La caída de la ceniza destrozó varias ciudades. La más afectada,
Villa La Angostura, no se recuperará en varias temporadas. Pero también,
aunque en menor medida, San Carlos de Bariloche sufrió los avatares de
la naturaleza.
El 4 de junio hizo erupción el volcán
Puyehue-Cordon-Caulle. Ese día se vino la noche, literalmente: a las
cuatro de la tarde ya había oscurecido totalmente. La gente salió de sus
casas desesperada por consumir agua mineral y llenar el carrito del
supermercado con comida no perecedera.
Al día siguiente, el
Municipio declaró el estado de emergencia, orden que los concejales
tardaron tres días más en redactar. Las actividades se paralizaron, los
colegios no dictaron sus clases y las oficinas no abrieron. El
intendente Marcelo Cascón dio algunas recomendaciones, como no usar el
automóvil, cuidar el agua potable y evitar las salidas, que la gente
nunca respetó.
El uso constante del automóvil, hizo que las
cenizas levantaran polvo, y que el mismo se mantuviera en el aire
perjudicando la respiración de las personas.
Bariloche es una
ciudad que vive del turismo, sin turismo no hay dinero, sin dinero no se
vive. La negligencia a la hora de tomar medidas y a seguir las
recomendaciones de los expertos, impide cuidar lo que nos queda.
La
mayoría de los habitantes decidieron negar la situación de emergencia,
incluido el intendente, que no está dispuesto a brindar soluciones
razonables, sino que pone en primer lugar a los turistas antes que a los
propios residentes. Sin nombrar al gobernador de Rio Negro, Miguel
Saiz, que todavía no dio señales, ni de humo ni de vida. Aunque parte de
su gabinete se acercó a la zona, Saiz sigue argumentando que puede
hacer más por la ciudad desde la lejana Viedma.
En Bariloche el
panorama es el siguiente: no dejan que las personas caminen por la calle
con los barbijos puestos, porque los turistas pueden asustarse.
Mientras que algunos barrios vivieron sin agua y sin luz durante varios
días, en el centro -donde sí había-, se dedicaron a regar las veredas
para que los turistas pudieran notar que todo estaba “limpio”. Es
imposible caminar por las calles de cualquier barrio, el agua hizo de la
arena y las cenizas barro y tapa los desagües inundando viviendas y
oficinas. Mientras tanto, los empresarios niegan que la temporada esté
perdida. No son conscientes de que es peligroso convencer a los
brasileros de que pueden venir a practicar sky sin problemas, porque no
es así.
El taxi te lo cobran el doble, al igual que el barbijo, el
agua mineral, el hospedaje, el lavado del auto y la asistencia
mecánica. Los pasajes en micros cuestan igual que el paisaje en avión,
sabiendo que es la única posibilidad de transporte que tenemos.
En
el caso de los habitantes de la línea sur, se puede ver el deterioro
progresivo y constante de su ganado por la falta de alimentación y de
agua para beber. Su situación es muy seria. En Jacobacci es dramática.
Es
imprescindible concientizar a la gente sobre la gravedad de la
situación. El peligro que se corre es permanente, ya que el volcán
volverá a entrar en erupción en cualquier momento, y seguirá
perjudicando el sur del país mientras el viento vaya en sentido
noroeste; mientras tanto, la nube de cenizas está dando la vuelta al
mundo. El pronóstico es peor, las cenizas podrán seguir cayendo durante
meses, obligando a las personas a evacuar la zona lo más pronto posible.
Así ya lo hicieron miles de residentes de Villa La Angostura y
Bariloche.
Actualmente es necesario que también los que vivimos
acá tomemos conciencia de la situación real, mientras los noticieros
locales buscan turistas felices en el cerro Catedral, que con el pulgar
sonríen a la cámara diciendo “Tudo beim”. Esto solo alimenta la
distorsión y la invisibilidad de los problemas de los que muchos se
quejan en la ciudad.
Mientras que en Buenos Aires la gente se
preocupa por un polvo al que le llaman “cenizas”, acá, a 1600
kilómetros, las cenizas ocuparon una altura de 5 cm sobre el nivel del
pavimento. La ciudad de las montañas y los lagos, se convirtió en la
ciudad playera en pocas horas, sin sombrillas, con frío, pero no el
suficiente para que la nieve atraiga al turismo de alto nivel. Por ello,
es más fácil echar mucamas de los hoteles, mozos, cocineros y personal
de limpieza, para que vuelvan a los barrios “del Alto” y sobrevivan como
puedan, pero sobre todo, para que sigan siendo invisibles a los pocos
turistas que pueden contemplar un lago plagado de manchas marrones, en
el que ya no se reflejan las montañas nevadas.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/argentina-nos-tapo-la-ceniza
estoy parando en un hotel en buenos aires, me dijeron que hace unos meses estaba todo este problema, ya se soluciono?
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