(apro).- Poco antes del mediodía del 15 de agosto de 2010, un doble
homicidio conmocionó a Puerto Limón, en el área sur del litoral Caribe
de Costa Rica, y abrió una fase inédita en la penetración del
narcotráfico internacional en Centroamérica: el sorpresivo desembarco de
fuerzas del sicariato mexicano en suelo costarricense.
En un hecho que quedó grabado en una cámara de seguridad colocada a
la entrada de un barrio de Limón, los costarricenses Carlos Enrique
Granados García, de 41 años, presunto jefe de una narcopandilla,
y uno de sus guardaespaldas —Rándall Muñoz, de 43— fueron asesinados a
quemarropa por al menos un hombre que atacó desde un vehículo con varias
ráfagas de ametralladora AK-47, en un supuesto ajuste de cuentas.
El fiscal general de Costa Rica, Jorge Chavarría, el ministro
costarricense de Seguridad Pública, José María Tijerino, y el fiscal
adjunto de Limón, Celso Gamboa, revelaron a la agencia Apro,
en entrevistas separadas, que las investigaciones apuntan a que
Granados fue eliminado porque habría robado un cargamento de 100 kilos
de cocaína que pertenecían a un cártel mexicano.
En un intento de engaño, en vez de droga, Granados envió a México una
carga de paquetes con un polvo que era el químico urea; los mexicanos
reaccionaron molestos por la burla y, en respuesta, habrían enviado a
sus sicarios a Costa Rica para vengarse del costarricense, dijeron
Chavarría, Tijerino y Gamboa.
“Hay una presunción muy fuerte por la droga que suponemos que se
había sustraído. Es un caso que está en investigación. Él (Granados)
robó una droga a un grupo mexicano, una cantidad superior a los 100
kilos de cocaína. Eso es lo que se maneja que fue el móvil”, explicó
Gamboa. Al preguntársele si Granados sustituyó la cocaína con urea, el
fiscal adjunto contestó: “Por ahí anda la cosa”.
Chavarría y Tijerino aseguraron que los dos homicidios marcaron la
llegada de pistoleros mexicanos a este país, pero Gamboa fue menos
contundente. “El esclarecimiento de quienes son las personas (que los
mataron) está en investigación. Una hipótesis policial que todavía no
puedo asegurar con certeza es que es un grupo de mexicanos que están
infiltrados aquí en Costa Rica. Ese es el derrotero que tengo ahorita”,
aclaró.
“No llego hasta el gatillero. Sí sabemos o podríamos saber quién dio
la orden, pero sería un asunto estrictamente especulativo y no podría
asegurarlo”, alegó. “Sin embargo, allende a lo que informó el fiscal
general, pareciera ser que sí hay vínculos de grupos de narcotraficantes
mexicanos que participaron en el evento”, subrayó, al precisar que por
el momento “no hay personas sindicadas formalmente por este hecho”.
El sicariato en Limón, y en Costa Rica en general, ha sido
tradicionalmente ejercido por colombianos, nicaragüenses, jamaiquinos y
costarricenses. Limón es una de las regiones más violentas de este país,
por lo que el doble asesinato despertó sospechas a Gamboa. “Pareciera
ser que es parte del inicio de la vinculación de grupos extranjeros
todavía más fuertes a los que ya estábamos acostumbrados, para el
control del tráfico de drogas. Se han detectado mexicanos en Limón, que
no frecuenta el turista mexicano, menos a la zona conflictiva”,
advirtió.
Granados era “una persona investigada como referente del tráfico de
drogas en Limón, como una de las pandillas que se dedican al tráfico y a
lo que se denomina como al ‘tumbonazo’ de droga, que es robar la droga a
otros grupos criminales. Y, por supuesto, con los vínculos con la venta
local y trasiego hacia el exterior”, informó.
A Granados “le asistían e interactuaban con él más de 20 personas.
Están identificadas más de 20 pero aseguro que hay más”, alertó.
Aparentemente estaba ligado al cártel de Sinaloa.
Poco después del doble crimen, en un lujoso barrio de las afueras de
esta ciudad hubo un secuestro aparentemente relacionado al caso. Y un
amenazante mensaje circuló por teléfonos celulares de pandilleros en
Limón:
“No jueguen con el cártel de Sinaloa. Granados, Sergio y sus
muchachos hicieron negocios con los mexicanos y le jugaron sucio. No
pagaron la droga y los asesinaron sin piedad. Los mexicanos quieren su
droga y vienen sin piedad por Sergio, Guli, Maik, Anselmo, Robert y el
resto…“.
Vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/91039
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