Lorenz, podría haber
elegido otra profesión, sin embargo se graduó en meteorología por la
Universidad de Massachusetts sin saber que acabaría desarrollando la
famosa teoría del caos. Seguramente no imaginó que su trabajo serviría
para conocer mejor desde fenómenos atmosféricos a fluctuaciones de
bolsa. Se podría decir que, de alguna manera, el efecto mariposa está
presente en prácticamente todos los ámbitos de nuestras vidas.
Una mariposa bate sus alas en Túnez
Nadie
habría imaginado a principios de este año, que un simple vendedor
ambulante de veintiséis años iba a desencadenar en Túnez la revolución
islámica que ha puesto patas arriba al mundo entero. El pasado mes de
enero, Mohamed Bouazizi decidió inmolarse delante de la delegación del
Gobierno después de haber sido golpeado y humillado públicamente por una
funcionaria de la Policía. Su muerte fue la gota que colmó el vaso de
un país donde la corrupción, el desempleo y la pobreza habían llegado a
extremos insostenibles. Tras un mes de disturbios que dejaron
centenares de muertos y heridos en los enfrentamientos entre el
ejército y el pueblo tunecino, el presidente Ben Ali, en contra de todo
pronóstico, acabó renunciando al poder. Inspirados por las revueltas
en Túnez, inmediatamente después, miles de egipcios salieron a las
calles de la capital para protestar contra el régimen de Hosni Mubarak,
a quien no quedó más remedio que presentar su dimisión y salir del
país tras perder el apoyo de su ejército pocos días después de los
primeros disturbios.
La tormenta en Libia
La
ola revolucionaria se extendió rápidamente por el norte de África y
Oriente Próximo. Para entonces los medios de comunicación ya habían
cogido carrerilla y las informaciones de nuevas revueltas populares se
iban sucediendo en Argelia, Marruecos, Bahrein, Omán, Irán, Costa de
Marfil, Irak... Sin embargo, no es de extrañar que de todos los
levantamientos, fuese el del pueblo libio el que centrase toda la
atención mediática. A pesar de que durante las últimas décadas la
diplomacia internacional no ha tenido problema en apoyar abiertamente –o
en vender armas– al régimen libio, y que posiblemente la situación en
otros países fuese mucho menos sostenible, lo cierto es que el
escenario en Libia reunía las condiciones perfectas para continuar con
todo este circo; un dictador con una trayectoria terrorista a la altura
de cualquier guionista de Hollywood, y la amenaza de perder el
suministro de petróleo en Occidente como telón de fondo. Y, a pesar de
que las informaciones que nos llegaban de los medios sólo buscaban
seguir manteniendo la atención de su público, y que el rigor
periodístico brillaba por su ausencia, hemos vuelto a caer en la trampa
de pensar que lo que estaba sucediendo en Libia seguiría el mismo
patrón de Túnez y Egipto.
Ya nos avisó
Lorenz al describir en su teoría del caos que cualquier error de
interpretación en las condiciones iniciales de un sistema caótico,
podría producir comportamientos inesperados. Lo que en un principio
aparentaba ser una revuelta popular, en este momento se aproxima más a
una guerra civil entre dos bandos armados y organizados; por un lado los
partidarios de Gadafi, que por lo visto son más de los que podíamos
pensar en un principio, y por la otra parte la milicia rebelde –a saber
cómo han conseguido armarse y organizarse con tanta facilidad– Aún así,
a pesar de los avisos de Lorenz, no están faltando hipótesis de las
más variadas; Gadafi afirma que las fuerzas rebeldes en realidad son
integristas islámicos de Al-Qaeda, se supone que para contrarrestar los
efectos de la propaganda enemiga y manipular la opinión pública a su
favor, o en contra de los que apoyen a los rebeldes. Por su parte,
Chávez y Castro, viendo que a este ritmo podrían ser ellos los próximos
en caer, aseguran que los medios están manipulando a la opinión pública
para justificar una posible intervención militar de Occidente, y que
la situación en Libia es otra muy diferente a la que nos pretenden
vender desde los medios de comunicación. Y es que nadie pone en duda
que el pueblo libio se haya levantado contra el régimen de Gadafi
porque realmente tenga sed de democracia, sin embargo, hay que
reconocer que con tanta guerra propagandística y tanta desinformación,
uno ya no sabe si alguien dice la verdad.
El eterno retorno
Mientras
tanto las fuerzas militares de la ONU ya han enviado buques de guerra y
tropas militares, supuestamente para garantizar ayuda humanitaria a la
población civil que está abandonando el país. Además, se acaba de
decretar la zona de exclusión aérea para evitar que el ejército de
Gadafi pueda bombardear a los manifestantes rebeldes –que, tal como se
puede apreciar en las imágenes que nos van llegando, están bien armados y
no parecen tan inofensivos como al principio nos habían dicho–. Y hace
tan sólo unos días, Francia y Reino Unido sugerían una intervención
militar en Libia ante el hipotético uso de “armas químicas” en manos del
ejercito de Gadafi contra las tropas rebeldes. Lo más llamativo –o
preocupante, según se mire– es que esta propuesta surge muy pocos días
después de que Rafid Ahmed Alwan al-Janabi, conocido como Curveball por
los servicios de inteligencia, confesara que mintió sobre la supuesta existencia de un programa de producción de armas de destrucción masiva
en Irak. Y, a pesar de que la inteligencia alemana y británica tenía
conocimiento de que estaba mintiendo, su testimonio fue utilizado en el
discurso de Colin Powell ante la ONU como principal argumento para
justificar una intervención militar en Irak. Pero como de esto último
apenas se habla en los medios, mejor pasar página.
En
fin, si Nietzsche estuviese entre nosotros... sacaría pecho, y con el
orgullo de quien ha superado todos sus miedos y se sabe un superhombre,
ante el desconcierto de Oriente, nos recitaría desafiante algunos
fragmentos de su obra en torno a la idea del eterno retorno; la misma
idea que sugiere que los acontecimientos se vuelven a repetir
cíclicamente, una vez detrás de otra, hasta el infinito. Pero, volviendo
a la realidad, ¿significa esto que los sucesos ya vividos se repetirán
nuevamente? Por si acaso, mejor antes preguntamos a Lorenz, el creador
del caos.
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