Asomarse a la búsqueda del término #egypt en Twitter estos días es como presenciar algo que ocurre a tal velocidad, que no da tiempo a leerlo.
Incluso con todo el acceso a Internet cortado dentro de las fronteras
del país, el flujo de información es constante. La estrella mediática
del momento por su conocimiento del terreno, Al Jazeera, rivaliza en una
cobertura fantástica y distribuida en gran parte mediante Creative Commons con la información que proviene del país y de los egipcios en el exterior.
La crisis egipcia, producto del efecto dominó
proveniente de la tunecina y que precede a las que vendrán en países
como Yemen, Argelia, Jordania y otras dictaduras árabes, sigue
exactamente las pautas apuntadas en entradas anteriores: por supuesto,
no está provocada por la web social, pero sí, de manera indudable, catalizada
por ésta. El papel de la web social es exactamente ese, el de
catalizador: acelera la velocidad de la reacción, sin consumirse en
ella. Una reacción parecida a la ocurrida hace años en la Europa del
Este, pero que tiene lugar ahora a “velocidad Internet”.
Una aceleración producida por dos vias: una pérdida total de control
de los canales comunicativos internos, y una visualización del problema
en el exterior que dificulta en gran medida el apoyo o el silencio
cómplice de posibles aliados. La revolución egipcia proporciona claras
evidencias de ambas cuestiones: por un lado, los persistentes intentos
del presidente Mubarak por cortar el acceso a los medios alternativos;
primero a páginas como Twitter, Facebook, etc., después a toda la red, y finalmente incluso a toda la red de telefonía móvil. Los cables oportunamente liberados por Wikileaks referentes a Egipto hablan de una gran influencia de los bloggers y los medios sociales en la vida sociopolítica del país, que ya se distinguía por intentar ejercer una gran presión sobre estos medios mediante monitorización, persecuciones y encarcelamientos de bloggers especialmente significados. Anteayer, el “día de la ira” que terminó con los tanques en la calle se coordinó en su práctica totalidad a través de Facebook.
Por otro lado, las evidentes reacciones de los países clave en el
apoyo exterior: una Estados Unidos abierta y declaradamente cómplice de
la dictadura egipcia que, jugando un papel muy similar al de Francia en
Túnez, pasa en muy pocas horas del apoyo explícito a Mubarak del vicepresidente Biden a las advertencias de su jefe, el presidente Obama, conminando al dictador a no utilizar la violencia contra su propio pueblo so pena de suspender las importantes ayudas económicas y políticas que han sostenido el régimen desde hace muchos años.
La caída de las dictaduras árabes promete ser un episodio que
leeremos para siempre en los libros de historia: regímenes sumidos en
una insostenible crisis, con escaso respeto a los derechos humanos e
importantes estratos de población con tasas impresionantes de desempleo,
que han empezado a estallar cuando estos estratos han comenzado a tener
acceso a la web social. Si alguien dudaba del importantísimo papel
jugado por la web social en el caso de Túnez, las dudas ya se disipan
completamente e el caso de Egipto, a medida que la teoría es aceptada ya por todos los observadores y medios
(y en mi caso, corroborada en primera persona por la red de ex-alumnos
residentes en la zona). Una difusión del uso de la web social que supone
un auténtico bucle de retroalimentación: a medida que más usuarios se
incorporan, más visibles se hacen las protestas, y eso, en países en los
que los medios tradicionales actúan bajo elevados niveles de control y
censura, actúa como un factor de atractivo para más usuarios. Apoyados
por una importante porción de la población situada en el exterior que
utiliza estos mismos canales para mantenerse en contacto con su país,
los habitantes encuentran el medio ideal para llamar la atención sobre
su situación, comunicarse y organizarse para llevar a cabo
movilizaciones. El acceso a la red puede suspenderse temporalmente para
intentar evitar un estallido como está ocurriendo ahora mismo en Siria, pero obviamente no puede evitarse para siempre.
Preparémonos para digerir una gran avalancha de noticias sobre la zona. El dominó continúa.
Fuente, vìa :
http://www.enriquedans.com/2011/01/el-jeroglifico-egipcio.html
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