Como si se
tratara de una competencia atlética cuyo desarrollo se repetía una y
otra vez,
como en la TV, el cabo de la Policía Federal Ariel Mendoza
corrió ayer seis veces el mismo trayecto que hizo, el miércoles 20,
cuando un disparo que salió de su pistola reglamentaria, una 9
milímetros Bersa Thunder, pegó en la cabeza de Ariel Domínguez, de 22
años, y lo mató en el acto. En la reconstrucción que se hizo en la
esquina de Paseo Colón y Humberto 1º, el arma nunca cayó de la
cartuchera, en ninguna de las seis ocasiones. Esto hubiera corroborado
sus dichos en el sentido de que el arma resbaló hasta el suelo y se
produjo el disparo “en forma accidental”, al golpear la Bersa contra el
asfalto. “Nosotros seguimos pensando lo mismo, que el arma la llevaba en
la mano”, le dijo ayer a Página/12 el abogado Jorge Taiah, quien
representa a la familia Domínguez. Si bien la diferencia –en la
cartuchera o en la mano– no serviría por sí sola para cambiar la
carátula del caso, que hoy es “homicidio culposo”, un delito con un
castigo leve, Taiah sostuvo que “esto no fue un hecho accidental, que es
algo totalmente azaroso. No hay azar cuando hay un mal manejo de
determinadas situaciones. La responsabilidad es muy distinta”.
Taiah, que eludió dar precisiones sobre el trámite realizado ayer
porque rige el “secreto del sumario”, aclaró que resta conocer el
resultado de “otras pruebas” que están en marcha. Una de importancia se
conocerá el martes. Es la pericia conocida como “tormento”, que consiste
en tomar un arma similar a la que llevaba el policía y dejarla caer en
el piso varias veces, para ver si se dispara sola. A la vez, hay que
determinar si el disparo, en caso de salir sin que nadie jale el
gatillo, sigue una trayectoria similar a la que señaló ayer el policía
Mendoza: en línea casi recta, con recorrido de abajo hacia arriba.El relato del agente involucrado fue testeado ayer por la jueza María Gabriela Lanz con tres testigos presenciales: el empleado de un maxikiosco, el cocinero de una rotisería de Paseo Colón al 1100 y un policía de la seccional 14ª. “La reconstrucción fue muy útil porque arrojó nuevos datos positivos para nosotros, pero no puedo adelantar nada, por ahora, porque se impuso el secreto de sumario por diez días”, explicó el abogado querellante. “Lo que puedo confirmar es que corrió seis veces, con el arma en la cartuchera, y nunca se le cayó.”
El día del hecho, el cabo Mendoza estaba haciendo un servicio adicional en el Registro Nacional de las Personas (Renaper), en Humberto 1º al 200. Cuando supo que policías de la seccional 14ª estaban llevando detenidos a unos chicos por realizar “disturbios”, salió corriendo hacia Paseo Colón para “ayudar” a sus colegas. Ayer hizo parte del camino recorrido ese día. Primero se paró en medio de la avenida y cruzó corriendo en dirección norte-sur la calle Humberto 1º. A los pocos metros se desvió en diagonal hacia la vereda de Paseo Colón al 1100 y regresó siguiendo casi la misma línea, siempre corriendo, hasta pararse de nuevo en el centro de la avenida, esta vez casi sobre la senda peatonal, pero del lado sur y no del norte, como cuando empezó la carrera.
El policía quedó de espaldas al joven –siempre según su relato– y allí fue que se le cayó el arma y se disparó. El chico Domínguez también le daba la espalda y recibió el tiro en la nuca. Cayó a poco más de un metro del cordón de la vereda, frente al maxikiosco, que se llama La Ilusión. “No hubo contradicciones con los testigos, porque ellos no vieron toda la secuencia. Algunos sólo vieron al policía cuando levantaba el arma del suelo”, explicó Taiah. El abogado insistió en que “la medida fue útil porque arrojó nuevos datos positivos. No puedo adelantar nada, pero me parece que el hecho se va a esclarecer totalmente”.
“Lo que dijo e hizo el policía y lo que ratificaron los testigos no cambia en absoluto nuestra posición de que llevaba el arma en la mano. Las pruebas que se produjeron y las que se van a producir van a ayudar a determinar cómo ocurrieron los hechos”, recalcó el abogado querellante. Taiah reconoció que es posible que “para la jueza no cambie la figura penal, pero lo que hay que recalcar es que un homicidio culposo no es un hecho meramente accidental. Hay responsabilidades por responder”. Los querellantes apuntan a determinar la parte que le cupo al policía y también “las responsabilidades superiores”.
El policía dijo que tenía puesto uno solo de los dos seguros que tiene el arma, lo que puede ser considerado negligencia. El dermotest en las manos y en la ropa del agente se hizo a las 23.30 del día del hecho, que había ocurrido siete horas y media antes. La denuncia ante la fiscalía demoró cuatro horas y los gendarmes que hicieron las pericias tardaron dos horas en llegar. Hubo tiempo para cambiar la escena del crimen y eso es lo que cuestionará la querella.
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-173380-2011-07-30.html
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