Soy
J. Hidalgo,
Resisto siempre,
mi resistencia es real,
soy resistencia al capitalismo,
también soy la Resistencia del Pueblo Libio,
también soy la Resistencia del Pueblo de Irak,
también soy la Resistencia del Pueblo Palestino,
también soy la Resistencia del Pueblo Tibetano,
también soy la Resistencia del Pueblo Saharaui,
también soy la Resistencia del Pueblo Afgano,
también soy la Resistencia de Chiapas,
también soy la Resistencia bolivariana,
también soy la Resistencia sandinista,
también soy La Voz de la Conciencia,
también soy el Movimiento de Regeneración Nacional,
también soy la Resistencia de todos los Pueblos indígenas,
también soy la Resistencia de todos los Dignos Pueblos que se defienden,
también soy como vosotros, siempre luchador digno miembro del pueblo verdadero
J. Hidalgo,
Resisto siempre,
mi resistencia es real,
soy resistencia al capitalismo,
también soy la Resistencia del Pueblo Libio,
también soy la Resistencia del Pueblo de Irak,
también soy la Resistencia del Pueblo Palestino,
también soy la Resistencia del Pueblo Tibetano,
también soy la Resistencia del Pueblo Saharaui,
también soy la Resistencia del Pueblo Afgano,
también soy la Resistencia de Chiapas,
también soy la Resistencia bolivariana,
también soy la Resistencia sandinista,
también soy La Voz de la Conciencia,
también soy el Movimiento de Regeneración Nacional,
también soy la Resistencia de todos los Pueblos indígenas,
también soy la Resistencia de todos los Dignos Pueblos que se defienden,
también soy como vosotros, siempre luchador digno miembro del pueblo verdadero
1.
Hay que mantenerse en la resistencia cuando no se puede estar en la
ofensiva. Resistir también es revolucionario frente a una poderosa clase
política y empresarial que controla todo. Pero no puede permanecerse en
la resistencia toda la vida porque es como estar justificando que no se
puede avanzar. Resistir es defenderse de las permanentes agresiones del
poder y es lo que han hecho los pueblos: lo hicieron durante las dos
guerras mundiales cuando fueron invadidos por los alemanes y otros
aliados que con armas y bombas buscaban someterlos; lo hicieron los
vietnamitas y lo hacen los palestinos hasta el momento en que no pueden
pasar a la ofensiva. En la resistencia se acumulan fuerzas, mismas que
en su momento los pueblos usan para pasar a la ofensiva que construya
las condiciones para que –sin contemplaciones y cobardías- se pr
esente
la oportunidad de barrer contra los represores y asesinos.
2.
En México hace mucho que estamos en la defensiva porque el ejército y
su gobierno están en la ofensiva. Nos hemos dedicado a quejarnos de las
políticas del gobierno, de los jueces, de las autoridades electorales,
de los funestos medios de información, pero no hemos pasado a la
ofensiva porque nuestras protestas en las calles han sido débiles y sólo
han sido de reclamos y quejas. ¿O es que los dirigentes –por miedo a
que masacren o asesinen a la población- no han querido pasar a la
ofensiva? En muchas ocasiones se ha criticado a las dirigencias de su
miedo y cobardía; se acusó a Cárdenas en 1988 por no radicalizar su
movimiento, se dijo que López Obrador se quedó encerrado en el Zócalo en
2006; se habló del EZLN, de la APPO, de los electricistas del SME, en
fin no han faltado posiciones radicales que han acusado d
e
cobardía a los movimientos; sin embargo también los dirigentes han dicho
que en su momento, no habían condiciones.
3.
Las mujeres feministas, así como todos los partidarios de la
despenalización del aborto, tendrán que seguir en resistencia contra los
gobiernos y los jueces derechistas. Si contarán con mucho más gente en
las calles ya hubieran tomado el edificio de la Suprema Corte. Los que
se han manifestado contra la aprobación de la Ley de seguridad y las
reformas de la Ley del Trabajo están en resistencia contra el gobierno
de Calderón y los legisladores para evitar que los panistas, priístas y
perredistas negocien esas leyes lesivas a los intereses del pueblo
mexicano. Ni modo, si no se puede pasar a la ofensiva, es decir, a
exigir que el gobierno y los empresarios sigan imponiendo sus intereses
en la política nacional, la resistencia representa un avance; si al
contrario, contáramos con la fuerza para pasar a la ofensiva, la simpl
e
resistencia sería una claudicación.
4.
Pero no es fácil pasar de la resistencia o la ofensiva; no es un
problema de voluntad sino de realidad política. El EZLN, cuando se
levantó en armas en enero de 1994, no recibió el gran apoyo que
esperaba, no hubo más levantamientos. Se registró un gran movimiento de
solidaridad en la ciudad de México de parte de obreros, estudiantes,
campesinos, pero sólo hasta ahí. Cuando la APPO nació en junio de 2006
no contó con el apoyo nacional o de las organizaciones de izquierda;
tampoco los electricistas del SME –después de ser despedidos 45 mil
obreros en 2009- ni los trabajadores mineros, contaron con los apoyos
obreros, de paridos o de la población que necesitaban. Esa falta de
unidad en las luchas, el aislamiento de las batallas, ha impedido que
las batallas y movimientos pasen de la resistencia a la ofensiva.
5.
Los periodos de resistencia en la lucha pueden ser largos o pequeños,
dependen siempre de la correlación de fuerza. La resistencia del EZLN
está a punto de cumplir 18 años en la selva chiapaneca; la resistencia
de los profesores de la CNTE en las calles cumplirá en diciembre 33
años; la resistencia de AMLO por conquistar la Presidencia lleva casi
seis años. Resistencia no es una autocalificación, espera de algo
mientras llega la oportunidad de dar el salto. Resistencia es lucha
permanente, confrontación, acciones diarias, búsqueda y discusión de
ideas. Es prepararse a diario, organizarse, para pasar a la ofensiva de
manera colectiva. La resistencia al capitalismo y a todas sus formas de
dominación política, económica, cultural e ideológica, es la más grande
resistencia que podemos hacer en México y en el mundo.
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