La estría en el yermo
Javier Sicilia
II
En el silencio está el principio
y en la palabra el fin y viceversa:
así el silencio se mueve en lo oscuro
y oscuro es el dios,
oscura su presencia,
oscura su palabra contenida que aletea en lo oscuro,
donde el vacío se abre de repente
como un grito de amor en la faz del abismo,
como un hueco en la nada,
un suave retraerse del dios y de lo oscuro
en el desatamiento del silencio.
y en la palabra el fin y viceversa:
así el silencio se mueve en lo oscuro
y oscuro es el dios,
oscura su presencia,
oscura su palabra contenida que aletea en lo oscuro,
donde el vacío se abre de repente
como un grito de amor en la faz del abismo,
como un hueco en la nada,
un suave retraerse del dios y de lo oscuro
en el desatamiento del silencio.
Y del vacío el verbo resonando de dios,
el silencio hecho canto en la palabra.
el silencio hecho canto en la palabra.
Así, día tras día, las palabras resurgen de lo oscuro,
crean, se desmoronan, se desatan,
caen como casas llenas de ladrillos,
como un rayo en el bosque la palabra ilumina,
canta de fuego en fuego en el incendio
hasta volverse carne, huesos, rostro
y volver al silencio iluminada.
crean, se desmoronan, se desatan,
caen como casas llenas de ladrillos,
como un rayo en el bosque la palabra ilumina,
canta de fuego en fuego en el incendio
hasta volverse carne, huesos, rostro
y volver al silencio iluminada.
Y en ese desdecirse, que es decirse del dios,
en ese eterno hueco de lo oscuro,
todo surge y se nombra,
todo es tiempo,
tiempo para la luz y las tinieblas,
para el ayer y el hoy,
para andar, tú y yo, camino del hotel, más allá de la historia
contemplando en la estría que deja el mar al retirarse,
este hueco insondable de lo oscuro;
tiempo para el silencio y la palabra,
para el fuego y la danza,
para decir te quiero y saber que hay un orden que nos nombra y nos hace posibles,
un tercero que canta
en la noche sin fin de la tiniebla;
tiempo para la angustia y la zozobra,
para ordenar la casa
y sentir que la muerte como el viento
entra en los huesos flojos
y nos lleva al silencio,
al fuego inextinguible de lo oscuro,
donde en su hueco abierto nos miramos en otro,
llevando en la palabra de la carne
el dolor y los goces por fin transfigurados en el largo vacío
donde el amor desnuda su silencio en la palabra
y la palabra es luz en el silencio.
en ese eterno hueco de lo oscuro,
todo surge y se nombra,
todo es tiempo,
tiempo para la luz y las tinieblas,
para el ayer y el hoy,
para andar, tú y yo, camino del hotel, más allá de la historia
contemplando en la estría que deja el mar al retirarse,
este hueco insondable de lo oscuro;
tiempo para el silencio y la palabra,
para el fuego y la danza,
para decir te quiero y saber que hay un orden que nos nombra y nos hace posibles,
un tercero que canta
en la noche sin fin de la tiniebla;
tiempo para la angustia y la zozobra,
para ordenar la casa
y sentir que la muerte como el viento
entra en los huesos flojos
y nos lleva al silencio,
al fuego inextinguible de lo oscuro,
donde en su hueco abierto nos miramos en otro,
llevando en la palabra de la carne
el dolor y los goces por fin transfigurados en el largo vacío
donde el amor desnuda su silencio en la palabra
y la palabra es luz en el silencio.
Tomado de Tríptico del desierto, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 2009
Vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/05/29/sem-javier.html
http://www.jornada.unam.mx/2011/05/29/sem-javier.html
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