La causa
por el doble atentado de Noruega sufrió un repentino giro de ciento
ochenta
grados. En su presentación ante la Justicia, Anders Behring
Breivik confesó haber tenido el apoyo y la colaboración de otras dos
células en la matanza del viernes. De ese modo echó por tierra sus
primeras declaraciones, donde señalaba que había actuado solo. Aunque el
joven xenófobo y ultraderechista asumió por segunda vez la autoría,
volvió a negar su culpabilidad en el ataque. Breivik finalizó su primera
declaración a puertas cerradas ante el juez Kim Kim Heger, encargado de
escuchar su versión de los hechos en Oslo y la isla de Utoya, poco
después de las 14.30 (hora local) y tres días después de la masacre.
Tras reconocer que demoraron 20 minutos en llegar a la isla, las fuerzas
de seguridad sumaron un nuevo bleuff cuando trascendió que el servicio
secreto noruego (PST) tenía en la mira a Breivik desde marzo por la
compra de productos químicos en Internet que, presumiblemente, utilizó
para armar la bomba colocada en el coche bomba. El juez aceptó el pedido
de la policía y le dictó al acusado una prisión preventiva de ocho
semanas renovables. La policía difundió un nueva nómina de víctimas
donde ya no son 93 los muertos sino 76.
Barajar y dar de nuevo. Tal parece ser la consigna por estas horas
para la causa judicial de la masacre de Noruega, a partir de ciertos
detalles surgidos sobre la actuación policial y la presentación de
Breivik ante la Justicia. Según declaraciones de la jefa del PST, Janne
Kristiansen, Breivik había adquirido productos químicos a un comerciante
polaco. Por ese motivo, el joven figuraba en una lista especial desde
marzo. “Eso no fue indicio suficiente para realizar una investigación
más exhaustiva”, admitió Kristiansen. La policía informó ayer que
Breivik, que en el atentado de Oslo utilizó una bomba de 500 kilos,
había comprado en los últimos meses grandes cantidades de fertilizantes
plausibles de ser utilizados en la elaboración de explosivos.“Hay dos células más en nuestra organización”, dijo Breivik en su indagatoria. Al finalizar el interrogatorio, el juez afirmó que el acusado había realizado declaraciones que merecen una investigación adicional. El perfil del joven xenófobo sigue tomando forma. Según un portavoz del juzgado, Breivik señaló que su objetivo durante los ataques fue castigar a la socialdemocracia por importar musulmanes. “El detenido aseguró que necesitaba perpretar estos atentados para salvar a Noruega y a Europa occidental de los musulmanes y del marxismo cultural”, continuó la misma fuente. Esa posición fundamentalista y mesiánica cobró más fuerza cuando el atacante remarcó ante el juez que pretendía limitar las opciones de los laboristas (actualmente en el gobierno) para acceder al poder.
Por su parte, el fiscal Christian Hatlo adelantó que el joven noruego será sometido a un examen psiquiátrico para determinar si está en plena posesión de sus facultades mentales. Para Hatlo, Breivik dio la impresión de una persona tranquila e imperturbable. “Le importaba explicar sus motivos para cometer el atentado en el barrio gubernamental de Oslo y la masacre en la isla de Utoya.”
La nómina de muertos fue otro tema que ayer salpicó a la atribulada policía, que bajó de 86 a 68 el número de víctimas en la isla de Utoya, y elevó de siete a ocho los muertos provocados por la bomba en el centro de Oslo, arrojando un balance provisorio de 76 fallecidos. Esa diferencia se debe, según los voceros policiales, a las difíciles circunstancias que marcaron el rescate y la difusión de las primeras informaciones. Como si todo esto no fuera suficiente para la atribulada sociedad noruega, se supo, además, que la policía llegó tarde a la isla porque no disponía de un barco con capacidad para transportar al personal para enfrentar los disparos de Breivik. Tampoco disponía de helicópteros, según el jefe policial Sveinungn Sponheim, porque la base se encuentra en el sur del país.
En el mediodía escandinavo, cinco millones de noruegos cumplieron a rajatabla con el duelo por los asesinatos del viernes. A esto se sumó un paro de trenes y la paralización total del tránsito, dando la sensación de que el tiempo se había detenido en la capital noruega. “Declaro un minuto de silencio nacional como homenaje a las víctimas de los edificios gubernamentales de Oslo y de (la isla de) Utoya”, dijo el primer ministro, Jens Stoltenberg, desde el aula de la Universidad de Oslo. Los miembros de la familia real, encabezados por el rey Harald, fueron los primeros en estampar su firma en el libro de condolencias de la universidad. A pesar del mal tiempo, miles de personas participaron del acto oficial.
Vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-173029-2011-07-26.html
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