No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de
convencer a otra persona
es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar
o de creer o de
hacer lo que le de la gana. Yo quiero solo enseñar,
dar a conocer,
mostrar, no demostrar. Que cada uno llegue a la verdad
por sus propios
pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado.
(Quien es quien para
decir "esto es así", si la historia de la
humanidad no es mas que una
historia de contradicciones y de tanteos y de
búsquedas?)
Si a alguien he de convencer algún día, ese alguien ha
de ser yo mismo.
Convencerme de que no vale la pena llorar, ni
afligirse, ni pensar en la
muerte. "La vejez, la enfermedad y la
muerte", de Buda, no son mas que
la muerte, y la muerte es inevitable. Tan inevitable
como el nacimiento.
Lo bueno es vivir del mejor modo posible. Peleando,
lastimando,
acariciando, soñando. (Pero siempre se vive del mejor
modo posible!)
Mientras yo no pueda respirar bajo el agua, o volar
(pero de verdad
volar, yo solo, con mis brazos), tendrá que gustarme
caminar sobre la
tierra, y ser hombre, no pez ni ave.
No tengo ningún deseo de que me digan que la luna es
diferente a mis sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario