Apartir de
2006, Nuevo León comenzó a experimentar un recrudecimiento de la
violencia, como consecuencia de la lucha frontal contra el crimen
organizado y derivado de la presencia militar en Tamaulipas, estado
vecino. Cables diplomáticos generados por el consulado de Estados Unidos
en Monterrey entre 2007 y 2010, los cuales fueron publicados por este
diario en febrero pasado, revelaron la percepción de Washington:
Monterrey, el motor económico del norte de México se convertía
gradualmente en una zona de narcoguerra, pese a los esfuerzos del gobierno mexicano.
El declive de Monterrey de
enclave económicoa “territorio zeta”; una metrópoli que ofrece refugio seguro, ingresos estables (mediante el cobro de extorsiones) y abasto de insumos a la organización delictiva de Los Zetas, así describió a la ciudad el entonces cónsul de Estados Unidos, Bruce Williamson.
Más adelante, en otro cable, Williamson alertó a Washington que las corporaciones policiacas de los tres niveles se encontraban
profundamente infiltradaspor el crimen organizado y la previsible guerra entre el cártel del Golfo y Los Zetas, organización que dominaba la ciudad hacía ya tiempo, finalmente había llegado a la entidad.
En 2007 se registró el asesinato de 29 policías, sin que las
autoridades actuaran al respecto ni se detuviera a los responsables. En
2008 los plagios se incrementaron, exhibiendo la falta de una unidad
antisecuestros y descoordinación del gobierno estatal con las instancias
federales. El 6 de enero de 2009, las instalaciones de Televisa en
Monterrey fueron atacadas con fusiles y una granada. En tanto, el 19 de
enero y el 9 y 10 de febrero se registraron los primeros narcobloqueos, los cuales evidenciaron el dominio de los cárteles
en la ciudad. El 19 de marzo de 2010, Jorge Antonio Mercado y Javier
Francisco Arredondo, estudiantes del ITESM, fallecieron frente al campus
Monterrey en un fuego cruzado. El 6 de octubre del año pasado, Lucila
Quintanilla, estudiante de la UANL, murió durante una balacera en la
plaza Morelos. El atentado al casino Royale el pasado jueves, en el cual
fallecieron más de 50 personas, es una prueba más de las demostraciones
de fuerza de los grupos delictivos y dejan entrever que están
dispuestos a todo. Por ello, el presidente Felipe Calderón señaló que
este ataque fue realizado por
verdaderos terroristasy declaró tres días de luto nacional.
Los narcotraficantes han tomado Monterrey. Se infiltraron en
la vida social en municipios como San Pedro Garza, en el cual algunos
han establecido su lugar de residencia; llegaron a arrebatarles
sirvientas y jardineros a los neoleoneses acaudalados; se apoderaron de
los salones de belleza para convertirlos en negocios que son
administrados por sus amantes; desplazaron a la tradicional clientela de
las familias adineradas, y hoy son ellos los que gastan fuertes sumas
de dinero en lujosas tiendas en exclusivos centros comerciales y
suntuosas agencias automotrices. Han logrado incorporarse en el ámbito
financiero y de negocios a través de inversiones locales, inaugurando
restaurantes o centros de diversión y esparcimiento; algunos otros han
tendido lazos sanguíneos o políticos, emparentando con familias
importantes en la región mediante el matrimonio, las relaciones
extramaritales o el amasiato; sus hijos estudian en las mejores escuelas
y universidades y comparten sus aulas con los hijos de prominentes
empresarios y políticos.
Los narcotraficantes han transformado su rol social y han comenzado a erigirse como líderes en algunos ámbitos, respaldándose en el poder que les da el dinero que han ganado a través de actividades ilícitas y lícitas. Estos individuos se favorecieron, de manera colateral, de actividades como el juego, las apuestas –campo fértil para el lavado de dinero– en alguno de los más de 57 casinos establecidos en Monterrey en los últimos años; y ni qué decir de la trata de personas y la prostitución, la cual se percibe en la proliferación de spas, centros de belleza y masajes.
La vida en Monterrey cambió desde hace tiempo; todo mundo lo percibió pero no se actuó. Así pasó con México, en todo el territorio la población conoce quiénes son los criminales, sólo falta que las autoridades actúen; de lo contrario, la escalada de violencia seguirá creciendo hasta que alguien los detenga.
*Analista en temas de seguridad y justicia
Los narcotraficantes han transformado su rol social y han comenzado a erigirse como líderes en algunos ámbitos, respaldándose en el poder que les da el dinero que han ganado a través de actividades ilícitas y lícitas. Estos individuos se favorecieron, de manera colateral, de actividades como el juego, las apuestas –campo fértil para el lavado de dinero– en alguno de los más de 57 casinos establecidos en Monterrey en los últimos años; y ni qué decir de la trata de personas y la prostitución, la cual se percibe en la proliferación de spas, centros de belleza y masajes.
La vida en Monterrey cambió desde hace tiempo; todo mundo lo percibió pero no se actuó. Así pasó con México, en todo el territorio la población conoce quiénes son los criminales, sólo falta que las autoridades actúen; de lo contrario, la escalada de violencia seguirá creciendo hasta que alguien los detenga.
*Analista en temas de seguridad y justicia
Vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/28/opinion/004a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/28/opinion/004a1pol
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