Uno
de los tantos crímenes por los que está procesado Miguel Krassnoff es
el de Diana Arón, estudiante de periodismo de origen hebreo y
embarazada, quien fue torturada por el brigadier de la DINA. Varias
denuncias en su contra fueron hechas por sus propios compañeros de armas
que compartían pega de torturadores en Villa Grimaldi o Londres 38.
Orgulloso de su origen cosaco, Krassnoff esconde la participación de su
padre y su abuelo en la matanza de miles de judios bajo la invasión nazi
de Ucrania y Rusia.
En
un nuevo intento por presionar al gobierno del presidente Sebastián
Piñera y conseguir el indulto para militares condenados por graves
violaciones a los derechos humanos durante la dictadura del general
Augusto Pinochet, el alcalde de Providencia, coronel (r) Cristián Labbé
Galilea, encabezó una convocatoria para rendir homenaje al brigadier (r)
Miguel Krassnoff Martchenko, jefe de la brigada Halcón de la Dirección
de Inteligencia Nacional, Dina, quien purga alrededor de 24 condenas que
suman más de 140 años de presidio por torturas, asesinatos y
desaparición de personas entre 1973 y 1977.
La
iniciativa surgió desde la Corporación por la Justicia, la Verdad
Histórica y el Respeto por el Estado de Derecho en Chile, entidad
estrechamente vinculada a la Fundación Augusto Pinochet, que convocó al
Club Providencia el 21 de noviembre, a fin de rendirle homenaje y
presentar la cuarta edición del libro Miguel Krassnoff. Prisionero por
servir a Chile, escrito por la historiadora Gisela Silva Encina, nieta
del historiador Francisco Encina. El pretendido homenaje derivó en una
masiva e indignada protesta, de más de mil personas, que se congregaron
en las afueras del Club Providencia reclamando por su realización, y
acusando a los asistentes de ser cómplices de las violaciones a los
derechos humanos ocurridas en la dictadura militar.
El
alcalde Labbé y Krassnoff son compañeros de generación en su paso por
la Escuela Militar. Ambos egresaron en 1967; el primero en el arma de
caballería y el segundo en infantería. A esa promoción pertenecen
también Cristoph Willeke, miembro del aparato exterior de la Dina y
vinculado al asesinato del general Carlos Prats en Buenos Aires, en
1974; Germán Barriga, jefe de la brigada Lautaro de la Dina, encargada
de exterminar a los dirigentes del Partido Comunista en 1976, quien se
suicidó lanzándose del 18° piso de un edificio en Las Condes, en 2005;
Jaime Lepe, miembro de la brigada Mulchén, involucrado en el asesinato
de Carmelo Soria, y más tarde secretario personal de Pinochet; y Nelson
Haase, jefe de la brigada Ongolmo e integrante de la Sociedad Pedro Diet
Lobos, pantalla comercial de la Dina.
Krassnoff,
que cumple en febrero 62 años de edad, participó como teniente en el
asalto a la casa presidencial de Tomás Moro el 11 de septiembre de 1973 y
luego, estuvo a cargo de los prisioneros de mayor rango recluidos en la
Escuela Militar. Allí fue contactado por el entonces coronel Manuel
Contreras Sepúlveda para que se incorporara como instructor, en las
Rocas de Santo Domingo, del personal que se estaba reclutando para la
naciente Dina. Los instructores, entre ellos Krassnoff y Labbé, quedaron
al mando del comandante César Manríquez.
Una
de las primeras tareas de Krassnoff en la Dina fue contactar a Osvaldo
Romo Mena, dirigente poblacional de la Unión Socialista Popular, Usopo,
como informante a sueldo para la identificación y búsqueda de los
dirigentes del MIR en la zona oriente de Santiago, particularmente en
las comunas de Ñuñoa, La Reina, Providencia y Las Condes. Romo afirmó
ante los tribunales de justicia que a comienzos de 1974 acompañó a
Miguel Krassnoff al Hospital Militar para identificar a un mirista que
confundían con Miguel Enríquez, cuya identidad verdadera correspondía a
la de Arturo Villabela.
Concluida la
preparación inicial en Santo Domingo, un grupo de los agentes de la Dina
fue destinado al cuartel secreto de calle Londres 38, en pleno centro
de Santiago, a cargo del mayor Marcelo Moren Brito. A sus órdenes
operaban los oficiales Miguel Krassnoff, Fernando Lauriani, Ricardo
Laurence, Ciro Torré, Gerardo Urrich, Manuel Cárevic y Gerardo Godoy,
cada uno al frente de un grupo. Krassnoff comandaba la Brigada Halcón,
equipo integrado, entre otros, por Osvaldo Romo, Basclay Zapata, Italo
Pino, el “Negro Paz”, el “Cara de Santo” y “El Muñeca”. Numerosos
testimonios entregados en los tribunales de justicia, en la Comisión de
Verdad y Reconciliación y en la Comisión Valech, señalan a Krassnoff
como uno de los principales responsables de las torturas, muertes y
desapariciones ocurridas en Londres 38, en el recinto secreto de José
Domingo Cañas -denominado “Cuartel Ollagüe”- y en Villa Grimaldi.
LOS ACUSADORES
Los
acusadores de Krassnoff no han sido sólo las víctimas, sus familiares,
amigos y testigos de detenciones en los cuarteles de la Dina, sino
también los ex agentes que la integraron, incluso varios de sus más
cercanos subordinados.
Uno de ellos,
Basclay Zapata, fue careado con Krassnoff el 12 de mayo de 2004. En ese
careo Zapata afirmó que si participó en detenciones, fue porque se lo
ordenó Krassnoff. Agregó que le parecía injusto aparecer planificando,
ordenando y ejecutando detenciones y haciendo desaparecer detenidos.
Pidió al brigadier Krassnoff que asumiera sus responsabilidades. En
cuanto a las víctimas que le mencionó el tribunal, Basclay Zapata
aseguró que a él nunca se le dijo el nombre de quien iba a ser detenido y
se limitaba a conducir el vehículo con otros agentes de la Dina,
añadiendo que esos operativos eran ordenados por Krassnoff. Los
detenidos que condujo a Londres 38 eran puestos a disposición de
Krassnoff, jefe de los grupos. Agregó que también llevó gente detenida a
Villa Grimaldi y a José Domingo Cañas, todo ello porque se lo ordenó
Krassnoff.
También oficiales de la
Dina como Ricardo Laurence Mires, y colaboradores como Osvaldo Romo lo
han sindicado como responsable de los crímenes por los que ha sido
condenado, entre ellos los de Lumi Videla, Sergio Pérez, Manuel Cortez
Joo, César Negrete Peña, Marta Neira, Alfredo Rojas Castañeda,
Jacqueline Droully, Jaime Vásquez Sáenz, Juan Molina Mogollones,
Alejandro Avalos Davidson, René Acuña Reyes, Hugo Ríos Videla, Martín
Elgueta Pinto, Agustín Martínez Meza, Luis Palominos Rojas, Antonio
Llidó, Luis San Martín Vergara, Muriel Dockendorff y Newton Morales
Saavedra.
Marcia Alejandra Merino
Vega, la “Flaca Alejandra”, declaró que fue detenida el 1º de mayo de
1974 y trasladada hasta Londres 38, cuartel que fue cerrado a fines de
agosto. El día 15 de ese mes fue llevada hasta José Domingo Cañas, lugar
en que Miguel Krassnoff la torturó, obligándola a “colaborar”. Agregó
que en esa casa la última dependencia era la oficina de Miguel
Krassnoff. La pieza de torturas estaba frente a ella.
Uno
de los crímenes por los que está procesado Krassnoff es el de Diana
Arón, una estudiante de periodismo, hija de judíos de derecha que
estaban en contra de Salvador Allende. Diana fue detenida en 1974 en la
avenida Ossa, en La Reina. Sus padres le escribieron a Pinochet para
saber su paradero. Nunca recibieron respuesta. La muchacha, embarazada,
fue internada en el Hospital Militar, para recuperarse de heridas a
bala. Krassnoff la sacó de allí para torturarla. Osvaldo Romo, antes de
morir afirmó que Diana fue “ultimada por el capitán Krassnoff cuando ya
no podía sacarle ninguna declaración. Cuando torturábamos a Diana Arón,
fui brutalmente apartado de mi trabajo y empujado violentamente por mi
capitán Krassnoff que, completamente fuera de sí, gritaba: ¡A mí no me
vas a engañar y aunque tenga que matarte, me dirás la verdad, perra
puta!, dirigiéndose a Diana. Krassnoff la agredió con tal brutalidad que
le produjo una hemorragia… Lo que más me impactó fue que Krassnoff
salió de la sala de torturas con las manos ensangrentadas gritando:
Además de marxista, la concha de su madre es judía… Hay que matarla”,
contó Romo.
Algunos ex agentes, como
Juan Urbina Cáceres, ex funcionario de Investigaciones adscrito a la
Dina, han ido incluso más lejos, sindicando a ciertos oficiales no sólo
como autores de torturas, asesinatos y desapariciones. Urbina declaró
ante la justicia: “Yo me daba cuenta que la principal preocupación de
los jefes de los grupos operativos, tales como Krassnoff y Moren Brito,
no era desarticular al MIR ni emprender acciones patrióticas para salvar
a los chilenos, sino que obtener utilidades de los operativos,
apropiándose de las remesas que en dólares recibía la gente del MIR del
extranjero, que sumaban grandes cantidades”.
Krassnoff
y sus defensores, por su parte, han negado todo durante más de veinte
años. Hoy, en cambio, parecen dispuestos a endosar las responsabilidades
de sus crímenes a quienes fueron sus superiores militares. En una carta
enviada a los asistentes al homenaje que se le rindió en el Club
Providencia, el brigadier en retiro afirmó: “No me han llevado las
autoridades a la cárcel sino a un verdadero campo de prisioneros
políticos. Allí enfrento un encierro inexplicable, junto a un
determinado número de soldados, los cuales -a la época de los hechos que
constituyen las espurias acusaciones de inexistentes presunto ilícitos-
éramos jóvenes uniformados subalternos, últimos eslabones de una larga y
compleja cadena de mandos (…) Mis subalternos, mis camaradas y yo, que
enfrentamos por ello gravísimas consecuencias personales -al igual que
nuestras inocentes familias- actuamos en los sucesos de 1973 y años
inmediatamente posteriores conforme a órdenes, instrucciones,
organización, métodos y preparación que nos habían sido concedidas e
inculcadas por el propio Estado y sus autoridades políticas nacionales”.
“SÓLO FUI ANALISTA”
Las
versiones entregadas a la justicia por Miguel Krassnoff Martchenko
resultan sorprendentes, por decir lo menos. En una de ellas, emitida el 9
de junio de 1992, aseguró que en abril o mayo de 1974 fue destinado,
siendo teniente de ejército, a la Dina, como analista para estudiar y
analizar documentación subversiva, lo que hacía en el cuartel general.
Afirmó que por ello no le correspondía participar directamente en
detenciones u operativos. Trabajaba bajo las órdenes del coronel Manuel
Contreras. Durante los tres años que se desempeñó como analista fue unas
cinco veces a Villa Grimaldi a retirar documentación de trabajo, la
estudiaba unos tres o cuatro días y su análisis lo entregaba a
Contreras. Insistió en que nunca participó en interrogatorios en Villa
Grimaldi y jamás tuvo contacto directo con alguna persona que estuviese
allí detenida.
En dichos del 31 de
mayo de 1994, señaló que en algunas oportunidades estuvo en el recinto
de Londres 38, afirmando ignorar quién era el jefe, ni recordar haber
visto allí a Moren Brito. Insistió en que nunca interrogó detenidos y
algunas veces conversó con ellos en su condición de analista. Reiteró
que Villa Grimaldi no era un lugar secreto ni tampoco un lugar de
exterminio de personas. Tampoco es efectivo que saliera de Villa
Grimaldi en camioneta para regresar con personas detenidas. Sólo
participó, como analista, en dos o tres enfrentamientos: cuando fue
asesinado el sargento Tulio Pereira, o cuando cayó Miguel Enríquez. En
careo con Rodolfo Concha Rodríguez reconoció que es posible que éste,
que era su chofer, algunas veces hubiera trasladado a su señora a hacer
compras y que algunos fines de semana se llevara el vehículo a su casa.
En careo con Pedro Espinoza, frente a las aseveraciones de éste, en el
sentido que Krassnoff no era analista y que, en cambio, tenía
responsabilidad de aprehender personas y llevarlas detenidas a Villa
Grimaldi y responder por esos detenidos, expresó que está “confundido”.
En careo con Marcia Merino Vega la reconoció como una informante y dijo
que le sorprendía que ella dijera que él torturaba y ordenaba torturar.
El
9 de septiembre de 1995, en tanto, afirmó que no integró un grupo con
Romo, Moren Brito y Basclay Zapata. Dijo no saber quién era el jefe en
Villa Grimaldi. Añadió que “en determinadas oportunidades tomé contacto
con algunas personas que se encontraban detenidas en tránsito en dicho
recinto, para aclarar algunas materias relacionadas con documentación
subversiva”. No tiene conocimiento que la Dina estuviera formada por
grupos de funcionarios con nombres de pájaros u otras denominaciones.
Insistió en que nunca trabajó con Marcelo Moren y que dependía
directamente de Manuel Contreras, quien jamás le dio orden de detener,
torturar o hacer desaparecer personas y no sabe si Contreras impartió
órdenes de esa naturaleza a otros funcionarios.
EL PASADO FAMILIAR
Las
mentiras de Krassnoff al parecer no sólo se refieren a su paso por la
Dina, sino también a su historia familiar, transformada casi en una
leyenda por sus partidarios. No obstante, aquella historia también tiene
detractores. El presidente de la comunidad judía en Chile, Gabriel
Zaliasnik, en carta dirigida al diario La Segunda, escribió:
“El
señor Alfonso Márquez de la Plata señala (…) que Miguel Krassnoff es
descendiente de famosos cosacos. Su abuelo y su padre fueron colgados en
la Plaza Roja por combatir el comunismo. La verdad histórica exige una
importante rectificación. Su abuelo Piotr Krasnow fue un criminal de
guerra que dirigió a los Cosacos del Don, en Ucrania, siendo responsable
de numerosas matanzas -pogromos- en contra de los habitantes judíos de
esas zonas. Junto a otros criminales cosacos (…) asesinan a cerca de 150
mil judíos. Entre estas masacres destacan las de Kiev, Sarny, Ovruc,
Tetiev, Cherkowsky y Proskurov. En esta última fueron asesinados 1.600
judíos ucranianos, entre ellos toda la familia de mi abuelo paterno,
quien emigró a Sudamérica como único sobreviviente…
Con
el advenimiento de Hitler y particularmente con ocasión de la invasión
nazi a la ex Unión Soviética, Piotr Krasnow, en su calidad de líder
cosaco, acuerda la incorporación de unidades cosacas al bando alemán
(…). Entre dichos soldados se encontraba precisamente el padre del
coronel (r) Miguel Krassnoff, Semeon Krasnow. En el año 1944 la mayor
parte de estos soldados se incorporan a las tropas de elite de Hitler, a
cargo de la implementación del genocidio contra el pueblo judío.
Al
término de la segunda guerra mundial, tanto Piotr como su hijo Semeon
Krasnow se entregan al ejército inglés, el que, en cumplimiento de los
acuerdos de Yalta, los envía junto a otros prisioneros de guerra a la ex
Unión Soviética para su juzgamiento. Tanto el abuelo como el padre del
coronel (r) Krassnoff son enjuiciados por crímenes de guerra, traición a
la patria y colaboración con el enemigo, siendo condenados por el
Tribunal Supremo de la URSS a la pena de muerte y ejecutados en
definitiva por fusilamiento -no colgados- en el patio de la cárcel de
Lefortovo -y no en la Plaza Roja- en enero de 1947”.
Manuel Salazar Salvo
*Publicado en Punto Final, edición Nº 747, 25 de noviembre, 2011.
Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/11/27/44616/la-reaparicion-de-miguel-krassnoff/
http://www.elciudadano.cl/2011/11/27/44616/la-reaparicion-de-miguel-krassnoff/
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