Como emergente del uso y las costumbres, el sistema que gobierna el
planeta ha dividido la cabeza humana en dos compartimientos estancos: La
realidad y el discurso. La realidad puede ser captada por las mayorías, pero el
discurso puede remodelar la realidad y hacer pensar a las mayorías como si
fueran las minorías. De esta manera, lo que en el sistema capitalista es una
vulgar forma de robar (compulsivamente) con la especulación financiera, se
convierte luego en una "causa moral" para salvar al verdugo con el trabajo y el
sufrimiento del sometido.
|
|
Cuando las
empresas y los bancos capitalistas diseñan y ejecutan "planes de
negocios", son "pragmáticos". Cuando explican públicamente estos planes,
son "morales". La rentabilidad privada (pragmática) que rige los "planes
de negocios" capitalistas, por imperio de la conversión "moral", se vuelve
de esta manera "causa social". No estamos haciendo negocios privados, sino desarrollando una causa empresarial al servicio de todos.
de esta manera "causa social". No estamos haciendo negocios privados, sino desarrollando una causa empresarial al servicio de todos.
En Wall
Street, el mismo escenario donde hace tres años se derrumbaba el coloso
financiero Lehman Brothers y estallaba la crisis del robo con la
"burbuja financiera",
Barack Obama, el presidente de turno USA, hizo un llamamiento moral
y exigió a las corporaciones de Wall Street que dejen atrás un periodo
de
"abusos, excesos, imprudencia y crisis" y anunció nuevas medidas
regulatorias para evitar que se repitan este tipo de colapsos.
También
señaló que "se necesitan reglas fuertes para prevenir que de nuevo se produzcan
estos riesgos sistemáticos", por lo que pidió "a la industria financiera que
se sume a este esfuerzo constructivo para actualizar el marco regulador".
Entiéndase
bien: El macro-robo financiero con los bonos sin respaldo nuncan se llaman de esa
manera, según Obama, sino "abusos, excesos, imprudencia y crisis".
En el
mundo real de "Alí Babá y los 40 ladrones", pedirle a los banqueros sionistas de
Wall Street que se sumen a un "esfuerzo constructivo" para regularse y
controlarse a si mismos, es como pedirles que renuncien a su identidad y a su
naturaleza histórica: La búsqueda de rentabilidad y la concentración de
riqueza en pocas manos.
El Estado
imperial no es una organización filantrópica al servicio de "causas morales", sino una herramienta normativa y reguladora del sistema capitalista
que lo utiliza y controla para generar rentabilidad tanto en los tiempos de
"burbujas" como de "crisis".
Obama,
fiel reflejo del Estado imperial que lo tiene como su gerente eventual, parte de
un presupuesto alienado (y alienador) básico: Las crisis del capitalismo no se
producen a causa del robo (explotación del hombre por el hombre) y de la concentración de
riqueza (el producto del robo) en pocas manos, sino a causa de los "errores y
excesos".
Para
volver a la realidad, conviene hacer una conversión operativa: Donde dice
"errores y excesos", escribir "robos y emergentes". Y agregar: La
naturaleza existencial del sistema capitalista es la apropiación del trabajo
social y colectivo mediante el engaño y el doble discurso. Sin ese requisito
previo, no podría existir como sistema.
En la realidad, fuera de los marcos
del discurso, toda la estructura operativa del
sistema capitalista (económica, científica, militar, política, cultural,
mediática) se resume en un axioma: Comprar barato y vender caro.
Primero, vendo caro
con la "burbuja":
|
|
Los bancos que financiaron
originalmente los créditos hipotecarios baratos en EEUU (la base del "boom
inmobiliario"), para deshacerse del riesgo a largo plazo vendieron los bonos de
esa deuda (hipotecas subprime), a poderosos bancos y fondos de inversión de Wall
Street (entre los que se encuentran los grupos controladores de la Reserva
Federal), que los colocaron a altísimos intereses en los mercados de
capitales globalizados a nivel planetario.
O sea que, el negocio original en
EEUU, el "boom inmobiliario" estadounidense derivó (a través del capital
especulativo y sin fronteras) en una "burbuja financiera" descomunal que
derramaba altísimos niveles de ganancias entre los tenedores de esos bonos, los
llamados "inversores", en los mercados de Europa, Asia y América Latina.
Hay expertos que sostienen que un
equivalente billonario a más de un PBI de EEUU y Europa juntos circulaba en
papeles sin respaldo de la "burbuja financiera" que se generó en Wall Street a
fines de la década del noventa desparramando ganancia especulativa a escala
planetaria.
Las "súper-fortunas" personales, los
"súper-activos empresariales" se nutrieron de este macro-robo monumental del
capitalismo financiero especulador que inventó una economía paralela: La
economía de papel.
Según The Wall Street Journal,
los fondos subprime del "boom inmobiliario" de EEUU fueron atractivos para
inversionistas mientras las agencias calificadoras de riesgo mantuvieron una
alta valoración, lo que sucedió mientras la Fed mantuvo bajas las tasas de
interés.
Cuando los grandes bancos y fondos de
inversión comenzaron a colocar los bonos de la deuda inmobiliaria en EEUU en los
mercados globales, S&P, Moody's Investors Service y Fitch Ratings (las tres
principales calificadoras de Wall Street) otorgaron calificaciones
excelentes a esos valores que, según el Journal, se construyeron a
partir de préstamos "cuestionables".
De esta manera -sigue el Journal-
enviaron una señal de que estos valores eran casi tan seguros como los bonos
del Tesoro de EEUU.
Pero cuando las tasas de interés
subieron, la calificación bajó drásticamente -dice el Journal- y
millones de familias no podían pagar más la hipoteca contraída y los
inversionistas (que compraron los bonos en los mercados globales)
retiraron con pánico su dinero de dichas inversiones.
De este modo -explica The Wall
Street Journal- estalló la "burbuja hipotecaria", arrastrando a Wall
Street y a los mercados bursátiles del mundo entero.
En resumen, y como resultante del
proceso, los tenedores de los bonos subprime "desvalorizados" comenzaron a
venderlos en masa generando un colapso generalizado (de todos los índices
y acciones) de los mercados financieros en EEUU, Europa, Asia y América Latina.
Y llegó el "lunes negro" de
septiembre de 2008 donde la quiebra del gigante Lehman Brothers marcó el
principio de un salto cualitativo: La crisis hipotecaria devino finalmente en
crisis financiera caracterizada por una iliquidez pronunciada y creciente
del sistema financiero.
Allí se destapó la mentira y la
falta de respaldo de centenares de billones de dólares transferidos por
asentamientos financieros y papeles que, cuando los tenedores quisieron
convertirlos en dinero contante y sonante se encontraron con la sorpresa de que
el efectivo no estaba donde debería estar: Los bancos.
Los gigantes bancarios e hipotecarios
comenzaron a derrumbarse arrastrando en primer término a todo el sistema
financiero imperial de EEUU y de Europa.
Segundo, compro barato con la "crisis":
Las "crisis financieras globales"
(o colapsos de los mercados bursátiles) activadas por los monopolios
súper-concentrados de Wall Street, les sirve a esos mismos monopolios para
comprar acciones y bonos devaluados en los mercados globales apoderándose de
esa manera de los activos y porciones del mercado de las empresas y grupos
financieros perdedores.
Esto, a su vez, genera más
concentración monopólica de los grupos financieros que controlan el Imperio
sionista desde la Reserva Federal, el Tesoro de EEUU y los bancos centrales de
Europa, mientras las leyes de rentabilidad y concentración capitalista siguen
funcionando desde un nuevo estadio de desarrollo.
Con el colapso generalizado de las
bolsas mundiales con Wall Street a la cabeza, en septiembre de 2008, la ola de
la "burbuja financiera" del capitalismo especulador sin fronteras, la
reproducción del dinero por el dinero el mismo, se desmoronó sobre las mismas
lacras que inventó: El reinado del "apalancamiento financiero" (el
endeudamiento sin respaldo) y la "economía de papel" fundada sobre el cadáver de
la economía real.
Por falta de "efectivo" en
ventanilla (para respaldar los papeles devaluados), finalmente la "economía de
papel" hizo crash, chocó contra la realidad, y comenzó a hundirse a la hora
señalada ante la impotencia manifiesta de sus creadores y sostenedores: Los
Estados centrales del sistema capitalista.
Entonces los ganadores de la
"crisis", los consorcios más diversificados que quedaron en pie (los
súper-pulpos que integran el sistema de la Reserva Federal de EEUU), acudieron
al Estado para apoderarse del cadáver de sus rivales que no pudieron pasar la
selección darwiniana del "más fuerte".
Utilizando al Estado USA como
herramienta (en calidad de prestador y de garante con fondos públicos
provenientes de los impuestos aportados por toda la sociedad estadounidense) los
grandes bancos y fondos de inversión que integran el sistema privado de la
Reserva Federal han reciclado una "burbuja financiera" (negocios
financieros con la crisis) montada alrededor de los billonarios fondos
estatales utilizados para la compra de activos o de auxilio financiero a las
instituciones y bancos quebrados por la crisis financiera recesiva que tiene
como epicentro a EEUU y Europa.
La caída del sistema del
"apalancamiento financiero" (crecimiento de los negocios productivos y
comerciales mediante el endeudamiento financiero sin respaldo) dejó una montaña
de papeles inútiles llamados "activos tóxicos" en la cartera de los
bancos y empresas que
finalmente fueron engullidos (mediante compras o fusiones) por los grandes
consorcios beneficiarios de los "rescates estatales", entre ellos Morgan Stanley,
Goldman Sach, Bank Of América, entre otros.
Son los que, aprovechando la misma
crisis que generaron, utilizan al Estado imperial para comprar barato.
Tercero, reciclo una nueva "burbuja":
Este negocio de "comprar barato"
durante la crisis (con el Estado como financiador y garante) a su vez
generó y retroalimentó otra burbuja ganancial con la especulación financiera.
Los gigantescos paquetes de estímulo
lanzados por los gobiernos han ido a parar a los mercados financieros creando
una "burbuja" especulativa que hace subir las bolsas desde hace más de cuatro
meses, mientras el resto de la economía, principalmente en EEUU y Europa,
permanece con sus variables en rojo.
Mediante los planes de "rescate
financiero" emprendidos por el Estado USA (con Bush y luego con Obama), los
súper bancos y fondos de inversión nucleados en el sistema privado de la Reserva
Federal reciclaron una nueva "burbuja financiera", no ya con dinero especulativo
proveniente del sector privado, sino con fondos públicos puestos
compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista, y
al margen de una ascendente crisis de la economía real que marcha por vía
paralela.
El costo de este monumental negocio
capitalista con la "crisis capitalista" (que fue exportado desde EEUU y Europa a
los países de la periferia de Asia, África y América Latina) es financiado
con el dinero de los impuestos pagados por el conjunto de la sociedad.
Se trata, en suma, de una
"socialización de las pérdidas" para subsidiar un "nuevo ciclo de ganancias
privadas" con el Estado como herramienta de ejecución, mediante el cual los
megaconsorcios más fuertes (los ganadores de la crisis) se degluten a los más
débiles generando un nuevo proceso de reestructuración y concentración del
sistema capitalista.
Cuarto, las pérdidas van a un solo lado
Como se puede apreciar, en una
correcta lectura de sus procesos históricos, y mediante el axioma funcional de
"comprar barato y vender caro", las corporaciones del sistema capitalista
sionista hacen negocios (generan rentabilidad) tanto con las burbujas como con
las crisis.
Pero, en este mundo del sistema
capitalista ganador ¿Quién absorbe las pérdidas?
Tal como lo hizo históricamente, hoy
el sistema capitalista (Estado y empresas privadas) descarga el costo del
colapso recesivo económico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza
laboral masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad
(población pobre con limitados recursos de supervivencia), por medio de los
despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que
incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva
del mercado del consumo.
Solo en el proceso de
"sobreexplotación capitalista" (que retrocede las conquistas sociales y
sindicales a estadios inferiores) se explica el mantenimiento de la
rentabilidad empresarial (ganancias capitalistas) mientras la economía mundial
se desploma por efectos de la crisis recesiva global.
La llamada "crisis" tiene
claramente dos lecturas paralelas: Por un lado, los pulpos financieros de Wall
Street y las bolsas mundiales, reciclan una nueva "burbuja" ganancial, no
ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino con fondos
públicos (de los impuestos pagados por toda la sociedad), puestos
compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista con la
crisis.
Mientras el proceso
inflacionario-recesivo desatado desde las economías centrales (EEUU y
Europa) ya genera hambre, pobreza y devaluación acentuada del poder adquisitivo
de las mayorías a escala planetaria, un selecto grupo de mega-empresas y
multimillonarios multiplican a escala sideral sus activos empresariales y sus
fortunas personales.
De manera tal que, cuando
estallan las crisis de "sobreproducción" (por recesión y achicamiento de
demanda) el sistema aplica su clásica fórmula para preservar la rentabilidad
vendiendo y produciendo menos: Achicamiento de costos.
En esa receta de "achicar
costos" sobresalen claramente, en primera línea, los laborales (de
las empresas) y los sociales (del Estado) para compensar la falta de
ventas y de recaudación fiscal.
En consecuencia (y como ya está
probado históricamente): Las empresas mantienen sus rentabilidades, sube la
recesión, sube la desocupación, cae el consumo, y se expande la
pobreza y la exclusión social.
De esta manera, el sistema
capitalista (por medio de los Estados y las empresas) descarga el peso de la
crisis sobre el sector más débil de la sociedad: Los pobres y los sectores
más desprotegidos (que siguen sumando población sobrante) y los asalariados (la
fuerza laboral masiva) que sirven como variable de ajuste para la
preservación de la rentabilidad capitalista durante la crisis recesiva
Simultáneamente, la economía
real del Imperio y de las potencias centrales colapsa en todas sus variables,
y los sectores más desprotegidos ya sufren los "ajustes" mientras una
crisis social, todavía de efectos imprevisibles, asoma de la mano de los
despidos masivos en Europa y EEUU.
Está claro entonces que lo que es
"crisis" para unos (los despedidos y los sectores más desprotegidos de la
sociedad), resulta "burbuja ganancial" para otros (el capitalismo
financiero que desató la crisis con la "economía de papel").
Volvamos al principio:
Comprar barato y vender caro, las pérdidas solo corren por cuenta de los que
pagan las crisis con pobreza y exclusión masiva de la "sociedad de consumo"
capitalista.
En realidad el cuento de "Alí Babá y
los 40 ladrones" solo fue un invento del Hollywood para trastocar el verdadero
título de la película: "El Sionismo Judío y los ladrones globales".
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario