Las
autoridades españolas acusaron recibo de la protesta que regresó a
Madrid el fin de
semana. Con picardía y sin utilizar la fuerza, cinco
indignados vestidos con camisas, corbatas y vestidos largos burlaron la
seguridad del Congreso de los Diputados para entregar un manifiesto
donde se incluyeron las demandas de las asambleas del interior del país.
Luego de sortear el cordón policial, los manifestantes dejaron un
petitorio de diecisiete páginas en el interior del recinto. “Lo que
queríamos era hacer llegar la voz de los pueblos. Este trabajo está
hecho, nos vamos a casa”, dijo Borena, una joven que arribó el viernes a
Madrid, desde Barcelona, para participar de la movilización que culminó
el domingo en Puerta del Sol. Setenta personas alojadas en tres tiendas
y rodeadas de policías celebraron con gritos y abrazos el regreso de
los infiltrados, que minutos antes fueron recibidos por un vocero de
Izquierda Unida.
Los indignados volvieron a copar la capital española durante el fin
de semana, convirtiendo espacios públicos como el Paseo de las Cortes en
improvisados campamentos. Con sus compañeros de regreso, explicaron que
la intención no fue impedir la entrada de los diputados al Congreso
–tal como sucedió en el Parlamento catalán hace algunas semanas–, sino
hacerles llegar una serie de peticiones. Una vez que el campamento fue
levantado, los jóvenes que eludieron el vallado aseguraron que los
legisladores de IU los habían invitado al edificio de los grupos, frente
al Congreso. Sin embargo, fuentes de ese partido desestimaron esa
versión al afirmar que fueron los indignados quienes se contactaron con
ellos. El portavoz de IU que recibió el documento dijo que le haría
llegar el escrito a Gaspar Llamazares, vocero en el Congreso. Más tarde,
el mismo Llamazares admitió que el texto estaba en manos del presidente
del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.Mientras se negociaba la entrega del manifiesto, cien indignados eran desalojados con violencia por la policía madrileña del Paseo del Prado, donde realizaban una sentada pacífica en tres de los cuatro carriles de la calle. Por la noche, las protestas volvieron con cortes en la Gran Vía. Desde Twitter, @acampadasol informó que esa marcha comenzó en el boulevard central del Paseo del Prado y se dirigió hacia Cibeles. Acompañados por un fuerte dispositivo policial, los manifestantes continuaron por Alcalá al grito de “nos tocan a una, nos tocan a todas” o “ninguna agresión sin respuesta”. Un gran cartel con la leyenda “no es una crisis, es el sistema” encabezaba la columna que, a la altura de la Gran Vía, cortaba todos los carriles de la calzada.
A minutos de finalizada la movilización, un militante del 15-M confirma el desalojo de las fuerzas de seguridad. “Esta mañana se produjo una carga policial sobre la calle Carrera de San Jerónimo, donde desalojaron y arrastraron a los compañeros que se encontraban acampando”, denuncia Chema Ruiz Loza, miembro de Democracia Real YA (DRY) Madrid, en diálogo con Página/12. El activista señala que, durante toda la tarde, se produjeron cortes y acampadas en Neptuno, Cibeles, la Castellana y Gran Vía, pero que no hubo detenidos durante las refriegas con la policía.
Los indignados españoles esperan organizar una gran movilización en toda España para el 25 de septiembre: será la previa de una futura convocatoria a nivel mundial. “Estamos trabajando de cara a una gran manifestación para el 15 de octubre, incluso, queremos extenderla fuera de Europa”, adelanta Ruiz Loza. Asegura, además, que la organización ya hizo contactos con otros indignados en Egipto, Inglaterra, Portugal y Grecia. “Se ha creado un grupo internacional, si bien estamos todavía decidiendo el lema, tenemos pensado seguir con las reivindicaciones del 15-M”, apunta el integrante de DRY-Madrid.
“Acá hay asambleas casi todos los días”, asegura Ignacio Murgui, de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid. “En la marcha que partió hacia Bruselas se anunció la convocatoria para el 25 de septiembre”, agrega, movilización que entre sus principales demandas se opondrá a la ley hipotecaria (que actualmente prevé un serie de desalojos compulsivos) y por el derecho a la vivienda. Murgui estima que, posiblemente, el lema de la movilización del 15 de octubre condense el espíritu que dio nacimiento al 15-M: “Europa para los ciudadanos y no para los mercados. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-173185-2011-07-28.html
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