Ser madre adolescente es un signo de exclusión social: representan el sector femenino de las ninis. La
oportunidad de concentrarse en estudiar y formarse bien durante la
segunda década de vida tendría que ser un derecho humano. Hay que
impulsarlo ahora que nuestra Constitución reconoce por primera vez los
derechos humanos para todas las personas, porque sacar generaciones bien
preparadas es una palanca para superar la dependencia y el
subdesarrollo.
Ni siquiera es universal el acceso a la educación secundaria en
nuestro país: aunque desde 1993 es obligatoria, una tercera parte
deserta antes de terminar ese nivel. De acuerdo con un estudio realizado
por el CRIM con adolescentes que viven en municipios marginados, las
razones de abandono escolar son diversas: 24.5 por ciento por no tener
recursos económicos; porque ya no les gustó estudiar, 22.3; porque hay
que trabajar, 11; por matrimonio, 14.1, y 1.7 por ciento abandonó la
escuela por embarazo (Ana María Chávez Galindo et al., Diagnóstico
nacional sobre el rezago educativo que presentan las madres jóvenes y
las jóvenes embarazadas en relación con la educación básica, CRIM-UNAM, 2010).
Las restricciones del sistema educativo y del mercado laboral
condenan a la frustración a millones de adolescentes que viven en zonas
rurales y urbano-marginales. Sus actividades son muy diferenciadas por
sexo: ellas se dedican a los quehaceres del hogar y a cuidar niños,
propios o ajenos; de ellos se espera que generen ingresos, pero son
chicos con fracasos escolares y frustraciones laborales.
Setecientas mil adolescentes han optado por embarazarse, sus padres
las empujan a casarse jóvenes para disminuir la carga familiar. El
abandono escolar antecede al embarazo: no dejan la escuela por un
embarazo sino que dejan de estudiar para unirse o casarse y tener hijos.
Iniciar la vida sexual entre los 15 y 19 años es una práctica global
en todos los estratos económicos, antes ocurría a edades menores, como
todavía ocurre en las zonas marginadas. La mitad de las mujeres
mexicanas se inician antes de cumplir 20 años y la proporción de hombres
es mayor, aunque con motivaciones distintas: la procreación no es la
principal meta para tener sexo, las chicas se inician por espontaneidad,
romanticismo, amor y por necesidad de compañía; los hombres refieren un
impulso irreflexivo, por placer y satisfacción sexual.
Entre las adolescentes que se embarazan, cerca de la mitad no lo
deseaban, son quienes quieren seguir estudiando las que enfrentan
embarazos no deseados, chicas con mayores expectativas. Se embarazan
porque tienen confusiones: creen que no se pueden embarazar en un solo
encuentro sexual, desconocen la etapa fértil de su ciclo menstrual, no
traen anticonceptivos porque temen ser descubiertas por sus padres,
sienten que se pierde espontaneidad y otras tienen parejas que no usan o
no quieren que ellas los usen.
El estudio incluye una encuesta a estudiantes de las
secundarias de municipios marginados de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, San
Luis Potosí, Veracruz y Tamaulipas. Realizan trabajo remunerado además
de estudiar, 8.6 y 27 por ciento de las y los estudiantes,
respectivamente. El 80 por ciento ha recibido educación sexual en la
escuela, aunque de calidad cuestionable: saben que el condón previene
embarazos e infecciones de transmisión sexual pero tienen muchas
confusiones respecto al funcionamiento y uso de los métodos
anticonceptivos: 90 por ciento no sabe cómo utilizar las pastillas, la
mitad cree que las deben tomar cada vez que se tienen relaciones,
desconocen cuándo se usan los inyectables y tampoco saben cómo practicar
el ritmo. El 75 por ciento utilizarían la píldora de anticoncepción de
emergencia, sin saber bien a bien su uso. La tercera parte está de
acuerdo en que aborte una mujer embarazada por violación y más de la
mitad cuando la vida de la madre está en peligro o tenga sida. A menor
edad hay mayor aprobación y se recurre más a Internet para buscar
información. La mayoría desea dos a tres hijos, excepto las que ya son
madres, éstas dicen que uno es suficiente.
La falta de acceso a una educación sexual de calidad, a los anticonceptivos y a servicios de salud reproductiva en zonas de rezago social propicia una percepción casi fatal entre tener sexo, casarse y tener hijos. Sólo así se explica que la posibilidad de un embarazo sea la razón para que 70 por ciento de ellas y 45 de ellos desaprueben las relaciones sexuales antes del matrimonio, aunque sabemos que
Tener acceso a una educación media y superior de calidad, a una sexualidad libre y plena, a ser madre o padre cuando se quiere y se tienen las condiciones, tendrían que ser derechos humanos y no lujos de clase.
La falta de acceso a una educación sexual de calidad, a los anticonceptivos y a servicios de salud reproductiva en zonas de rezago social propicia una percepción casi fatal entre tener sexo, casarse y tener hijos. Sólo así se explica que la posibilidad de un embarazo sea la razón para que 70 por ciento de ellas y 45 de ellos desaprueben las relaciones sexuales antes del matrimonio, aunque sabemos que
la calenturales ganará antes. Perder la confianza de los padres es otra razón para rechazar las relaciones premaritales en la mitad de los casos, en tanto que sólo 14.6 por ciento de las estudiantes refiere razones religiosas.
Tener acceso a una educación media y superior de calidad, a una sexualidad libre y plena, a ser madre o padre cuando se quiere y se tienen las condiciones, tendrían que ser derechos humanos y no lujos de clase.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/03/opinion/024a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/03/opinion/024a1pol
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