Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)
Así, los gobiernos y ejércitos que integran
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) violaron
descaradamente las disposiciones de la resolución 1973 del Consejo de
Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual -pese
a su carácter evidentemente intervencionista y neocolonialista,
prohibió las operaciones militares en tierra y no contemplaba el
derrocamiento de Muammar Gadafi ni el reconocimiento del Consejo
Nacional de Transición como gobierno de facto de Libia. Dicha resolución
solo autorizaba a los mandos de la OTAN a brindarle protección de los
civiles supuestamente masacrados por las fuerzas gubernamentales libias,
pero estos se extralimitaron y organizaron una operación combinada de
fuerzas aéreas, navales y terrestres, violando radicalmente la decisión
del Consejo de Seguridad, secundados por una campaña mediática a nivel
mundial que daba cuenta de la tiranía de Gadafi y de sus crímenes de
lesa humanidad.
Muammar Gadafi se convirtió en uno de los socios más
fieles del imperialismo en la región de Oriente Medio, especialmente de
Francia e Italia, lo que no impidió que los gobiernos de tales naciones,
junto con el de Estados Unidos, armaran y respaldaran militarmente a
mercenarios, cuya misión principal es la de asegurarles el acceso al
petróleo de alta calidad existente en el subsuelo libio. Este hecho, de
por sí, constituye una señal de advertencia para el resto de las
naciones que disponen de recursos estratégicos esenciales para las
potencias capitalistas, las cuales -como quedó demostrado en este caso,
al igual que en Afganistán e Iraq- no tendrán reparo alguno en violar la
Carta de las Naciones Unidas, validas de su poder de veto en dicha
organización, además de su poder bélico, para imponer su voluntad a todo
el planeta en un reparto neocolonial que nos recuerda lo hecho en los
siglos anteriores por Europa.
Luego de la confusión producida por las rebeliones de
Túnez y Egipto -que los hizo defender los regímenes derrocados-, los
gobiernos de Estados Unidos y Europa reaccionaron de distinta manera en
el caso de Libia, desatando una bien cuidada campaña de desinformación
que hizo ver a los mercenarios que ellos patrocinaron como rebeldes
enfrentados a una cruel tiranía, llegándose a calificar los
acontecimientos allí como una guerra civil. En cierto modo, siguieron
los mismos patrones aplicados durante la llamada Guerra Fría cuando
enfrentaban la “conspiración mundial comunista”, representada por la
URSS. Ahora que la estrategia resultó exitosa, no podemos sustraernos a
la idea que la misma será aplicada en algún otro lado, teniendo como
blancos principales aquellos países provistos de materias primas
requeridos por el capitalismo mundial. Para Estados Unidos, tal
estrategia la orientaría hacia su “patio trasero”, nuestra América, lo
que debiera prevenir a los gobiernos y pueblos de esta amplia región a
contrarrestarla de antemano, de una forma parecida a la empleada contra
las pretensiones del ALCA, en una confrontación asimétrica, pero
efectiva, que desnude y venza el cinismo imperialista de Washington y de
sus socios europeos.
Autor imagen: Carlos Latuff
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2011/08/el-cinismo-imperial-nosotros-estamos-en.html
http://www.argenpress.info/2011/08/el-cinismo-imperial-nosotros-estamos-en.html
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