Es hora de transformar la indignación en firmas. Para parar HdroAysén
y doblarle la mano a los grupos
económicos y al Gobierno empresarial
habría que imponerles un plebiscito por la fuerza del clamor y la
movilización ciudadana y popular. ¿Por qué no imitar el camino
emprendido por los ciudadanos de Iquique que decidieron recolectar
firmas para realizar un plebiscito con el fin de impedir la construcción
de las termoeléctricas de Pacífico y Patache, centrales recién
aprobadas por la Comisión de Evaluación Ambiental del Gobierno?
La opción de auto convocarse para llamar a un plebiscito fue adoptada
después que las autoridades municipales y los concejales de Iquique se
negaran a realizar este ejercicio democrático.
El 75% de los chilenos se opone a la construcción de las 5 represas
que destruirán una buena parte de los ecosistemas patagónicos. Es una
oposición radical a los imperativos de un modelo y de un tipo de
crecimiento que favorece a un puñado de empresas. El gobierno anterior
benefició de un período de espera de parte de la ciudadanía. Pero hoy se
ha constituido una opinión pública nada desdeñable en democracia. El
malestar ciudadano se expresa además en manifestaciones masivas
imposibles de ignorar. Pese a lo interior el Gobierno no está dispuesto a
escuchar el mensaje de las calles del país. Hinzpeter confía que el
movimiento se desinfle solo o aplicándole más represión.
La Asamblea Anual de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) que el
miércoles recién pasado se reunió para reelegir a Andrés Concha como
presidente le reiteró su apoyo a Piñera y al proyecto depredador de
Hidroaysén. El desconcierto de los poderosos es grande. Pese al poder
mediático del que disponen no han logrado aplastar la consciencia
ciudadana. Esta está expresando grados de autonomía que disgusta a los
dueños del poder y la riqueza. La oligarquía ve con mucha preocupación
que cada vez son más los y las chilenas que hoy perciben a Hidroaysén
como la punta del Iceberg de un modelo de crecimiento voraz, destructor,
que crea desigualdad y empleos mal pagados.
La prensa informaba que los dirigentes de dos de los principales
grupos monopólicos del país, Luksic y Matte (proprietario de
Colbún-eléctrica que es socia de Endesa en el proyecto HidroAysén)
“entraron al debate”, mostrando su malestar por el movimiento de crítica
a la empresa privada que la oposición a la destrucción de la Patagonia
conlleva como lógica consecuente. Todo indica que Piñera y su clase no
bajarán los brazos.
Un gran movimiento de recolección de firmas en todas las ciudades del
país trasladaría el empuje actual contra Hidroaysén a la plaza pública y
recintos como hogares, escuelas, universidades, industrias y oficinas.
Además tendría la virtud de comenzar a debatir acerca del régimen
político existente y de su constitución antidemocrática. En dos
oportunidades, el año pasado y el 11 de abril reciente, los ciudadanos
islandeses resolvieron en un plebiscito o referendo que el Estado no
pague las deudas de los bancos privados con dinero público de los
islandeses.
Al descontento proveniente de la sensibilidad medioambiental se añade
el estudiantil que comienza a argumentar no sólo en el plano de la
mercantilización de la educación y su bajo financiamiento público, sino
que en el plano de vida futura: de cómo el endeudamiento afecta el
bienestar y la calidad de vida.
Es evidente que hay un escenario político con muchas ventanas
abiertas y que el esquema del binominal con dos grandes bloques está
siendo desafiado y cuestionado por su déficit de democracia. A lo
anterior se agrega la resistencia a las ofensivas neoliberales de este
gobierno. El gobierno pro neoliberal anterior (de Bachelet) que facilitó
la instalación de termoeléctricas contaminantes y el actual comienzan a
yuxtaponerse en una lógica de continuidad en la percepción ciudadana.
Además, la indignación que provoca la prisión de cuatro luchadores
mapuche condenados con la Ley Antiterrorista con la complacencia de todo
el aparato judicial y en violación de principios fundamentales de
derecho plantea no sólo un caso particular sino una problemática
política global: la de la institucionalidad en su conjunto. Cabe
entonces preguntarse si junto con un plebiscito no llegó el momento de
canalizar toda la energía ciudadana hacia el llamado a elección de una
Asamblea Constituyente que redacte una nueva constitución para Chile.
Vìa , fuente :
http://www.elciudadano.cl/2011/05/29/a-parar-hidroaysen-con-un-plebiscito/
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