En lo que va del sexenio, 12 sacerdotes católicos han sido asesinados
presuntamente por el crimen organizado, según el informe de una
congregación religiosa. La Iglesia mexicana asegura que los cárteles de
la droga ya controlan a muchas autoridades gubernamentales y
policiacas, y ahora van por la vertiente espiritual: intentan doblegar a
las eclesiásticas. Por lo pronto, muchos templos del país han cambiado
sus rutinas: no abren las puertas principales, instalan cámaras de
vigilancia, acortan las misas y eliminan los servicios nocturnos.
MÉXICO, DF., 20 de abril (Proceso).- “¡Fuego!, ¡fuego!”, gritaban los
vecinos al ver en llamas el portón de su parroquia. Corrían sin ton ni
son, desesperados. Algunos atinaban a ir por cubetas de agua. Para
ellos el templo había sido una especie de refugio ante los embates del
cártel de Sinaloa que desde hacía varios días les exigía abandonar su
pequeña comunidad, El Porvenir, en el municipio chihuahuense de
Práxedis G. Guerrero.
De sus 3 mil habitantes sólo quedaban unos 200. Éstos eran alentados
por su párroco, Salvador Salgado, a quedarse y proteger su patrimonio.
Ahora el cártel de Sinaloa le daba un escarmiento al cura.
Unos sicarios llegaron al templo del Sagrado Corazón, lo rociaron de
gasolina y le prendieron fuego. La espesa humareda se elevaba sobre el
caserío confundiéndose con lo negro de la noche del 2 de abril del año
pasado. Era Viernes Santo y los pocos habitantes de El Porvenir
acababan de recordar la crucifixión de Cristo.
“Esto lo veo como una advertencia… de que nos vayamos todos de aquí.
Piensan que al quemar el templo se irá toda la gente”, decía Salgado.
Se refería sobre todo a los volantes escritos a máquina que circularon
ese día y les advertían: “Tienen unas horas para salir. Atentamente: el
cártel de Sinaloa”.
Como éste, muchos otros sacerdotes rurales sufren amenazas,
extorsiones e incluso han sido asesinados por el crimen organizado o por
la ola de violencia que recorre al país.
Doce ejecuciones
En lo que va del gobierno de Felipe Calderón ya han asesinado a 12
sacerdotes; 162 fueron amenazados de muerte el año pasado y unos mil
fueron víctimas de la extorsión, según un estudio que acaba de elaborar
la Iglesia católica: Creciente agresión contra sacerdotes en México.
Manuel Corral, vocero de la Conferencia del Episcopado Mexicano
(CEM), el máximo organismo de la jerarquía católica, comenta con
preocupación: “Los grupos del crimen organizado buscan amedrentar a
todos. Ya tienen bajo su control a muchas autoridades gubernamentales y
policiacas. Ahora intentan doblegar a las autoridades eclesiásticas, a
todo religioso que pueda tener cierto liderazgo”.
–¿Cuál es su objetivo?
–Imponer su ley, estar por encima de cualquier autoridad. Obviamente
que la Iglesia afecta los intereses de esos grupos al ponerse del lado
de los desvalidos, de las viudas, los huérfanos o los migrantes, como
lo pide el evangelio.
“Los sacerdotes son amenazados de muerte por su actividad de
denunciar y buscar justicia. Ahí están los casos del padre Alejandro
Solalinde, en Oaxaca, o del padre Pedro Pantoja, en Satillo, a quienes
amenazan por defender a los migrantes. Como ellos hay muchos
sacerdotes.”
Pese a que el reporte eclesiástico documenta 12 asesinatos de
sacerdotes en el sexenio calderonista, Corral advierte: “No sabemos con
exactitud cuántos sacerdotes han muerto, como tampoco muchas veces
sabemos quiénes cometieron los crímenes ni por qué motivos. ¿Fueron
miembros del crimen organizado? ¿Fueron delincuentes comunes? No lo
sabemos a ciencia cierta”.
–¿Entonces no se ha detenido a los asesinos?
–Con los sacerdotes pasa lo mismo que con el resto de las personas
asesinadas, la mayoría de los crímenes no se aclaran debido a una pésima
procuración e impartición de justicia, como se denuncia en la película
Presunto culpable, donde se dice que 98 % de los casos quedan sin
sentencia.
Creciente agresión contra sacerdotes en México fue elaborado por
Gustavo Antonio Rangel y se difunde desde marzo en el portal del Centro
Católico Multimedial (www.ccm.org.mx) de la congregación Sociedad de
San Pablo, que auspició la investigación.
El estudio da cifras comparativas: señala que durante el sexenio de
Ernesto Zedillo tres sacerdotes fueron asesinados y cuatro en el
gobierno de Vicente Fox. Esta última cifra ya se triplicó en los poco
más de cuatro años que lleva Calderón.
Las entidades con mayor incidencia de crímenes contra sacerdotes son
el Distrito Federal, Chihuahua, Guerrero, Jalisco, Oaxaca, Veracruz,
Michoacán, Hidalgo, Aguascalientes, Coahuila y Puebla.
La investigación también aporta cifras sobre amenazas de muerte,
secuestro y extorsiones contra sacerdotes. Señala: “Sólo en 2010 más de
mil sacerdotes han sido víctimas de intento de extorsión y cerca de 162
párrocos han sido amenazados de muerte”.
Abunda: “Los delincuentes, por un lado, solicitan dinero a cambio de
dar supuesta protección a párrocos. Al mismo tiempo la amenaza va desde
la quema del recinto sagrado, el secuestro o hasta el riesgo de
ejecutar al religioso si no paga ‘la cuota’”.
Incluso revela las cantidades que se pagan como “cuotas” o por el
rescate de sacerdotes secuestrados: “En el caso de extorsión, la
cantidad alcanza en promedio 10 mil pesos; cuando se trata de secuestro
puede llegar hasta 2 millones”.
La investigación asegura que –de acuerdo con los registros de la
Agencia Fides de la Congregación Vaticana para la Evangelización de los
Pueblos– México es el “segundo país más peligroso para el sacerdocio en
América Latina”, superado sólo por Colombia.
El documento detalla: “La tendencia de asesinatos la encabeza
Colombia con 40 % en tanto México representa 15 % y Brasil se mantiene
en 10 %”.
Indica que en México un importante “factor” que propicia los crímenes
es que “el religioso realiza su ministerio sacerdotal en zonas de alto
índice de inseguridad y choque entre el Ejército y efectivos
policiales estatales contra grupos violentos del crimen organizado”.
Añade que “grupos aislados aprovechan la efervescencia de la
violencia y eligen como ‘blanco de sus ataques’ a los religiosos;
principalmente para sembrar miedo y zozobra en la grey católica. Lanzan
amenazas de extorsión a sacerdotes y religiosos. Buscan apoderarse del
control total de la comunidad y del templo”.
Caso por caso
Menciona a los 12 caídos del clero, explicando la circunstancia de sus muertes:
En 2007, el religioso estadunidense Ricardo Junious, misionero de la
orden de La Merced, fue golpeado y estrangulado en la parroquia de
Nuestra Señora de Guadalupe, en la colonia San Rafael de la Ciudad de
México. El religioso llevaba tiempo auxiliando a niños drogadictos y
alcohólicos de la zona.
Ese mismo año Fernando Sánchez Durán, del templo de Santiago
Tlaltepoxco, en Tepeji del Río, fue secuestrado y asesinado. Su cadáver
se encontró cerca del vertedero de una presa. Se dice que fue ahorcado
por dos personas.
También en 2007 fue ultimado Humberto Macías Rosales, quien oficiaba
en el templo de Nuestra Señora de La Luz, en Aguascalientes. Viajaba en
su vehículo cuando un desconocido se le acercó y le dio tres tiros en
cuello y cara.
En mayo de 2008, Julio César Mendoza, párroco de Nuestra Señora de
Fátima, en la delegación Venustiano Carranza de la Ciudad de México, fue
atacado por dos sujetos que lo golpearon en la cabeza. Algunos vecinos
lo auxiliaron y lo llevaron al hospital, donde murió.
En septiembre de ese año, en Los Reyes, Michoacán, murió Gerardo
Manuel Miranda Ávalos, director del instituto Fray Juan de San Miguel.
Entraba a ese colegio cuando un desconocido se le acercó y le disparó en
el pecho. Se especula que fue un sicario de La Familia Michoacana.
El 13 de junio de 2009 en un paraje del municipio de Arcelia,
Guerrero, fue asesinado el padre Habacuc Hernández Benítez, junto con
dos seminaristas que lo acompañaban: Eduardo Oregón y Silvestre
González. Los tres viajaban en una camioneta donde un grupo de matones
–supuestamente sicarios del crimen organizado– los acribilló con armas
de alto poder.
El 17 de febrero de 2010 José Luis Parra Puerto, vicario del templo
de Asunción Sagrario Metropolitano, de la Ciudad de México, fue
asesinado por dos gatilleros que lo interceptaron al salir de una
reunión.
El 27 de abril de ese año fue muerto a golpes Florentino Carmona
Méndez, en la parroquia del Espíritu Santo, de Xalapa, Veracruz. Los
agresores lo asesinaron para robar el templo.
En julio del mismo 2010 fue encontrado amordazado y atado el
sacerdote Carlos Salvador Wotto, párroco del templo de Nuestra Señora de
las Nieves, en Antequera, Oaxaca. Tenía quemaduras de cigarro en los
brazos y cortes en diversas partes del cuerpo. Lo asfixiaron poniéndole
una bolsa de plástico en la cabeza.
El caso más reciente, el 22 de febrero de este año, fue el de Santos
Sánchez Hernández, párroco de Mecapala, Puebla. Lo mataron a machetazos
en la casa parroquial. Se dedujo que el motivo fue el robo.
En entrevista con Proceso, el autor del reporte, Gustavo Antonio
Rangel, aclara que hay un subregistro de casos: “No todas las
comunidades reportan sus casos y muchas personas prefirieron guardar
reserva. Es entendible su situación pues tienen temor a represalias.
Pero yo seguiré investigando y haciendo labor de convencimiento”.
–¿Actualizará después su reporte?
–Sí. Y seguramente en mi próximo reporte saldrán a relucir más nombres.
Rangel señala que recopiló su información de las páginas web de las
distintas diócesis mexicanas y de la agencia vaticana Fides, que elabora
informes semestrales. Pero principalmente, dice, hizo trabajo de campo
entre los fieles y los agentes de la pastoral.
“La fuente primaria es la feligresía, porque es la que padece
directamente el problema. Sabe qué grupos afectan a su parroquia y
quiénes hostigan a los sacerdotes. Incluso esa información muchas veces
no llega ni siquiera a oídos del obispo.”
Medidas de protección
Egresado de la Universidad Salesiana, donde estudió comunicación, el
investigador laico comenta que el Vaticano está al tanto del problema,
ya que recibe reportes de los obispos y de la nunciatura apostólica en
México. Parte de esa información la da a conocer a través de la agencia
Fides. “Hay una dinámica de retroalimentación”, dice.
Recalca que los asesinatos, secuestros y extorsiones pueden darse por
cuestiones meramente económicas o bien porque así gana más poder la
delincuencia organizada: “Por lo general en las zonas centro y sur del
país es por motivos económicos pues se piensa que el sacerdote tiene
dinero y es secuestrable. Pueden inclusive entrar a los templos y robar
piezas de arte sacro y cepos con limosnas.
“Creo que esto fue lo que sucedió con el reciente secuestro del padre
Benito Leobardo Arroyo, en Tehuacán, Puebla. Los secuestradores
pidieron 2 millones de pesos por su rescate, de lo contrario, amenazaban
con cortarle la cabeza y arrojarla a las puertas de la catedral de
Tehuacán. El obispo de esa diócesis, Rodrigo Aguilar, tuvo que salir a
mediar. Logró rescatar a su sacerdote.
“En cambio en la zona norte la situación es distinta. Ahí los grupos
de la delincuencia atacan a los sacerdotes y a los templos porque saben
que son un punto de referencia. Al golpear su fe, haces a la gente más
vulnerable y demuestras que ni siquiera lo sagrado te detiene.”
–¿Qué medidas toma la Iglesia para protegerse?
–Eso también depende de cada zona. En el norte, por ejemplo, las
puertas principales de los templos están cerradas. Operan por la oficina
parroquial, por la puerta de atrás.
“En esa y otras zonas también se suprimieron las misas nocturnas para
no exponer a los fieles. Es peligrosísimo que anden de noche. Además
se acortó la duración de las misas. Nada más se da la liturgia… ¡y
vámonos!
“Desde 2007 en León y Querétaro se determinó mantener cerrados los
templos, pero esta medida se debe en gran parte al robo de arte sacro y a
la delincuencia común.
“Tengo también reportes de parroquias que han instalado sistemas de
circuito cerrado para ver quién entra y sale. Estas medidas de seguridad
no se habían aplicado antes.”
Sobre este punto Corral refiere que estas medidas son tomadas por el obispo de cada diócesis, dependiendo de la situación local.
“Los sacerdotes y los fieles viven en constante peligro en Chihuahua,
Tamaulipas, Durango o Nuevo León. Obviamente los obispos de esos
lugares determinaron solamente oficiar misas durante el día. Cada obispo
toma sus medidas de acuerdo al lugar y al contexto.
–La Iglesia siempre ha sabido aprovechar a sus mártires, ¿por qué ahora no les da ese rango a sus sacerdotes asesinados?
–La Iglesia siempre ha tenido mártires, acabamos de celebrar un
aniversario más del asesinato de Óscar Arnulfo Romero. Pero en este caso
no necesitamos mártires, sino transformar la conciencia de la gente.
La Iglesia tiene que ser más propositiva y menos reaccionaria.
–¿El episcopado apoya a Calderón en su lucha contra el narcotráfico?
–¡Por supuesto! Estamos de acuerdo con el fin al cien por ciento,
pues México reclamaba una acción pronta ante el deterioro del tejido
social ocasionado por el narcotráfico. Sin embargo hay algunos obispos
que se oponen a los métodos del gobierno para alcanzar ese fin. Entre
ellos, los obispos de la provincia eclesiástica de Chihuahua, quienes
dicen: “No vemos ninguna solución con el Ejército en las calles, sino al
contrario, vemos que la delincuencia ha aumentado”.
–El narcotráfico ha penetrado las estructuras de gobierno, la policía y el Ejército. ¿Ha penetrado también la Iglesia?
Corral levanta el brazo derecho, extiende la palma de la mano y
contesta en son de juramento: “Con la Biblia en la mano puedo asegurar
que ningún sacerdote y ningún obispo, consciente de su misión, se
dejaría sobornar por el narcotráfico”.
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/90459
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/90459
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