Ya no se trata
de una guerra por conquista de petróleo, recursos naturales y mercados, sino de
una posible "batalla final" contra los hambrientos en rebelión que el mismo sistema capitalista ha generado
y multiplicado
a través de siglos de propiedad privada y de concentración de riquezas en pocas
manos.
|
Asia, África y América Latina concentran a la población de más alto riesgo en caso de hambruna mundial.
|
1) Los tres Apocalipsis
Lo que parece, en primer término, una
expresión surrealista y demente (que el capitalismo "combata al hambre" que
genera), es lo que se han propuesto las naciones centrales más desarrolladas,
que a través de sus instituciones y organizaciones advierten sobre las
implicancias y el peligro que entraña lo que llaman "crisis alimentaría
mundial" y cuyos efectos ya se vienen proyectando por medio de estallidos sociales y
revueltas de los pobres por todo el planeta.
En su dinámica histórica
concentradora de riqueza en pocas manos (y como producto de la propiedad privada
explotada sin planificación) el capitalismo ha depredado los ríos, la fauna y
los bosques, produciendo las condiciones para un "Apocalipsis natural" de
la mano del calentamiento global y de la extinción de los recursos naturales
esenciales.
En un segundo frente, las guerras
intercapitalistas por la conquista de mercados y el negocio con el armamentismo
han creado las condiciones para un "Apocalipsis nuclear" de la mano de
los arsenales atómicos que las potencias centrales acumulan como "efecto
disuasivo" contra sus rivales, y cuya utilización efectiva nadie puede prever en
el futuro.
Y hay un tercer frente que se
suma: La plaga del hambre que ya se extiende como una epidemia por las áreas
empobrecidas del planeta generando las condiciones para un "Apocalipsis
social".
No hace falta mucha imaginación (el
fenómeno ya se verifica en la realidad) para mensurar el factor apocalíptico
masivo que representaría para el sistema el avance de ejércitos de
hambrientos buscando comida para supervivir en las grandes urbes,
enfrentando con la violencia a la represión militar o policial.
¿Que puede detener a un
hambriento? Se trata del instinto de conservación, el primer sistema de
señales que guía la conducta de un ser humano o de un animal en situaciones
extremas de lucha por la supervivencia.
¿Acaso se utilizarían tanques,
aviones y arsenales nucleares para detener a los miles de millones de
pobres atacados de "hambre celular" que se abalanzarían masivamente sobre
las ciudades para conseguir alimentos por los medios que fuesen?
¿Con qué discurso los políticos del
sistema podrían contener a los atacados de incontinencia alimentaria y
reencauzarlos por la senda de la "civilización" y de la
"gobernabilidad democrática" capitalista?
¿Cuanta propiedad privada
concentraría un "empresario" capitalista antes de que las multitudes de
hambrientos saqueen su casa y destruyan todo lo que encuentran a su paso,
incluso su vida y la de su familia?
¿Cuantas balas o misiles alcanzarían
a disparar las tropas militares antes de ser destrozadas por las multitudes
enfurecidas por el hambre y la reacción instintiva de la búsqueda de
supervivencia a cualquier costo?
Los estallidos latentes
Estallidos en
Haití por demanda de alimentos.
|
No se trata de una revolución
racional y planificada por la toma del poder político, se trata de la "barbarie"
en su escala primitiva, una regresión al hombre prehistórico, sin ningún molde
de "civilización" o de "convención social" que lo contenga en su búsqueda de
alimentos para supervivir en la inmediatez.
A excepción de los marginados masivos
de la sociedad de consumo capitalista, que no alcanzan a cubrir los niveles
esenciales de supervivencia, el resto de la sociedad mundial (tanto en el mundo
dependiente como en el mundo de las potencias capitalistas dominantes) está
programada a partir de una estructura piramidal de individuos-masa nivelados
por la ideología del consumo capitalista.
La manipulación psicológica con el
consumismo (para vender productos capitalistas) desarraigó al individuo-masa de
los valores de su propia cultura, historia y tradiciones de origen, y lo
convirtió en un alienado universalizado y sin conciencia.
Curiosamente, el sistema que niveló a
la humanidad en la ideología del consumo como "pensamiento único",
hoy retacea a las mayorías planetarias la materia prima del consumo: Los
alimentos esenciales para la supervivencia.
La ONU, el Banco Mundial, la mayoría
de los expertos y últimamente el G-8, vienen advirtiendo desde tres años sobre el peligro de
estallidos sociales a escala global que podrían generarse por el impacto de
los precios del petróleo sobre el costo de los alimentos en los países más
pobres de Asia, África y América Latina.
El FMI
advirtió en varios informes de que la crisis mundial es
mayor de lo que se preveía, y que va a
condenar al hambre y la desesperación a las masas más empobrecidas del mundo dependiente,
en Asia, África y América Latina.
"Miles, cientos de miles de
personas padecerán hambre. Los niños sufrirán de malnutrición, con consecuencias
por el resto de sus vidas", señaló el FMI, advirtiendo que la
crisis social causada por la inflación en los precios de los alimentos ya esta
desencadenando conflictos sociales a nivel mundial.
|
En busca de comida:
desnutrición infantil en Latinoamérica
|
La guerra perdida del capitalismo
La "emergencia alimentaria" producida por la escalada de los precios del petróleo,
con su inmediato emergente de conflictos y estallidos sociales que ya empiezan a extenderse
por los países periféricos, determinó, a su vez, una operación "salvataje de los
pobres" que el Banco Mundial, el FMI y el G-7 dicewn querer profundizar, no para
reparar las injusticias cometidas por la concentración de riqueza en pocas
manos, sino para salvar al sistema de la escalada de conflictos sociales y
gremiales que pueden terminar de un plumazo con el actual modelo globalizado de
depredación capitalista.
Lentamernte, los responsables y
estrategas institucionales del sistema comienzan a tomar conciencia de que la
"crisis alimentaria" no tiene otra barrera de contención posible que la de
suministrar alimentos a los hambrientos antes de que les estalle el planeta
en las manos.
El director del
Departamento de Agricultura de la Organización para la Agricultura y la
Alimentación de Naciones Unidas (FAO), José María Sunsi, advirtió de que es
necesario incorporar en el mercado mundial de alimentos "mecanismos de
información y prevención" para poder anticipar las crisis alimentarias y
evitar que lleguen a "extremos tan graves" como los estallidos
sociales provocados en distintas escalas por la
subida sin precedentes del precio de los alimentos.
Por su parte, la ONU y otras
organizaciones internacionales en el 2008 legaron a un acuerdo para crear una "unidad
de crisis" destinada a responder al desafío de la actual plaga alimentaria
mundial, anunciado en Berna el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Ban realizó una reunión en Berna con los dirigentes de las 27 agencias y organizaciones de Naciones Unidas para trazar un plan "de emergencia" para hacer frente a la crisis provocada por la subida de los precios de los productos alimentarios.
Ban Ki-moon., un apéndice de Washington en la ONU, señaló que la prioridad inmediata debe ser "alimentar a los hambrientos" e hizo un llamamiento a los países a contribuir, "urgente y plenamente", con fondos para el Programa Alimentario Mundial (PAM).
Las potencias vienen hablando de un "Nuevo Trato (New Deal) para una Política Mundial de Alimentos", acordado en el Comité de Desarrollo, el panel que fija las políticas del Banco Mundial y que se reunió en Washington como parte de las asambleas de gobernadores que realizó la institución este fin de semana conjuntamente con el Fondo Monetario Internacional.
El entonces presidente del BM, Robert Zoellick, señaló en el 2008 que los gobiernos deben intervenir de forma "urgente" para evitar que la crisis alimentaria hunda aún más en la pobreza a 100 millones de personas, y pidió a países donantes cumplir pronto sus compromisos de completar un faltante de US$ 500 millones en las Naciones Unidas destinado a amortiguar el hambre en el mundo.
Ban realizó una reunión en Berna con los dirigentes de las 27 agencias y organizaciones de Naciones Unidas para trazar un plan "de emergencia" para hacer frente a la crisis provocada por la subida de los precios de los productos alimentarios.
Ban Ki-moon., un apéndice de Washington en la ONU, señaló que la prioridad inmediata debe ser "alimentar a los hambrientos" e hizo un llamamiento a los países a contribuir, "urgente y plenamente", con fondos para el Programa Alimentario Mundial (PAM).
Las potencias vienen hablando de un "Nuevo Trato (New Deal) para una Política Mundial de Alimentos", acordado en el Comité de Desarrollo, el panel que fija las políticas del Banco Mundial y que se reunió en Washington como parte de las asambleas de gobernadores que realizó la institución este fin de semana conjuntamente con el Fondo Monetario Internacional.
El entonces presidente del BM, Robert Zoellick, señaló en el 2008 que los gobiernos deben intervenir de forma "urgente" para evitar que la crisis alimentaria hunda aún más en la pobreza a 100 millones de personas, y pidió a países donantes cumplir pronto sus compromisos de completar un faltante de US$ 500 millones en las Naciones Unidas destinado a amortiguar el hambre en el mundo.
En la dinámica de concentración de
riqueza del capitalismo en la era transnacional, los US$ 500 millones ofrecidos
para paliar el hambre en el mundo resultan una cifra magra y absurda que
no alcanzan ni siquiera para subsanar el hambre en un solo país.
Para dar una dimensión numérica de la
depredación capitalista a escala planetaria baste citar que -según el Wall Street Journal- los activos financieros
globales (el dinero especulativo sin fronteras), suman alrededor de US$ 59,4 billones
(millones de millones).
Esta masa de dinero (producto de la
depredación capitalista a escala global) equivale a casi 25 veces el presupuesto anual
de EEUU (US$2,4 billones), o algo más asombroso aún: Esa suma equivale a
casi el total del PBI mundial (US$ 65 billones).
Con solo el 5% de la suma compuesta
por los "activos financieros globales" (unos US$ 3 billones) se podría alimentar
y cubrir las necesidades de salud de toda población mundial hoy marginal y carenciada.
Baste mencionar que la totalidad del
gasto armamentista en el mundo asciende a US$ 1,5 billón, y que En Wall
Street (el templo del dinero especulativo mundial) se cotizan acciones por US$
22 billones.
En este escenario, los US$ 500
millones mencionados por la ONU y el Banco Mundial como esenciales para
"combatir el hambre" carece de toda lógica matemática y realista.
La suma mencionada como esencial para
dar la "guerra contra el hambre" equivale a menos de 10% de la fortuna
personal de Warren Buffett, el especulador más emblemático de Wall Street, y
resulta menos que un mendrugo comparada con las fortuna de los diez "hombres más
ricos".
|
Reparto de comida en Perú
|
La hora del
Apocalipsis social
La prensa internacional (parte
integrante del sistema) pone en esta dinámica de "salvataje de los pobres"
al FMI, al
Banco Mundial, al G-7 y el G-8, como si fueran instituciones del "bien
común" y sin fines de lucro, luchando para terminar con la injusticia y el
hambre en el mundo.
Antes que nada, el Banco Mundial, el
FMI, el G-7 y el G-8 son las máximas entidades representativas del capital
trasnacional que depreda el mundo con las trasnacionales y con el sistema de
especulación financiera con sede central en Wall Street.
Antes de la crisis financiera con las
subprime en EEUU, y con el triunfo del Dow
Jones en Wall Street, reinaba la fiesta del sistema capitalista sionista trasnacionalizado y nivelado planetariamente como dinámica de concentración
de riquezas en pocas manos, que condujo a la mitad de la población del
planeta a sobrevivir en la extrema pobreza y en la marginalidad social.
La
concentración del capital mundial en mega-grupos o mega-compañías
trasnacionalizadas, fue el aspecto más definitorio de la llamada "globalización
económica".
Finalmente, el explosivo cóctel
petróleo-alimentos-crisis financiera que ya tomó dimensiones globales determinó
que las potencias más ricas, con EEUU y Europa a la cabeza, se dedicaran
al "salvataje" de sus bancos y mercados financieros.
El encarecimiento del petróleo y de
los carburantes y su impacto inmediato sobre los alimentos de consumo básico,
el aumento de la población empobrecida, el cambio climático y las sequías en
África y las inundaciones en Asia, entre otros factores, se retroalimentan en
incuban focos de estallido social en gran escala que todavía nadie sabe como
prever y controlar.
Ya en marzo de 2007 Fidel Castro,
había alertado en un artículo, publicado en el diario cubano Granma, que si se
aplicaba la producción masiva del biocombustible etanol a los países del
Tercer Mundo, estos verían cuántas personas dejarían de consumir maíz entre las
masas hambrientas del planeta. "O algo peor (...) no quedará un árbol para
defender la humanidad del cambio climático".
Ahora,
la alarma ya ha cundido hasta en los más altos estamentos del poder
capitalista que observan como los procesos de rebelión pueden entrar
nuevamente en ebullición a causa de la escasez y suba de los alimentos
esenciales.
Paradojalmente, y como producto de
sus propias contradicciones, el sistema capitalista, hoy se encuentra amenazado
por la propia plaga masiva que generó: El hambre mundial.
Y sus estrategas económicos, formados
en las guerras por conquista de mercados, en un repliegue táctico, intentan el
diseño operativo de la única batalla que no pueden ganar.
Matemáticamente, el hambre y los
hambrientos, son mayoría en el planeta, y la "crisis alimentaria" mundial los
multiplica como a los panes de Jesús que solo llegan a las mesas de
los privilegiados de la pirámide capitalista.
En esa ecuación se resume el peligro
potencial del "apocalispsis social" que la instituciones y
autoridades del sistema advierten ante la indiferencia de los especuladores
financieros y concentradores de riqueza capitalista empresarial que siguen
depredando el planeta como si nada pasara.
Se trata en definitiva, de una
dinámica irracional de autodestrucción que solo conduce a lo que viene: La
guerra por la supervivencia alimentaria que solo podría ser detenida con una
distribución equitativa de los alimentos y una reprogramación del sistema
productivo a escala mundial orientado hacia las mayorías.
En resumen, y como el capitalismo no
puede renunciar a sus leyes históricas (concentración de riqueza en pocas manos)
la "guerra contra la pobreza" es un mito que solo intenta retrasar el reloj de
la historia, o sea el "Apocalipsis", que tanto en su variante "social"
como "natural" o "nuclear", parecen ver cada vez mas cerca los representantes
más lúcidos del sistema.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario