La admisibilidad de Hidroaysén es
tan solo la punta del iceberg en la carrera por explotar los recursos
naturales del país. Si bien es cierto, la falta de una normativa
ambiental rigurosa jugó un rol fundamental en la aprobación del
megaproyecto. La historia productiva asociada a desastres ambientales en
Aysén tiene su auge desde la instalación de la industria salmonera.
IMPACTO AMBIENTAL DE LA SALMONICULTURA
En la década del 80, cuando la industria
del salmón tomó impulso, se concentraron todos los esfuerzos en
potenciar la revolución productiva y comercial. Las proyecciones
sostenían que el modelo noruego daría resultados positivos y que el
ingreso de Chile en la competencia internacional era
inminente. Desde luego, la magnitud de las exportaciones progresaron y
el desarrollo no sufrió reparos ni observaciones ambientales hasta 1994,
cuando se aplicó la Ley Sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
Este retraso en la implementación de un
marco regulatorio suficiente, en la actualidad mantiene las reservas
biológicas marinas sepultadas por fecas y peces en descomposición, los
que además poseen altos niveles de elementos químicos prohibidos en gran
parte del planeta. Existe amplia evidencia internacional indicando que
la salmonicultura genera impactos graves y permanentes sobre los
ecosistemas.
El daño es irreversible y no se ha legislado en la materia. Chile ostenta el segundo lugar en el ranking mundial en exportación de salmones, solo superado por Noruega. Este antecedente, después de la crisis del virus ISA,
ha permitido tener un fuerte respaldo legislativo para hipotecar en los
bancos internacionales concesiones de la industria salmonera
privatizando el mar territorial de Chile.
EXPLOTACIÓN DE RECURSOS MARINOS
Los recursos marinos que no fueron
afectados hasta 1986 por la expansión de la industria salmonera, fueron
sobreexplotados para solventar la demanda que no podía cubrir la zona
comprendida entre la I hasta la IX Región. En la década del 90, Japón comienza
a tener un repunte en la demanda de recursos bentónicos. La disminución
real del precio en el mercado asiático por la depreciación de la moneda
japonesa frente al dólar estadounidense, favoreció las importaciones y
aumentó la demanda interna de Japón.
En 1994 problemas de la economía
japonesa paralizaron las exportaciones de recursos chilenos. Pero era
demasiado tarde, los bancos naturales ya estaban catalogados en riesgo,
con sus máximos excedentes productivos sobreexplotados y los que se
sostenían en el frágil sistema patagónico, estaban siendo sepultados con
las nuevas instalaciones de la industria del salmón.
EXPLOTACIÓN Y PESCA ARTESANAL
La salmonicultura en la Región de Aysén,
para su puesta en marcha, requirió de un importante capital humano.
Miles de pescadores artesanales aiseninos migraron y dieron impulso a la
industria. El año 2008, cuando se declaró oficialmente la crisis del
virus ISA en Chile, 35.000 puestos directos y 13.000 indirectos no
continuaron. Y fue el sector dominado por pescadores artesanales el más
afectado.
Cuando quisieron volver al mar, el
escenario no era como el que abandonaron tiempo atrás. No había recursos
naturales, habían sido sobreexplotados, el mar estaba privatizado y el
pequeño grupo de pescadores que resistió el auge de la salmonicultura
debió someterse a las normativas sanitarias implementadas por los
salmoneros, impidiéndoles el desplazamiento en caladeros y rutas
ancestrales de pesca.
EL NEGOCIO DE DOUGLAS TOMPKINS
El agua ya es escasa y proyecta ser
equivalente al precio del combustible. La intervención e instalación de
infraestructura para represas en la Patagonia reduce el factor incalculable que proporciona la reserva de agua de la biosfera, bien los sabe el magnate. La Organización de las Naciones Unidas
(ONU), sostiene que en la actualidad, de los 6.250 millones de
habitantes, 1.100 millones no tienen acceso al agua potable y 2.400
millones carecen de un saneamiento adecuado.
Entonces cobra sentido el interés del
magnate en adquirir territorio donde exista agua en abundancia. Comenzó
con 289.562 hectáreas. Los territorios de Douglas Tompkins han aumentado en su extensión, superando en menos de una década el triple de su tamaño inicial.
La demanda de agua potable no es tan solo en Estados Unidos,
sino que en todos los países con solvencia económica donde el recurso
ya escasea. El negocio del agua tiene grandes proyecciones. La
Patagonia, segunda reserva de agua de la biosfera, tiene entre sus
antecedentes, que más del 50% de aguas superficiales son de propiedad de
privados, en su mayoría extranjeros. La competencia es brutal.
DECISIONES POLÍTICAS
En Chile, el Sistema de Evaluación de
Impacto Ambiental (Seia), a través de las Declaraciones y Estudios de
Impacto Ambiental (DIA/EIA), integran el sistema encargado de evaluar
con una mirada técnica proyectos con implicancia ambiental.
Pero existe una decisión superior, ajena a toda la institucionalidad ambiental. La Comisión Regional del Medio Ambiente,
es una instancia ficticia, conformada por autoridades con disposición
política, orientada a vulnerar el Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental, proporcionando admisibilidad a proyectos técnicamente
inviables presentados por el sector privado.
Está irregularidad en la Región de
Aysén, ha facilitado la aprobación en tiempo record de centenares de
autorizaciones para el cultivo de salmones y deja de manifiesto que la
vulnerabilidad ambiental, da continuidad a la privatización del
territorio chileno. En efecto, las decisiones políticas prevalecen sobre
los criterios técnicos. Instala a Corema como un organismo político,
sin objetividad ni competencia en materias ambientales, pero con amplias
facultades para aprobar proyectos.
COSTO A LARGO PLAZO
La implementación de Hidroaysén presume
desarrollo económico de gran envergadura. Pero la región de Aysén ya
tiene experiencia en sobreexplotación de recursos naturales y
violaciones al medio ambiente. El contaminado mar de la Patagonia es el
resultado de la irracionalidad del sector económico y político por
explotar a cualquier costo.
El factor desarrollo, bandera de lucha
de los empresarios, no es tal y solo cumple un rol prioritario en la
etapa de construcción, el resto, vale decir, en una década más, será
tarea de unos pocos trabajadores especialistas en represas, con
calificación extranjera. Las represas construidas, instalan un desastre
ambiental irreversible. El modelo económico actual, injustificable, no
vislumbra calidad de vida ni satisfacción de necesidades sin afectar el
medio ambiente.
La especulación de la normativa
ambiental, hace irreversible una catástrofe sin proporciones. Los
organismos encargados de evaluar proyectos ambientales, no comprenden
que para solucionar problemas de la realidad, no basta entender la
calidad de vida con el PIB per cápita, sin antes evaluar las medidas de
impacto ambiental y entender que ambos objetivos no son rivales, sino
complementarios. En consecuencia, la normativa ambiental merece una
revisión mas profunda, que programe todos los sectores, y no sea un
instrumento facilitador para las transnacionales que en otros países se
les prohíbe el acceso.
http://www.elciudadano.cl/2011/05/27/costos-de-chile-pago-de-aysen/
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