viernes, 27 de mayo de 2011

España : Las plazas de la primavera. Por Silvia Carrizo (*)

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(APe).- Cuando el sol de primavera comenzaba a calentar las calles, y nada parecía romper la rutina del fin del año laboral, en medio de una insípida campaña. Donde las ansias de libertad y democracia de un pueblo del norte centraban el debate de los poderes de la Republica y el discurso de los gerenciadores del poder, PSOE y PP. Entonces llegaron las indignadas y los indignados.
Una mañana, sin motivo aparente, miles de mujeres y hombres en su mayoría jóvenes decidieron acampar en las plazas; ir a ocupar el espacio histórico de las decisiones del pueblo: la plaza. Nadie los había visto, ni nadie los esperaba porque desde hace muchos años son invisibles en la universidad, en la calle, en las Empresas de Trabajo Temporal (ETT), en el barrio, en las estadísticas y en las bolsas.
“Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir” reza uno de los miles de carteles y llama la atención porque las caras visibles de esta ola de alegría, entusiasmo, ilusión, son  jóvenes que hasta ayer la sociedad creía que lo único que sabían hacer es ruido con los botellones, móviles y consolas de video juegos. Ahora no dejan dormir porque hacen ruido sembrando ilusiones, diciendo basta de tanta corrupción, de tanta desilusión y de no poder decidir vivir una vida en los términos que hombres y mujeres jóvenes europeos del Siglo XXI entienden y buscan construir. Uno de los puntos de su proclama dice “Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro”.
Las personas acampadas son las nietas y nietos del Estado de Bienestar, hermanas/nos de la generación “Ni-Ni”, hijas e hijos de la generación que creyó que el mundo era perfecto: la era del baby-boom, el sueño de la casa “en propiedad” hecho realidad, autos, vacaciones, viajes, bienes de consumo, que la sociedad española post –dictadura jamás imagino que podían estar a su alcance.
A poco de andar, las acampadas/dos, con todas sus diferencias, e ilusiones compartidas tienen en su hacer político  triunfos que pueden esgrimir: el primero, haber desafiado a los poderes del Estado. Con su sola presencia, sin violencias, sin bombas de estruendo, ni caras cubiertas, simplemente con las caras sin maquillaje, sentadas en la plaza, hablando, dijeron: el espacio público es nuestro, la plaza es nuestra y no nos movemos porque al Poder se le ocurra que hoy no podemos estar reunidos.  Nadie se atrevió a ordenar a las fuerzas represivas que desalojen la plaza por dos razones muy importantes: un día antes de la elección el PSOE no iba a asumir el costo político de reprimir a miles de personas desparramadas por todas las plazas del país y la segunda razón no admitida públicamente era que la policía no iba a entrar a palos contra sus hijas e hijos. Esto quedó expresado en un comunicado de prensa del sindicato de policía, que antes de la resolución del Tribunal de Justicia adelantó que la acampada era pacífica y no representaba ningún problema al orden público.
El segundo triunfo es que pasada la elección, dejaron de ser simpáticos. “Los jóvenes acampados nos comprometen” dijo el presidente Rodríguez Zapatero antes del 22-M, como si la cosas que se debaten en las plazas del país no fueran con la política del PSOE. El establishment empieza a sentir el efecto que este movimiento pacífico está despertando en España y Europa, y empezó a negarlo, haciéndolo desparecer de todas las tapas, portales y medios que controlan los grupos económicos al servicio de la incomunicación global.  Cuando vuelven a la plaza lo hacen para mostrar divergencias y presentan los comunicados llamando a tomar las calles y a movilizarse que las indignadas/os emiten por canales locales y radios libres como si tratara de acciones de Sendero Luminoso; no se atreven a llamarlos subversivos porque hace décadas que no se usa, y terroristas es, después del 11-S, un calificativo para justificar la islamfobia y la represión política en Euskal Herria. Nadie sabe qué caminos tomarán las plazas, pero llenaron la primavera de ilusión, algo que  la sociedad europea no creía posible. No están politizados ni formados políticamente en las teorías y movimientos del Siglo XX; como dijo Eduardo Galeano en su visita a la Puerta del Sol,  “tienen entusiasmo, que es tener los dioses adentro”. De la ilusión, del entusiasmo y del rechazo a la violencia no pueden más que florecer las primaveras.

(*) Silvia Carrizo es una periodista argentina y reside desde hace años en Zumaia, País Vasco.

Vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5598:las-plazas-de-la-primavera&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

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