Una rebelión cívica está en marcha. De momento es pequeña, pero amenaza
con convertirse en grande, porque este movimiento se está extendiendo
desde Cataluña y Murcia a más comunidades autónomas. Va a ser grande
porque se sustenta en sentimientos, poderosas razones y una necesidad
vital de cientos de miles de personas de no quedar excluidas y en
extrema precariedad.
Pedimos cosas sencillas de entender, ya que si
es duro perder la vivienda, lo es mucho más quedarte con un resto de
deuda de por vida. Pedimos la dación en pago, algo que ya se aplica en
muchos casos, pero que no esta regulado por ley.
Es una rebelión
pacifica que yo llamo 'la rebelión de las lágrimas', porque la mayoría
de personas que se ponen en contacto con la plataforma nos cuentan su
caso entre lágrimas.
Estamos acostumbrados a ver la crisis a
través de cifras macroeconómicas, pero la crisis tiene rostro humano.
Detrás de cada rostro hay una historia individual y familiar que los
gobiernos y bancos no ven o no quieren ver. Son rostros hasta ahora
invisibles e historias no contadas en muchos casos -ni tan siquiera en
el entorno familiar más cercano-, pero que van haciéndose visibles
gracias a los medios de comunicación y a nuestro creciente activismo.
Suelo
decirlo hasta la saciedad: tenemos que dejar de ser invisibles, hay
que salir del armario. Las personas afectadas por la crisis tienen que
quitarse esa vergüenza a decir «soy pobre, me ha pillado la crisis y me
quieren quitar la casa», porque quienes tienen que tener vergüenza son
los que han provocado esta crisis, que sí que tienen rostro, nombre y
se encuentran en un lugar llamado sistema financiero, cuyos altos
ejecutivos convirtieron la especulación en una practica cotidiana y,
aún así, han 'salido de rositas' con indemnizaciones millonarias. Nadie
-sobre todo los gobiernos y organismos internacionales- les han pedido
cuentas, llegando al extremo sarcástico de que en la actualidad son
estos mismos culpables de la crisis los que están imponiendo sus
recetas de solución a una crisis que ha llegado para quedarse mucho
tiempo.
El Tercer Mundo ya no está sólo en otros países, está
también en nuestros barrios y municipios. Los sociólogos le han puesto
nombre: el «Cuarto Mundo» lo llaman. En nuestra comunidad autónoma,
400.000 personas viven por debajo del umbral de la pobreza. Ese «Cuarto
Mundo» está lleno de sufrimiento y las personas que lo habitan, su
vida diaria, se ha convertido en un calvario que ya forma parte de las
estadísticas. Dichas estadísticas nos dicen que los centros de salud
mental están llenos de personas atendidas por culpa de la crisis, y los
departamentos de servicios sociales también. Conozco a muchos
trabajadores sociales y voluntarios a los que la desesperación de las
víctimas de esta crisis les ha contagiado y han dejado de dormir con
tranquilidad. Porque resulta que la banca no tiene corazón, pero las
personas sí.
El problema no es ya sólo que no se pueda pagar la
hipoteca -ésta es una de las consecuencias de no tener trabajo-, hay
más consecuencias. En la plataforma nos vienen cada vez más casos de
personas que tienen serios problemas de subsistencia y que aplican
técnicas de supervivencia urbana que no se conocen públicamente, pero
que estamos empeñados en que se conozcan.
Como ejemplo podría
poner muchos y variados, como el de una mujer que nos dijo que a la
leche le pone agua, para que dure más tiempo. O el caso de una
compañera que decía en una asamblea que ella y su pareja comen las
sobras del día anterior, para garantizar que sus hijos coman comida del
día. Pero lo peor no fue eso, fue mucho peor la contestación que le
dio otra compañera -también murciana- que dijo que en su casa van tan
justos que no tienen ni sobras. Dicha asamblea se hizo en la Parroquia
del barrio de La Paz en Murcia y quienes oyeron estos durísimos
testimonios entre otros, no pudieron -no pudimos- evitar indignarnos al
oírlos.
Ya digo, es la rebelión de las lágrimas. Lágrimas como
la de nuestra compañera Tere de las Torres de Cotillas. Este periódico,
en su versión digital, publicó un vídeo cuando se paralizó su
desahucio, en el que contaba su caso entre sonrisas y lágrimas porque
en esta rebelión también hay sonrisas, son las sonrisas que nos
provocan los éxitos que está teniendo la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca (PAH), son las sonrisas de constatar día a día que la
ciudadanía -que sí tiene corazón- está con nosotros.
Es la
rebelión de las lágrimas, una rebelión que va a triunfar, porque una
rebelión llena de sentimientos y poderosas razones tarde o temprano
termina consiguiendo sus objetivos. Tiempo al tiempo.
José Coy, fundador de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de la Región de Murcia y miembro del Foro Social
Vîa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/afectados-hipoteca-rebelion-lagrimas
No hay comentarios:
Publicar un comentario