(APe).- -Estamos muy contentos además de que a los sectores más
dinámicos de la economía, a los grandes actores económicos les vaya muy
bien – dijo la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner,
en la Bolsa de Comercio de Rosario, el 18 de agosto de 2010. Era una
confesión de parte.
Los mayores beneficios de su política económica fueron para “los grandes actores económicos”. Agregó que el 9 por ciento de crecimiento es el “…más sostenido de nuestros 200 años de historia. Pero además lo hace con una fuerte sustentabilidad social. Porque este crecimiento económico está acompañado también de una de desocupación de un dígito que volvió a bajar, en el último trimestre, afortunadamente, a 7,9 y perforó esos dos dígitos de desocupación que nos acompañaron durante década y media o un poco más”, apuntó la presidenta. Y agregó: “Nuestra protección y cobertura social también revela un grado de cobertura y de protección único en Latinoamérica. Podemos decir con orgullo que este Bicentenario nos encuentra con un país en crecimiento, pero al mismo tiempo con un pueblo que participa de ese crecimiento económico. También tenemos el mejor salario de los trabajadores…”, enumeró la presidenta.
Aquel discurso fue un resumen de casi ocho años de gobierno.
Resumen en números que marca también el límite del discurso progresista.
A los que les va muy bien, según dijo la presidenta, es a los grandes actores económicos.
Seis meses después, otras cifras, también oficiales, presentan la otra cara de la realidad, la de aquellos que no son los grandes actores económicos.
De acuerdo a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, “en los últimos años, hubo un fuerte cambio en el mapa de las prestaciones sociales. Y su alcance es tan vasto que 3,5 millones de familias perciben algún subsidio, asignación o prestación social. Pese al fuerte crecimiento de la economía, unos 14 millones de argentinos necesitan aún la asistencia del Estado para sobrevivir”, apunta la información publicada por distintos medios de comunicación.
Si se toman en cuenta las palabras de aquel discurso de la presidenta, la inversión social del estado hacía posible el desarrollo de todos los sectores de la vida colectiva argentina.
Y allí están los límites.
Lo que favorece de manera notable a los más tienen termina ninguneando a los que menos poseen. En la actualidad, gracias a estas políticas económicas resumidas en el discurso ante la Bolsa de Comercio de Rosario, unos 16 millones de argentinos disponen de menos de 800 pesos mensuales. Veintisiete pesos por día.
De tal forma, el diez por ciento más rico de la Argentina pueda gastar veinte veces más que cada persona que puebla el 10 por ciento más pobre del país.
Cifras que no cotizan en Bolsa pero que tampoco sirve para alardear sobre los beneficios del plan que premia a los poderosos.
-Podemos decir con orgullo que este Bicentenario nos encuentra con un país en crecimiento, pero al mismo tiempo con un pueblo que participa de ese crecimiento económico – sostenía aquel discurso. Lamentablemente no es verdad, señora presidenta.
Simplemente eso, no es verdad.
La única verdad es la realidad que usted misma dijo en aquella pieza oratoria: “Estamos muy contentos además de que a los sectores más dinámicos de la economía, a los grandes actores económicos les vaya muy bien”.
Los mayores beneficios de su política económica fueron para “los grandes actores económicos”. Agregó que el 9 por ciento de crecimiento es el “…más sostenido de nuestros 200 años de historia. Pero además lo hace con una fuerte sustentabilidad social. Porque este crecimiento económico está acompañado también de una de desocupación de un dígito que volvió a bajar, en el último trimestre, afortunadamente, a 7,9 y perforó esos dos dígitos de desocupación que nos acompañaron durante década y media o un poco más”, apuntó la presidenta. Y agregó: “Nuestra protección y cobertura social también revela un grado de cobertura y de protección único en Latinoamérica. Podemos decir con orgullo que este Bicentenario nos encuentra con un país en crecimiento, pero al mismo tiempo con un pueblo que participa de ese crecimiento económico. También tenemos el mejor salario de los trabajadores…”, enumeró la presidenta.
Aquel discurso fue un resumen de casi ocho años de gobierno.
Resumen en números que marca también el límite del discurso progresista.
A los que les va muy bien, según dijo la presidenta, es a los grandes actores económicos.
Seis meses después, otras cifras, también oficiales, presentan la otra cara de la realidad, la de aquellos que no son los grandes actores económicos.
De acuerdo a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, “en los últimos años, hubo un fuerte cambio en el mapa de las prestaciones sociales. Y su alcance es tan vasto que 3,5 millones de familias perciben algún subsidio, asignación o prestación social. Pese al fuerte crecimiento de la economía, unos 14 millones de argentinos necesitan aún la asistencia del Estado para sobrevivir”, apunta la información publicada por distintos medios de comunicación.
Si se toman en cuenta las palabras de aquel discurso de la presidenta, la inversión social del estado hacía posible el desarrollo de todos los sectores de la vida colectiva argentina.
Y allí están los límites.
Lo que favorece de manera notable a los más tienen termina ninguneando a los que menos poseen. En la actualidad, gracias a estas políticas económicas resumidas en el discurso ante la Bolsa de Comercio de Rosario, unos 16 millones de argentinos disponen de menos de 800 pesos mensuales. Veintisiete pesos por día.
De tal forma, el diez por ciento más rico de la Argentina pueda gastar veinte veces más que cada persona que puebla el 10 por ciento más pobre del país.
Cifras que no cotizan en Bolsa pero que tampoco sirve para alardear sobre los beneficios del plan que premia a los poderosos.
-Podemos decir con orgullo que este Bicentenario nos encuentra con un país en crecimiento, pero al mismo tiempo con un pueblo que participa de ese crecimiento económico – sostenía aquel discurso. Lamentablemente no es verdad, señora presidenta.
Simplemente eso, no es verdad.
La única verdad es la realidad que usted misma dijo en aquella pieza oratoria: “Estamos muy contentos además de que a los sectores más dinámicos de la economía, a los grandes actores económicos les vaya muy bien”.
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5449:la-unica-verdad&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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