EL REFORMISMO INSTITUCIONAL COMO COMPLEMENTO DEL TERRORISMO DE ESTADO EN COLOMBIA
Daniel Pali
Centro de Estudios Policarpa Salavarrieta
Vimos en un artículo anterior[1],
como el reformismo institucional es una lógica del poder bicentenario
que se complementa perfectamente en cada ciclo histórico con el
terrorismo de estado. El reformismo institucional se utiliza ante
situaciones de desborde político -por aumento de la movilización
popular- o ante situaciones de grietas en las fracciones de poder.
El
nuevo gobierno de Juan Manuel Santos, sin lugar a dudas inaugura un
nuevo ciclo de reformismo institucional, ciclo obligado ante el desborde
y resquebrajamiento institucional que generó el período de gobierno de
la fracción de poder liderada por alvaro uribe y los factores de poder
que representaba, como son los sectores mafiosos, financieros,
transnacionales, terratenientes y mineros, su tarea es la
reinstitucionalización del poder.
El nuevo
ciclo de reformismo asume una postura cosmética, rápidamente toma la
tesis de Gustavo Petro de cerco democrático a la insurgencia y propone
la ley de tierras y víctimas, ley que si bien significa progresividad en
la postura del estado sobre estos temas, no representa un cambio
sustantivo, pues las relaciones fundamentales que causaron el despojo y
la crisis humanitaria siguen intactas y avanzando.
Por
ninguna parte se problematiza o crean estrategias en la ley para
transformar la actual estructura de tenencia de la tierra ligada al
nuevo patrón agroindustrial de los agrocombustibles, tampoco se
problematiza el modelo minero expoliador, sanguinario y depredador, en
ninguna parte aparece una política de democratización y depuración de
las Fuerzas Armadas, quienes en versión de la corporación Nuevo Arcoíris[2]
son los factores estructurantes y garantes de la ilegalidad en las
regiones y el campo a partir de su alianza no santa con los factores
mafiosos, paramilitares, terratenientes y transnacionales.
Como
ejemplo de esta situación está la realidad de los llanos orientales,
donde el avance del ejército y el repliegue de la insurgencia, significó
la expansión y posicionamiento del Ejercito Anticomunista de Cuchillo y
toda la política de saqueo de tierras para la expansión agroindustrial.
Sin
embargo el presidente Santos grita eufórico desde el congreso que las
grandes reformas no se hacen en el monte, al respecto dijo “"Si algo
quedó demostrado en la pasada legislatura es que las grandes reformas,
las verdaderas reformas, no se hacen en el monte, secuestrando, volando
torres, atacando pueblos, sembrando minas, reclutando niños y asesinando
inocentes", "Las grandes reformas, las reformas que sirven a la
gente, las estamos haciendo nosotros, los demócratas, desde la orilla de
la ley".
Su auto reivindicación como demócrata
podría caerse por su propio peso si recordamos su complicidad en el
caso de los 4.000 jóvenes asesinados fuera de combate y presentados como
guerrilleros, o su cara eufórica y llena de felicidad enfermiza cuando
exhibía en un balde la mano del comandante de las FARC Iván Ríos, o
cuando gritó plácido que estaba orgulloso que Colombia fuera el Israel
de América.
Pero podríamos estar de acuerdo con
Santos en una cosa, y es que las grandes reformas no se hacen desde el
monte, pero es preciso recordarle que quien formuló la pionera y más
gigantesca agenda de reformas y transformaciones democráticas para el
país fue la UP, movimiento que pagó con sangre su credulidad en la
supuesta apertura democrática, todos trucos de otro ciclo de reformismo
institucional liderado por Belisario Betancur.
No
podemos estar de acuerdo con Santos cuando habla de que está realizando
grandes reformas que sirven a la gente, el ejemplo dramático de la
inexistencia de un cambio sustantivo en las condiciones de la
democracia, la convivencia y la restitución de la tierra lo representa
el impune asesinato de Ana Fabricia Córdoba líder de las victimas
asesinada un día antes de la sanción de la ley, o las decenas de líderes
de las víctimas o de líderes sociales que continúan cayendo.
Para
prolongar los efectos del embrujo reformista, el poder nos habla de la
ultraderecha, de la mano negra que se resiste a las buenas intenciones
de la burguesía reformista y modernizante, es la misma tesis de los
enemigos agazapados de la paz que se difundió durante el ciclo de
exterminio de la década del 80.
Pero el punto
es que estos enemigos de la paz y de las reformas sustantivas no están
agazapados, todos sabemos quiénes son, donde están, a diario firman
jugosos contratos de explotación minera, de expansión de cultivos de
palma africana, a diario ganan grandes licitaciones para la compra de
miles de hectáreas en la Orinoquía colombiana, todos los días publican
editoriales criminalizando y macartizando a los movimientos sociales y a
los luchadores por la paz, todos los días son implicados en juicios por
parapolítica o por ser miembros activos del paramilitarismo mientras
seguían con su uniforme, cada hora trinan desde Twiter.
Entonces,
que tan agazapada está la ultraderecha y que tan víctima es la
burguesía reformista y modernizante?, estamos seguros que son dos
fracciones de poder diferentes, pero sabemos por el persistente ejemplo
de la historia que son fracciones complementarias en la preservación del
poder, incapaces de infringirse daño, su típica conducta es tolerarse,
aunque es más tolerante la burguesía reformista, calla hipócritamente
ante el despliegue del crimen y el terror, mientras que la fracción del
terror persigue, sabotea con saña hasta los intentos más tímidos del
reformismo institucional.
Podemos rastrear un
ejemplo claro de la reacción de la fracción del terror frente al
reformismo institucional en la aprobación de la ley 200 de 1936, una
tímida ley para el agro que fue leída como una revolución en el campo,
frente a ella contestó con la intensificación del terror y lanzó al país
a la más dramática guerra civil hasta los años 50, luego durante la
década del 80, el ciclo de reformismo institucional liderado por la
burguesía modernizante tuvo como respuesta de la fracción del terror el
saboteo de la paz, el exterminio de los actores de la izquierda
democrática y movimientos sociales, así mismo, el último experimento de
reformismo burgués como fue la constitución de 1991, significó solo la
antesala del más demencial exterminio y robo, significó la
reorganización del patrón de acumulación de capital hacia las lógicas
más salvajes y sanguinarias que jamás se hayan conocido.
Vuelve
y juega, de nuevo la agenda del reformismo, la ley de tierras y
víctimas; y de nuevo la maniquea falsedad de ver a la insurgencia
social, política y militar como quien no cree en las reformas, como
quien no valora los cambios mínimos pero “reales”.
Pero
el punto es, que la izquierda real, exige garantías reales, lee los
actos desde la historia y la escena política coyuntural, pero los
cruzada con un mapa de los verdaderos factores de poder y sus
estrategias, factores de poder que en la realidad nacional mantienen la
iniciativa del militarismo y el terror para la defensa a ultranza su
modelo de régimen político y de acumulación, modelo que no resiste a
la pregunta por la verdad, pues su base es la configuración y
acumulación ilegal y criminal.
Si el día de
mañana la insurgencia hiciera público que depondrá su voluntad
insurgente a cambio de verdad, todo el establecimiento temblaría, la
verdad sería más subversiva que 500.000 unidades avanzando sobre Bogotá,
ninguna práctica del poder resistiría la verdad, ni la práctica
reformista parcial, ni la izquierda legal y su arrodillamiento corrupto e
interesado, ni el terrorismo de estado y su íntima ligazón con el
establecimiento, ni el modelo de acumulación que ha regido la sociedad
Colombiana durante los últimos 30 años, para solo mencionar un período
de nuestra historia.
[1] EL SEÑOR MATANZA_ EL SANTANDERISMO COMO RECURSO RITUAL DEL PODER EN COLOMBIA. http://www.centropolicarpasalavarrieta.blogspot.com/
[2] La nueva realidad de las FARC. http://www.nuevoarcoiris.org.co
Vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/reformismo-institucional-como-complemento-terrorismo-estado-colombia
http://www.kaosenlared.net/noticia/reformismo-institucional-como-complemento-terrorismo-estado-colombia
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