1. Morelos, a escasos 60 kilómetros de la ciudad de México, es un
estado de tradición revolucionaria porque allí fue la cuna del zapatismo
histórico, allí fue asesinado el guerrillero Rubén Jaramillo (1963),
porque su colindancia con el estado de Guerrero le ayuda a su rebeldía y
porque muchos de sus habitantes –herederos de esas luchas- siguen
batallando en las calles. Sin embargo, a pesar de ello, desde hace ya
diez años son gobernados por el PAN –el partido de la ultraderecha- por
permitir que los priístas se convirtieran abiertamente al narcotráfico y
a la corrupción. Morelos debería tener siempre un gobierno al servicio
de los trabajadores; pero eso tampoco se ha logrado en Guerrero, Oaxaca,
Chiapas o Michoacán, a pesar de sus ricas historias de lucha. Morelos
puede cambiar radicalmente en los próximos años porque su gente parece
obtener buenos niveles de conciencia. Entonces recuperará su historia
como pueblo rebelde.
2. Ayer fue asesinado un grupo de jóvenes de sectores medios
distinguidos. El gobierno de Morelos no sabe nada y nunca ha sabido.
Debería renunciar para que Morelos no siga caminando hacia el desastre.
Hay protestas, pero posiblemente queden en la nada. Diría que no me
explico, pero sí entiendo muy bien las causas por las que en México, a
pesar de 40 mil asesinatos, el gigantesco desempleo, los salarios de
hambre, etcétera, los presidentes y demás funcionarios hacen lo que les
venga en gana y concluyen campantes sus seis años de gobierno. Hay un
acuerdo, tratado o pacto nacional para hacer críticas pero nunca tocar
los sexenios de gobierno aunque el país se destruya o se esté
desplomando. En México, después del asesinato de Carranza en 1920 y la
renuncia de Ortiz Rubio en 1932, todos los periodos de gobierno de
cuatro o seis años han concluido con felicidad para la clase gobernante o
política.
3. Díaz Ordaz debió renunciar después de la matanza de estudiantes en
1968; Echeverría debió renunciar por la guerra sucia y al devaluarse la
moneda; López Portillo cuando vino la caída de los precios del
petróleo; De la Madrid por no atender los sismos de 1985 y por la
gigantesca devaluación; Salinas por su política privatizadora, el
levantamiento del EZLN y el asesinato de Colosio; Zedillo desde el
desplome de la economía en 1995 y por el Fobaproa; Fox exactamente en
2003 cuando pierde las elecciones y Calderón no debió tomar posesión,
luego cuando ordenó que el ejército ocupara el país, cuando perdió las
elecciones de 2009 y ahora cuando se arrastra ante el imperio de EEUU.
Pero nada sucede porque partidos y medios de información deciden. Lo
grave es que si tuviéramos en las leyes la “revocabilidad de mandato”
los partidos y los grupos de poder se unirían para “conservar la
estabilidad” del sistema.
4. No quise ir más atrás, pues hasta el mismo Lázaro Cárdenas –con su
enorme prestigio- después de la expropiación petrolera o desde 1939, ya
no gobernaba, casi se había derrumbado por los tambores de guerra y la
penetración del país por agentes alemanes y de los aliados. ¿Qué decir
de Ruiz Cortines que reprimió con el ejército y cerró los internados de
la Nacional de Maestros y del Casco de Santo Tomás del Politécnico, o de
López Mateos que llegó al gobierno reprimiendo y encarcelando a dos mil
ferrocarrileros? Está claro que estos gobiernos cuando mucho pueden
gobernar de manera regular sus primeros tres años; los siguientes años
sólo les han servido para destruir el país, saquearlo y preparar al
candidato de la sucesión presidencial para que le cuide las espaldas.
Quizá debería regresarse al gobierno de cuatro, como fue de 1917 a 1934,
aunque tampoco es ninguna garantía si la población sigue tan jodida y
atrasada.
5. Recuerdo aquella ruta que recorrimos, junto a centenares de
zapatistas, encabezados por los dirigentes del EZLN, aquel febrero y
marzo de 2001 que aún sigue siendo –por su historia y su presente- de
las gente más luchadora del país. Salimos de Chiapas, cuna de EZLN, y
llegamos de inmediato a Oaxaca –el estado de las rebeliones indígenas,
de los profesores y la APPO. Luego llegamos a Puebla, a Veracruz, a
Hidalgo, a Tlaxcala, Querétaro y Michoacán y su gran asamblea en Nurío,
para transitar después por el Valle de Toluca, Morelos y Guerrero, luego
regresar a Morelos por Cuernavaca para entrar a la ciudad de México por
Milpa Alta y Xochimilco. Toda esa región es sin duda la identidad del
México indígena y campesino hoy fuertemente vigilada por el ejército y
demás fuerzas armadas de ocupación. Desafortunadamente el Estado
demostró su enorme poder en el ejecutivo, legislativo y en los medios,
he hizo trizas aquella batalla.
6. Quizá falló la coyuntura porque en 2001, a solo dos meses de haber
asumido Fox el gobierno, estaba en lo más alto de su fortaleza; pero
así tuvo que ser. Luego, en noviembre de 2003, convocada por los
electricistas del SME, realizamos unas cuatro o cinco caravanas de once
días en toda la República en contra de la privatización del petróleo, la
electricidad y demás. A mi me correspondió recorrer –junto a unos 40
compañeros- la de Mérida-ciudad de México. Realizamos unos 25 mítines en
ciudades y poblados de estados petroleros (Campeche, Chiapas, Tabasco,
Veracruz), pero tampoco el gobierno de Fox cedió a pesar que las
elecciones de ese año habían demostrado pérdida de apoyo electoral. Da
la impresión que de todas esas grandes batallas -con muchos gastos de
energía y dinero personales- sólo quedan testimonios, recuerdos, y que
la clase dominante sigue tan firme como antes. ¿Cómo romper ese círculo?
7. En la izquierda tenemos la obligación de seguir analizando lo que
ha pasado con el fin de evitar caer en el optimismo más desmesurado o en
el pesimismo inmovilizador. No sólo se asesinan a jóvenes en Morelos,
en Ciudad Juárez o Michoacán, también se desaparecen a miles de niños,
mujeres, jóvenes, personas maduras, en toda la República. Sin embargo
los gobiernos de los Estado, así como el presidente de la República
siguen tan campantes, como si nada pasara. Pero la bronca es de nuestro
pueblo que sigue adormecido y de nosotros que no hemos logrado la
estrategia correcta para sacarlos a la calle. ¿Hasta que grado los
procesos electorales son un importante distractor de las luchas
sociales? Las esperanzas (un tanto religiosas) se agotan porque la
población sigue tan jodida como hace un siglo, a pesar de los cambios
materiales que se ven. No sabemos cuán será la chispa que encenderá la
pradera, pero esperemos que pronto se encienda.
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