domingo, 2 de enero de 2011

Sociedad : Enfermedad y televisión. despuesdegoogle

http://iguerrero.files.wordpress.com/2007/06/cabezatv.jpg?w=61&h=213He regresado al blog después de una nueva hospitalización, empujada por una infección hospitalaria, valga la redundancia. Al parecer los gérmenes que crecen en quirófanos, bolsas, instrumentos, sondas y demás material sanitario son fuertes a base de desarrollarse en su propio ambiente. O sea que tuve que volver al suero, a los antibióticos y toda la rutina que marca la vida en una habitación de hospital.
Aparte de los dolores, molestias o incomodidades que puedan sufrirse, se impone desde el primer momento una perspectiva existencial que nos aísla de la realidad. De golpe, la cotidianeidad (con toda su riqueza de ocupaciones, personas, sonidos y gestiones) desaparece y es sustituida por una especie de realidad virtual donde no entran los rayos del sol ni el espectáculo del tráfico urbano. Este mundo burbuja gira irremediablemente en torno a tu enfermedad, de forma que esta se convierte en referencia obsesiva, solo interrumpida por un horario pautado de desayuno, toma de temperatura, pastilla, almuerzo… Enfermeras y auxiliares portadores de noticias del mundo que se extiende (queremos creer que sigue ahí) más allá de la puerta de la habitación.
No existe soporte sicológico para este tipo de depresión, como sí hay un seguimiento físico (la bolsa de hidratación, nivel de la bolsa de la sonda o el drenaje, comprobación de la tensión…) de la evolución de la enfermedad o la intervención quirúrgica.
El soporte sicológico se confía al televisor. O al calor humano que proporcionan algunas visitas, especialmente la compañía atenta de los seres queridos.
Habitualmente no consumo televisión. Invierto mi tiempo y curiosidad en Internet o en la lectura de prensa o libros impresos. Pero durante los dos periodos de hospitalización estuve enganchado a la televisión. Mañana, tarde y noche. Ni me apetecía conectarme a Internet ni juguetear con el portátil ni leer revistas o periódicos. El mando a distancia como instrumento de exploración que me mantenía activo y entretenido, ocupado.
Y me acordé de aquel ensayo de Román Gubern La mirada opulenta donde descubrí que la televisión es una adicción sustitutiva. A pesar de que engancha a amplias capas de población cautiva (digamos niños, parados, amas de casa, personas mayores o que viven solas) se abandona fácilmente apenas aparece un plan más atractivo.
Entiendo mejor ahora la supervivencia de la televisión como medio, en una sociedad que ha cambiado radicalmente en las últimas décadas: sigue estando ahí a la distancia de un clic emitiendo en forma de flujo continuo que a nada nos compromete, acompañándonos mientras construye a nuestro alrededor una capa confortable de complicidad.

despuesdegoogle

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