza, similar al
de 2005-2007, impulsados por los flujos de capital extranjero? Es harto
dudoso.
Primero, no es probable que las exportaciones y el turismo recuperen
el dinamismo que tenía en los años anteriores a 2008, respecto del cual
aún se mantienen a mucha distancia. La razón es simple: no hay
prácticamente ninguna posibilidad de que la economía mundial se recupere
en 2012, cuando, por el contrario, podría profundizarse el deterioro,
dependiendo de cómo evolucione la crisis en Europa. También podría
darse algún acontecimiento traumático en Estados Unidos, aunque esto es
menos probable en vista de que es año electoral, lo que quizá “facilite”
los acuerdos políticos frente a la crisis.
En todo caso, la crisis europea es, por sí sola, una amenaza de
enormes proporciones. Representa una mezcla explosiva entre el poder
destructivo de la especulación financiera y la incapacidad e ineptitud
de las clases políticas europeas, inmovilizadas en una doble trampa: la
ideológica, de raíz neoliberal; y la económica-política, por su
subordinación a los grandes intereses de la especulación y las finanzas.
De tal manera, el escenario menos negativo es el de una inercia que,
de forma inexorable, prolongue por muchos años más el estancamiento, el
desempleo y el deterioro social en toda Europa. Ello tendría secuelas
negativas sobre Estados Unidos y Japón. El peor de los escenarios –que
sin embargo no puede descartarse- es el de la quiebra de Italia y
España, con el consecuente derrumbe del euro. Ello daría lugar a una
severa recesión mundial.
Haciendo acopio de algún (irresponsable) optimismo, se podría
entonces especular en una recuperación de la economía costarricense
empujada por la demanda interna: el consumo de la gente, posiblemente la
reactivación de la construcción. La abundante afluencia de capitales
extranjeros coadyuvaría, incluso a través de los créditos bancarios
(para vivienda, compra de auto, etc.). Pero…
Sí, algunos “peros” son inevitables. Primero, la balanza de pagos
(registro de los intercambios económicos entre Costa Rica y el resto del
mundo) ya anda bastante desequilibrada, con números negativos
considerables (compramos mucho más de lo que vendemos). Una recuperación
económica vía consumo interno agravaría ese problema. Claro, dirán los
economistas oficiales, ello se hace sostenible gracias a los flujos de
capital extranjero (lo que no dicen es que estos funcionan o como un
crédito que hipoteca nuestro futuro, o como una venta de las joyas de la
abuela –y del sofá y los platos- para sostener nuestros excesos).
Segundo: vámonos de vuelta a la crisis europea. Esta demanda
prudencia y previsión, en dosis mucho mayor de la que muestra el
gobierno de Laura Chinchilla ¿Qué tal un escenario de agudización con la
quiebra de España e Italia y el desmoronamiento de la Unión Europea?
Pues esto generaría un ambiente de pánico mundial, en el marco del cual
los capitales extranjeros (sobre todo los de corto plazo y cariz
especulativo) querrán irse de Costa Rica en procura de “refugios” más
seguros. Incluso la banca privada –que viene recurriendo masivamente a
endeudamiento externo- podría verse en gravísimos problemas, con
consecuencias muy peligrosas.
Es quizá el peor de los escenarios. Pero por un asunto de elemental
responsabilidad deberíamos estar listos para eso. Pregunto: ¿Qué es
preferible? ¿Prepararse para un huracán categoría 5 y recibir uno
categoría 1? ¿O prepararse para uno categoría 1 y encontrarse frente en
un monstruo categoría 5? A veces me da la impresión que el gobierno de
Chinchilla (de consuno con izquierdas y derechas) apuesta a lo segundo.
No estoy prediciendo nada. Tan solo advierto acerca de lo posible y acerca de la exigencia que esto plantea.
Resumo: si el gobierno de Chinchilla apuesta a una reactivación
económica para 2012 vía mercado interno y con base en el empuje de la
inversión extranjera, podría estar jugando con fuego.
Vìa:
http://revista-amauta.org/2011/12/mejorara-la-economia-en-2012/
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