De un día para
otro, la empresa Calzado Sandak despidió a sus más de 300 trabajadores
de la planta Calpulalpan, Tlaxcala. No hubo aviso previo ni
justificación alguna, existe materia de trabajo y han ampliado su
mercado. Al despedirlos, les informaba que ahora podrían laborar en sus
domicilios o establecer una maquila; para ello les proporcionaría
maquinaria y materia prima; eso sí, no tendrían salario fijo, pues
ganarían según la producción; tampoco seguridad social, prestaciones ni
sindicato. La conducta de esta empresa es representativa de la impunidad
con la que se conducen las trasnacionales en nuestro país. Ignoran que,
conforme a la ley, un cierre de esta naturaleza debe ser justificado
ante la autoridad laboral a través de un conflicto colectivo de
naturaleza económica; sin embargo, confían en que esta autoridad se
convierta en su cómplice para abaratar el costo y las condiciones de
trabajo, al crear una cadena productiva a domicilio, que consiste en
encargar a ex empleados o a maquilas caseras distintas etapas del
proceso, como costura y corte, recoger la producción, obteniendo así el
producto terminado. Una auténtica cadena de explotación supuestamente
superada por nuestra legislación social. Todo es una simulación: en
realidad estamos regresando al pasado.
Sandak pertenece a la trasnacional Bata Internacional, cuyo origen se
remonta a 1894 en Checoslovaquia. A principios de los años 40, traslada
su centro de operaciones a Canadá. Actualmente se ostenta como la más
grande productora de calzado del mundo, con operaciones en 70 países, en
los cuales establece una planta matriz y centros de trabajo que
califica de
satélites. Cuenta con 5 mil tiendas de distribución. En México inicia operaciones en julio de 1958, estableciendo distintas plantas y una amplia red de maquila a domicilio. Con el cierre en Calpulalpan pretende concentrar operaciones en una planta en Iztapalapa, Distrito Federal, y otra ubicada en Chalco, estado de México, con la denominación Coscorsa SA de CV; con esta razón social tiene registrada la maquinaria y el equipo para protegerse de cualquier conflicto laboral.
La estrategia productiva de Sandak está sustentada en la
diversificación de centros de trabajo con sindicatos y contratos
colectivos distintos, las prestaciones también son diferentes y las
utilidades las fija en una sola unidad productiva; para el periodo
2009-2010 declaró que tenía mil 800 trabajadores.
El impulso para canalizar su producción por la vía de la maquila
domiciliaria fue acelerada en los últimos cinco años con motivo de la
llegada a México de un nuevo director general, Carlos Casanelo, quien
desde un inicio manifestó que su misión era reducir el costo salarial al
máximo; para ello diseño una política tendiente a destruir al combativo
sindicato independiente en Calpulalpan. Poco a poco fue sustrayendo
áreas productivas de la planta fomentando el establecimiento de maquilas
y trabajo a domicilio, donde los trabajadores se ven obligados a
laborar jornadas extenuantes, a integrar a la familia, incluyendo los
menores, para lograr las cuotas productivas y un ingreso de
sobrevivencia; al no tener seguro social, la atención médica y
accidentes corren a su cargo. Los centros de trabajo están plenamente
identificados: basta ir a las comunidades de Francisco Villa y San
Felipe, Hidalgo, ambos en Tlaxcala, donde encontraremos las maquilas
Olrafe, Angiemant, Candy, Sinaí, además de diversos domicilios
particulares convertidos en pequeños talleres. A pesar de las denuncias,
las autoridades federales y locales se han hecho de la vista gorda. La
inspección laboral está siempre ausente.
Para limpiar su imagen, Bata Internacional presume un código
de ética, su pertenencia a campañas en favor de la responsabilidad
social empresarial, incluso cuenta con una fundación denominada Bata
Children’s Program, que en nuestro país se reduce a distribuir algunas
piezas de calzado en la delegación Iztapalapa y dar contribuciones al
jardín de niños Cuauhtlahuac.
La política de desplazamiento a la maquila domiciliaria se agudizó la
madrugada del 6 de diciembre de 2010, cuando la empresa redujo su
planta de Calpulalpan a la mitad. El pasado 18 de julio dio el golpe
final intentando sustraer toda la maquinaria de la empresa. El
sindicato, con el apoyo de la comunidad en Calpulalpan, se lo
impidieron. Hoy, los trabajadores se encuentran en plantón en las
afueras de las instalaciones y crece el apoyo nacional e internacional a
su reclamo de que sea reabierta por ser una importante fuente de empleo
en esa zona.
Las autoridades de trabajo han hecho causa común con la empresa para
desesperar a los trabajadores y forzarlos a aceptar las reducidas
liquidaciones que les ofrecen mediante volantes y comunicados en la
zona. La parcialidad de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de
Tlaxcala y de su presidenta, Karina Edith Torres Vázquez, ha quedado
evidenciada al rechazar en repetidas ocasiones todas las gestiones
legales de los trabajadores. El primer emplazamiento de huelga con
motivo de la suspensión laboral lo rechazó con el argumento de que no
aparecían las firmas del comité en todas las hojas del documento; cuando
éstas fueron recabadas, su explicación fue distinta, ahora relacionada
con la toma de nota que a la propia junta le corresponde expedir. Indica
que el comité ejecutivo no está debidamente integrado y que primero
deben subsanar diversos aspectos estatutarios antes de dar trámite
alguno a la gestión; eso sí, se ofrece como intermediaria para lograr la
inmediata liquidación de los obreros.
Ante la complicidad de las autoridades locales de Tlaxcala, los
trabajadores buscan solidaridad y exigen al gobernador Mariano González
Zarur que intervenga, no para buscar liquidaciones, como pretenden
Sandak y la presidenta de la junta, sino para preservar la fuente de
trabajo y evitar que se amplíe la cadena de esta nueva forma de
esclavitud que constituye la maquila a domicilio.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/13/opinion/019a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/13/opinion/019a1pol
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