Desde Washington
“En comparación con el presidente del Banco Central de Europa, Jean
Claude Trichet, el titular de la FED, Ben Bernanke, parece socialista”,
afirma Mark Weisbrot para graficar la gravedad de la situación. En su
oficina de Dupont Circle, en el noroeste de esta ciudad, este economista
estadounidense de ideas heterodoxas afirma en diálogo con Página/12 que
se necesitan políticas de estímulo fiscal y monetario para salir de la
crisis, pero remarca que no hay voluntad política de llevarlas adelante
porque lo que están haciendo las autoridades de Europa es defender los
intereses de los acreedores. También critica a los países emergentes por
no ejercer mayor presión dentro del Fondo Monetario Internacional
(FMI).
–¿Qué medidas deberían llevar adelante los países avanzados para tratar de superar la crisis actual?
–Se necesitan políticas de estímulo fiscal y monetario. En este
momento es fácil hacerlo porque la inflación es muy baja y no hay riesgo
de que se dispare. Al contrario, si hubiese más inflación sería mejor
para la economía. El problema es que no hay voluntad política.
–¿Por qué sería mejor que haya más inflación?
–Porque reduce la deuda de las personas en relación con sus activos y
el porcentaje de interés de la deuda que pagan los países en relación
con su Producto Interno Bruto (PIB). La deuda como porcentaje del PIB no
es la mejor medida en muchos casos. Por ejemplo, Japón tiene una deuda
equivalente al 220 por ciento del PBI, pero eso no es un problema porque
una mitad se la debe al Banco Central y la otra mitad tiene tasas de
interés muy bajas. El único riesgo en un caso de esas características es
la inflación, pero fue sólo de 5 por ciento en 20 años. En Estados
Unidos, por ejemplo, ahora los intereses de la deuda equivalen a 1,4 por
ciento del PIB. Es uno de los porcentajes más bajos desde la Segunda
Guerra Mundial.
–Sin embargo, en Europa están aplicando una política fiscal contractiva.
–Es difícil de explicar. Es una combinación de estupidez e intereses.
–¿Qué intereses defienden?
–Los intereses de los acreedores, que quieren reducir su exposición
en los países endeudados. Además, es una política de castigo. Sería muy
fácil darle a Grecia el dinero que necesita, permitirles crecer con
políticas de estímulo, pero si hicieran eso los deudores de España,
Portugal e Irlanda querrían el mismo trato.
–También se afirma que los ciudadanos de potencias como
Alemania se oponen porque sienten que financian el gasto de otros a
costa de su ahorro.
–Eso no lo creo. Le quieren adjudicar la responsabilidad a la gente.
Es como cuando acá en Estados Unidos dicen que tenemos guerras porque
la gente quiere. Si en Alemania, la canciller Angela Merkel le explicara
a la gente que es necesario apoyar a Grecia para salvar a la propia
economía alemana, creo que la gente lo entendería.
–Igual la deuda de Grecia es tan grande que ni aun creciendo podrían pagarla.
–No pueden pagar todo, pero no es tan difícil reestructurar la
deuda, como lo hizo Argentina. Incluso la Unión Europea tiene tanto
dinero que podría impulsar una reestructuración ordenada. Hubo muchas
oportunidades para resolver el problema y prevenir el contagio, pero
insisten en empujar a Grecia al precipicio, buscan disciplinarla y
cambiar la sociedad con sus reformas. Lo más grave es lo que les están
haciendo a los trabajadores y jubilados.
–¿Cómo influye Estados Unidos en ese escenario?
–En julio escribí una columna preguntando justamente dónde están los
Estados Unidos. Ellos controlan el FMI y no estaban diciendo nada, pese
a que lo que ocurre en Europa también está perjudicando a Estados
Unidos. Finalmente, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, viajó a
Europa hace algunas semanas y los presionó preguntándoles qué es lo que
estaban haciendo.
–¿Usted dice que si el FMI tuviera mayor poder de decisión en Europa la situación sería diferente?
–Las autoridades europeas son peores. Resulta increíble, pero el FMI
en algunos casos es la voz de la razón. En Letonia se dio cuenta de que
era un error que mantuvieran el tipo de cambio fijo como la Argentina,
pero las autoridades europeas decidieron preservarlo para proteger a sus
bancos. Eso hizo que Letonia perdiera el 25 por ciento del PIB en sólo
dos años. Es la peor caída del producto en un siglo. Ni siquiera durante
la gran depresión de Estados Unidos se perdió tanto. Ellos quedaron con
el tipo de cambio fijo y perdieron todo. Fue un desastre. En
comparación con el presidente del Banco Central de Europa, Jean Claude
Trichet, el titular de la FED, el republicano Ben Bernanke, parece
socialista.
–¿Qué porcentaje de los préstamos del FMI están colocados en Europa?
–El 57 por ciento. Antes de la crisis argentina la distribución era
muy diferente, pero entre 2003 y 2007, los préstamos del FMI a América
latina disminuyeron de 49 billones a 741 millones de dólares y desde el
estallido de la crisis mundial subieron a apenas 1,1 billón de dólares.
Lo mismo pasó en la mayoría de los países de ingreso medio del resto del
mundo. El FMI ahora tiene una alta exposición en Europa, pero las
decisiones son tomadas por las autoridades europeas y sólo acompaña como
un socio subordinado.
–¿Qué pueden hacer en este contexto los países emergentes?
–Hay varias cosas que podrían hacer y no hacen. Por ejemplo, en la
Organización Mundial del Comercio hay una fuerte disputa y los países en
desarrollo defienden sus intereses, forman bloques y negocian de manera
articulada.
–El sistema de votación es diferente.
–Pero eso no es lo más importante. En el FMI no pelean con el mismo
énfasis. La mayoría de las decisiones que toma el FMI son por consenso.
No luchan porque están representados por neoliberales dentro de sus
países.
–El gobierno argentino cuestiona con dureza las políticas del FMI.
–Es posible que su representante cuestione lo que se hace, pero no
se observa organización, los emergentes no operan como bloques.
–Los BRICS fijaron una posición común frente a la crisis europea.
–Lo mejor sería que apoyen a los gobiernos europeos que rechazan
políticas de austeridad. Pueden decirle a Grecia que si deja de pagar su
deuda, ellos le prestarían el dinero necesario para equilibrar su
balanza de pagos, pues muchos capitales se fugarían. La podrían ayudar
con préstamos sin interés. Los BRICS podrían poner reservas a
disposición de los países que quieran dejar atrás las políticas de
austeridad, no para ayudar a las autoridades de Europa.
fkrakowiak@pagina12.com.ar
fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-177600-2011-09-26.html
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