- Reflexiones (Foto: David Fernández)
Desde el primer día, el Movimiento
del 15M ha desbordado cualquier
previsión. Ha canalizado malestares
muy dispares, procedentes de diferentes
estratos sociales e ideológicos.
En sus más de 40 días de conformación,
ha denunciando las injusticias
de un sistema político y
económico más preocupado de los
mercados que de la ciudadanía.
Junto a este discurso habitual de las
izquierdas y de los movimientos sociales,
también “hay una especie de
amateurismo impresionante –se discuten
desde cero realidades o proyectos
que llevan ya muchos años de
análisis a sus espaldas– que mucha
gente considera muy positivo”, explica
Carolina del Olmo, integrante
del colectivo cultural Ladinamo.
En esta situación, intentamos desgranar
con distintas personas la conformación,
el desarrollo y el camino
que emprenderán estas movilizaciones.
Lejos de querer trazar una línea
recta, abrimos cuestiones que durante
estos días han rondado por las
acampadas y asambleas y que casi
nadie todavía se atreve a contestar
con seguridad. Mucho menos a profetizar
que sucederá en las próximas
semanas... Con distinta participación
en el movimiento y experiencia previa,
charlamos sobre alguna de estas
cuestiones con Carolina del Olmo,
integrante de la asamblea del barrio
madrileño de la Guindalera; Javier
Peña, activista social madrileño y
participante de la comisión de
Barrios; Marga Padilla, cofundadora
de Sindominio.net e ingeniera informática;
y con Pau Valle participante
en el Grupo de Trabajo de Cultura
del 15M. Los cuatro han respondido
al siguiente cuestionario:
1. ¿Qué ha llevado al movimiento a
conquistar el espacio público y a
mantenerse en él?
2. En este proceso, ha tenido gran
importancia la organización por
oficios, ¿se puede sacar alguna conclusión
o tendencia tras este asociacionismo
corporativo?
3. ¿De qué forma se pueden recombinar
esos diferentes malestares hacia
un avance más concreto de las
reivindicaciones que estos días se
han manifestado?
“SE INTENTA REINVENTAR EL SINDICALISMO”
Javier Peña, participante en la comisión de Barrios
1. Con el avance del neoliberalismo
y el consecuente adelgazamiento
del Estado, se ha producido
una crisis de legitimidad de
la democracia representativa. En
los últimos años, se ha hecho evidente
que los políticos obedecen a
los “mercados”, lo que, casualmente,
siempre se traduce en recortes
de derechos sociales, privatizaciones,
rescates públicos a bancos privados
y, por otro lado, se desahucia
a familias, hay cinco millones
de personas en el paro, se disminuyen
ayudas sociales, etc.
2. En Madrid, la comisión de
Extensión Laboral está fraguando
una propuesta muy ambiciosa,
que consiste en la convocatoria
de asambleas constituyentes
del 15M en cada trabajo. Asambleas
de trabajadores organizados,
a su vez, en asambleas gremiales, y
éstas a su vez, coordinadas por una
asamblea de Trabajadores. Lo han
llamado “sindicalismo sin sindicatos”, y proponen fórmulas legales
para que la asamblea de trabajadores
obtenga la protección que tiene
un sindicato (para evitar despidos
automáticos), y la capacidad de
convocar huelgas legales. Sería una
forma de reinventar el sindicalismo.
3. Bueno, la recombinación de
estos malestares se está articulando
en torno a las asambleas
populares que funcionan en
barrios y pueblos. Es una forma de
vincular las luchas al territorio concreto,de consolidar el movimiento y
hacerlo duradero en el tiempo. En el movimiento hay dos líneas
paralelas y complementarias. Por
un lado, está la vía reivindicativa y,
por otro lado, está la vía de la autoorganización
y de la acción directa,
“del tomar y del hacer”.
La descentralización facilita que
todo sea democrático, duradero y
efectivo. A la vez, se va construyendo
la democracia que queremos, la
de las asambleas populares, directas
y horizontales, sin pedirle a
nadie que nos deje participar. Lo
hacemos nosotras, si no nos escuchan
nos hacemos oír, si algo nos
parece justo lo llevamos a cabo, si
algo es injusto lo paralizamos.
“SE HACE POCO HINCAPIÉ EN LOS CUIDADOS”
Carolina del Olmo, de la asamblea de la Guindalera
1. La crisis ha hecho que gran
cantidad de gente cobre conciencia
de lo que un grupo más
minoritario ya veía como muy problemático
en la “bonanza”: una
sociedad desigual, poco cohesionada
e injustísima; que la redistribución
del sistema fiscal es una
farsa; que el ritmo de trabajo que
se nos impone es incompatible con
prácticamente cualquier otra actividad
vital... En suma, que el capitalismo
tiene una cara muy, muy fea
que el consumismo hedonista multicolor
no puede seguir ocultando.
2. Para estas cosas, soy bastante
antigua, y aun sin desestimar
las posibilidades de nuevas
redes y alianzas, me parece básico
reconstruir las más tradicionales.
Así las cosas, que la gente se agrupe
en sus barrios o en sus lugares
de trabajo me parece enormemente
positivo. En el mundo laboral un primer
paso básico es darse cuenta
de que donde ves problemas individuales
hay en realidad conflictos
colectivos en potencia, expresiones
de abusos de poder evidentes, etc.
Por otra parte, la agrupación gremial
también es muestra de la complejidad
del monstruo, y de la compartimentación
y especialización
reinantes, que no sé si es bueno o
malo. El riesgo típico de este tipo
de situaciones sería que los árboles
no dejen ver el bosque, y que de la
confianza en quienes saben más
que nosotros de algún tema se
pase a una sumisión al experto. Sin
embargo, no se está yendo en este
sentido. Más bien al contrario.
3. Una ciudadanía reagrupada,
desatomizada, es de un
valor incalculable. Y si entre todos
sabemos ir conectando local y
global –hoy paramos el desahucio
de un vecino y, de paso, lo entendemos
como una derivación del
poder rampante y excesivo de las
élites especulativas— la cosa irá
por el buen camino. En cuanto a
las cuestiones que pueden suscitar
un amplio consenso, se hace
poco hincapié en la crisis de los
cuidados, pero me parece esencial
darle vueltas a la idea de que
todos somos más o menos vulnerables
y dependientes.
“EL MOVIMIENTO NO ES UN AUTOMATISMO”
Marga Padilla, cofundadora de Sindominio.net
1. En principio puede parecer
evidente que con esta crisis
haya un movimiento de respuesta.
Digo ‘en principio’ porque si se
piensa un poco, se ve que de una
crisis también podría haber surgido
un movimiento fascista. Entonces,
el movimiento no es simplemente
un automatismo. Es una creación
colectiva. Más que una “respuesta”
a un problema, es un conjunto de
“preguntas” que abren a una nueva
situación: ¿qué es la democracia?,
¿cómo hacemos para tomar las
decisiones?, ¿qué es el respeto?
En esta creación colectiva, lo más
insólito es el deseo de diluir el individualismo,
de despojarnos de todo
lo que nos separa (incluyendo las
ideologías) y de recuperar lo que
nos une (el hecho de ser personas).
2. La profesión no es un punto
de partida útil para organizar
el conflicto y en cambio sí que es
un punto de partida útil para organizar
la cooperación. La gran cantidad
de saberes desplegados en el
movimiento, y la capacidad de
autoorganizarlos en cooperación
horizontal son una evidencia de
cómo los cambios en la organización
productiva nos han llevado a
todo el mundo a “ser empresa” y
a tener que aprender a cooperar
con otros que también “son empresa”.
Esta circunstancia, que cuando
se da desde el individualismo
produce tanto cansancio físico y
malestar emocional, dentro del
movimiento es un fluir muy gozoso
de la cooperación, y deslegitima el
papel de los políticos.
3. En un mundo tan complejo
como es el actual, la misión
de las reivindicaciones debe
replantearse. El movimiento expresa
problemas que no necesariamente
deben traducirse en reivindicaciones
concretas. Por
ejemplo, hay un problema con la
vivienda. ¿El movimiento debe
decidir una solución a ese problema?
En mi opinión no, es el termómetro,
el sensor que señala
qué cosas deben cambiar. El
movimiento es el sistema de alertas.
Y el sistema político debe
escuchar las alertas e implementar
las soluciones.
“DE LAS DENUNCIAS, A LAS PROPUESTAS”
Pau Valle, participa en el Grupo de Trabajo de Cultura
1. Si algo ha puesto de manifiesto
la crisis en la que estamos
inmersos, es que las calles
están vacías de ciudadanos, especialmente
en lugares como Sol, normalmente
ocupado por consumidores.
Sólo cuando empezamos a
tender cuerdas entre las farolas,
o a fijar carteles en los escaparates,
empezamos a sentir que la ciudad
es nuestra, que las calles son de
los ciudadanos. La ausencia de
bancos donde sentarse a hablar, y
de fuentes de agua potable en las
que refrescarse, hacen de las calles
un lugar hostil a la ciudadanía. La
posibilidad de recuperar las calles
y las plazas como lugar de debate,
de pensamiento y de acción se
nos apareció de pronto como la
única salida digna.
2. El 15M no sólo no trata de
asaltar el poder, sino que
parece ignorarlo por completo, y
funciona al margen del mismo.
Por eso ha empezado por organizarse
gremialmente, porque hay un
impulso de cambio, y desde cada
oficio se quiere aportar a la sociedad
combustible para ese cambio. Un cambio en las actitudes como
éste es intangible. No puede fracasar,
porque es un cambio que surge
y reside en la conciencia y en los
anhelos de cada persona.
3. Esta movilización presenta
dos tendencias complementarias
que se engarzan la una en la
otra. Por una parte, se trabaja en la
elaboración de propuestas y reivindicaciones
para ser elevadas al conjunto de la sociedad, dirigidas
fundamentalmente a la reforma de
leyes y normativas. Por otro lado,
en las asambleas, comisiones o
grupos de trabajo se plantean problemas
y denuncias, que a menudo
dan lugar a interesantes debates de
los que surgen propuestas encaminadas
a solucionar esas situaciones
de forma directa. Espero que el
15M sea una estructura que no
sólo señale problemas y lance propuestas,
sino que además se constituya
en una plataforma que solucione
problemas de la ciudadanía,
desde la ciudadanía, por la ciudadanía
y para la ciudadanía.
Fuente, vìa :
http://diagonalperiodico.net/Reflexiones-sobre-las.html
http://diagonalperiodico.net/Reflexiones-sobre-las.html
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