(apro).- En 2006, después del cuestionado proceso electoral, una de
las primeras personas en levantarle la mano al entonces presidente
electo, Felipe Calderón, fue Elba Esther Gordillo, la actual presidenta
nacional del poderoso sindicato de maestros. Desde entonces, Calderón ha
mantenido con la dirigente del sector magisterial una asociación de
conveniencia político-electoral.
Durante cinco años, el panista no ha roto esa alianza, que
ahora lleva la intención de que, en las elecciones de 2012, la
estructura electoral del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE) vuelva a dar su voto al Partido Acción Nacional para
repetir el triunfo.
Sin embargo, en esta ocasión parece que Gordillo ya no mira
hacia los panistas, su atención más bien está centrada en Enrique Peña
Nieto (PRI) y en Marcelo Ebrard (PRD), a quienes considera sus favoritos
en la contienda presidencial.
Pese a ello, Calderón sigue pendiente del buen trato que
requiere una aliada estratégica como Elba Esther, pues además de
mantener el apoyo económico al SNTE, mediante los fideicomisos creados
en Banobras, el Ejecutivo en ningún momento ha cuestionado el papel de
“la maestra” en el fracaso de la educación básica o en la prueba Enlace,
con la que supuestamente mejoraría la calidad del magisterio.
Elba Esther Gordillo ha liderado el SNTE desde 1986, bajo
un sistema de corrupción y la cooptación de más de un millón de
trabajadores de la educación, a quienes mes a mes les arrebata cuotas,
mismas con las que ha amasado una enorme fortuna.
Y más: ha hecho del sindicato magisterial un instrumento político
electoral al servicio del mejor postor. En el 2000 lo puso a favor de
Vicente Fox, cuando ella todavía era militante del PRI, y, seis años
después, hizo lo mismo con Felipe Calderón, cuando ya había creado su
propio partido: Nueva Alianza.
Políticamente hablando, con el PAN en la presidencia de la
República, la maestra chiapaneca ha logrado tener una fuerza que nunca
antes había alcanzado: además de colocar a su gente en puestos clave del
gobierno federal, también ha conseguido tener su propia bancada en la
Cámara de Diputados y en el Senado.
Esta fuerza electoral también le ha redituado en las negociaciones
con todos los partidos –incluido el PRI, de donde la expulsaron–, para
tener nuevas posiciones en varios estados, con la designación de
candidatos a gobernadores, entre ellos los de Puebla, Baja California,
Hidalgo y Coahuila.
Es por eso que Calderón trata de renovar esta alianza
político-electoral, intentando disfrazarla vanamente con un carácter
educativo.
Apenas esta semana, el panista firmó con Elba Esther
Gordillo el Acuerdo para la Evaluación Universal de Docentes y
Directivos en Servicio de Educación Básica. Durante el evento, dijo que
la alianza no era de “carácter político u oportunista”, sino por la
educación de los niños”.
Sin convencer a nadie, Calderón recalcó que se trataba de “una
alianza por la calidad educativa que necesita el país, y (la) necesita
desde hace mucho, mucho tiempo”. Tras ello, pidió quitar “prejuicios”
que impiden ver la importancia del acuerdo firmado.
Y fue más allá al hacer un reconocimiento al SNTE, al que le
agradeció por someterse a la prueba de calidad, con lo que trató de
ignorar el fracaso de la prueba Enlace y las críticas que
internacionalmente se han hecho a la mala calidad de la educación básica
en México.
Hábil como siempre, Elba Esther Gordillo devolvió el elogio y
le dijo a Calderón: “Sólo el tiempo juzgará. Señor Presidente, no hay
duda, es usted el presidente de la educación".
Con este intercambio de encomios gratuitos, Calderón y
Gordillo renovaron las alianzas que tejieron hace seis años. Pero lo que
quizá ha olvidado el panista es que “la maestra” siempre juega a ganar
apoyando a uno o más candidatos para asegurar el triunfo y su
permanencia en el poder.
Fuente, vìa :
http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/91880
http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/91880
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