Sucedió lo que se pensó nunca ocurriría: la
calificadora Standard & Poor’s (S&P) modificó su perspectiva de
estable a negativa sobre los títulos de deuda estadounidense. La agencia
mantuvo la calificación triple A para los bonos relacionados con esa
deuda, pero técnicamente su nueva postura anuncia que hay 30 por ciento
de probabilidad de que en los próximos dos años Estados Unidos pierda su
calificación triple A. La explicación de S&P hace referencia a la
deuda galopante en Estados Unidos y a la idea de que no parece que
Washington esté tomando las providencias necesarias para enfrentar este
problema.
Standard & Poor’s es una de las
agencias calificadoras más importantes de Wall Street. Su trabajo es
evaluar las bondades y riesgos de títulos de deuda soberana, crédito de
empresas y vehículos de inversión estructurada. Su papel en la crisis
financiera global fue nefasto: mantuvo calificaciones altísimas para
títulos chatarra y contribuyó a que miles de inversionistas en el mundo
entero perdieran sumas astronómicas. Su complicidad con compañías como
Goldman Sachs, que hoy vuelve a estar en el banquillo de los acusados
por fraude, ha sido señalada como una de las principales causas para
diseminar activos tóxicos por todo el mundo.
S&P
sabe muy bien que Estados Unidos es el emisor de la principal moneda de
reserva en el mundo y que el riesgo de que no pague su deuda es
rigurosamente cero (mientras tenga con qué imprimir dólares, pagará
siempre su deuda, aunque sea en términos nominales). Pero con su
desplante de hoy S&P busca influir sobre las políticas fiscal y
monetaria en Estados Unidos. En particular, S&P apoya las posiciones
extremistas que en el Congreso insisten en mantener una postura
responsable frente al problema del déficit fiscal. Además S&P
pretende modificar la postura de la Reserva federal consistente en
comprar todos los bonos del Tesoro que le pongan enfrente (la llamada
postura de flexibilidad cuantitativa).
La
referencia de S&P al déficit fiscal es absurda. Hoy la discusión
sobre el déficit fiscal en Estados Unidos está dominada por una
perspectiva conservadora y se están sacrificando cientos de programas
sociales. Se han mantenido las reducciones de impuestos a los más ricos y
el gasto militar solo sufrió reducciones modestas.
El
rubro salud es el que más contribuye al déficit fiscal por la enorme
ineficiencia del sistema de salud en Estados Unidos. Sin embargo, las
perspectivas de alcanzar reducciones en este terreno se mantienen
remotas. El gobierno de ese país paga alrededor de la mitad del gasto
total en salud a través de sus programas Medicare y Medicaid, pero los
servicios son prestados casi en su totalidad por el sector privado. Eso
quiere decir que el rubro que más contribuye al déficit público es el de
los altísimos costos de los servicios de salud que presta ¡el sector
privado! Y esa situación se va a mantener mientras la industria
farmacéutica y las aseguradoras mantengan secuestrada la política sobre
salud de Estados Unidos.
La nueva postura de
S&P también está orientada a cambiar los términos de la política
monetaria. Aquí vale la pena recordar un acontecimiento de gran
importancia. En febrero pasado PIMCO, el más grande fondo de inversiones
en el mundo, anunció que reduciría drásticamente su exposición a los
bonos del gobierno estadounidense. La razón esgrimida por PIMCO fue que
los rendimientos de esos títulos no estaban a la par de los riesgos
reales que enfrentaban los inversionistas. PIMCO anunció que la política
monetaria de la Reserva federal era un robo para los tenedores de bonos
de largo plazo porque la rentabilidad de esos títulos era
artificialmente baja y las alternativas en valores de renta fija de
muchos países emergentes eran superiores. En marzo PIMCO comenzó a
salirse de los bonos del Tesoro y a incrementar sus posiciones en bonos
de Alemania, Canadá y hasta de Brasil.
PIMCO
tiene un gran poder para influir sobre las tasas de interés en Estados
Unidos y el rendimiento de los bonos del Tesoro. Su cartera de inversión
rebasa los 250 mil millones de dólares y su capacidad de convocatoria
sobre otros fondos de inversión es considerable. Así que nadie debería
subestimar los efectos de sus desplantes. En el fondo, de lo que se
trata es de influir sobre los rendimientos y las tasas de interés en
Estados Unidos.
Claro, a Standard & Poor’s y
a PIMCO les importa un pepino lo que eso puede significar para la
economía real en ese país. Hoy la recuperación de la economía
estadounidense está lejos de haberse consolidado. El crecimiento es
frágil y el desempleo sigue alcanzando niveles inaceptables (alrededor
de 25 millones de personas están en desempleo o han abandonado la
búsqueda de empleo). Los efectos de la política macroeconómica se
dejarán sentir en los próximos meses. Standard & Poor’s simplemente
busca clavar el último clavo sobre el ataúd de la política monetaria
expansiva.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/standard-poors-ofensiva-capital-finaciero-1-parte
http://www.kaosenlared.net/noticia/standard-poors-ofensiva-capital-finaciero-1-parte
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