domingo, 30 de enero de 2011

Mundo : El viento tunecino sopla con fuerza en las revueltas de Egipto. Radio Francia Internacional. Si la revolución democrática triunfa en Egipto, puede suponer una convulsión en el mundo árabe. Egipto no es Túnez. Sus 80 millones de ciudadanos y su peso político y económico le convierten en el país árabe más influyente.

Egipto
Hierve Egipto. El viento caliente de la revolución de Túnez que comienza a soplar por todo el mundo árabe se mece por las calles egipcias con una inusitada fuerza, desafiando al poder absoluto del octogenario presidente, Hosni Mubarak, quien maneja los hilos del país desde hace ya tres décadas.
Miles de egipcios han desafiado las amenazas del Gobierno en los últimos días saliendo a la calle para pedir la democratización de Egipto y la dimisión de Mubarak, al cual desean la misma suerte que corrió su homólogo tunecino, Zine el Abidine Ben Alí, sepultado por la Revolución de los jazmines. Este viernes están convocadas nuevas manifestaciones. Se esperan multitudinarias. Algunas fuentes hablan de que se prevé la asistencia de 20.000 personas, justo cuando acabe la oración –el viernes equivale allí al domingo en Occidente.
La jornada se presenta tensa. El Ministerio de Interior egipcio ha advertido de que sofocará las protestas con “medidas decisivas”. No ha concretado a qué se refiere con esas dos palabras, pero suena a más que una amenaza, si se tiene en cuenta que la acción policial ya se ha cobrado varios muertos y se ha detenido a cientos de personas.
El malestar por la pobreza, el alto desempleo, la corrupción y la represión es la musa que inspira a los activistas egipcios para seguir los pasos de las protestas de Túnez. Los motivos que mueven a los egipcios no son el único paralelismo que les une a sus vecinos: al igual que en la revuelta social que forzó la salida del dictador Ben Alí, Internet está siendo el instrumento clave para que los egipcios contrarios a Mubarak coordinen sus movimientos. Facebook y Twitter son el hervidero digital que está convocando a los manifestantes.
Las similitudes del comportamiento de Mubarak con Ben Alí no se detienen ahí. Como ya hiciera el dictador tunecino, el Gobierno egipcio está cortando el acceso a Internet. Anoche las conexiones a la Red en Egipto comenzaron a ralentizarse y el acceso por la mañana era ya imposible.
El presidente Mubarak está siguiendo también las huelas de Ben Alí cuando el ex presidente de Túnez no conocía el alcance de la revuelta la que se enfrentaba. Mubarak responde a los gritos con silencio, nada se conoce de su postura. Y la represión policial va en crescendo: alrededor de mil manifestantes han sido detenidos y esta noche han corrido la misma suerte 20 miembros de los Hermanos Musulmanes, la primera fuerza opositora en Egipto, según ha manifestado el abogado del movimiento, Abdelmoneim Abdel Maqsud a la AFP.
Se unen los islamistas y también el Nobel Albaradei
Es el resultado de la unión de los islamistas a una protesta hasta ahora laica. Unas horas antes, los Hermanos Musulmanes habían anunciado que también estará presente en las calles. Las revueltas “Los Hermanos Musulmanes participaremos en las manifestaciones del viernes del cólera… con todas las fuerzas nacionales y el pueblo egipcio”, afirma en un comunicado uno de los dirigentes del partido, Saad Katatni. El grupo asegura que no quieren protagonizar las protestas, pero que finalmente han decidido asistir y que están “dispuestos a mantener una firme presencia en las calles” si la situación lo requiere, según las palabras del portavoz Mohamed Morsi recogidas en la web del partido.
Pero el actor político que todo el mundo espera para encauzar este arrebato de descontento es un Premio Nobel de la Paz y se llama Mohamed el Baradei. El ex director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) de la ONU creó la Asociación Nacional para el Cambio con el objetivo de presionar a Mubarak para que hiciese reformas democráticas en el país, pero ha estado desaparecido del levantamiento, lo que le ha ocasionado numerosas críticas.
Su silencio desapareció el jueves, cuando aterrizó en un avión en El Cairo y se ofreció para cumplir el papel de coordinar un posible proceso democrático. “Si la gente lo quiere, y sobre todo los jóvenes, puedo dirigir la transición. No les voy a dejar en la estacada”, dijo nada más llegar a Egipto.
El Baradei se negó a presentarse en las últimas elecciones porque las consideraba un fraude. Este viernes participará en las marchas de protesta. Y su presencia es más que un símbolo para los egipcios.
Obama apoya el proceso en el mundo árabe. Egipto, parada clave
Miles de yemeníes se manifestaron ayer por las calles de Saná, la capital de Yemen. Exigían una mejora de sus condiciones de vida y poner fin a los 32 años de presidencia de Ali Abdalá Saleh. Otra ve Túnez como inspiración: los yemeníes se quejan de la carestía de los alimentos, de la corrupción y del nepotismo. Una nueva parada del viento de la revolución tunecina.
Estados Unidos tiene la esperanza de que se extiendan las protestas como la nueva expresión de un mundo islámico democrático. Con todas precauciones, EEUU ha decidido apoyar los movimientos de protestas que se extienden por el mundo árabe. “El principio de la defensa de los derechos ciudadanos es tan válido en EEUU como en los países árabes”, dijo ayer Barack Obama en una entrevista en YouTube. “La gente (en Egipto) tiene que disponer de instrumentos para expresar sus legítimas discrepancias. La respuesta a esas aspiraciones no puede ser la violencia”, añadió el presidente norteamericano.
Y en este proceso democrático pocas paradas parecen tan trascendentales como la de Egipto. Egipto no es Túnez, ni su peso político ni el económico ni el democrático es comparable en importancia a ninguno de los otros países donde se refleja estos días la frustración de unos pueblos que muestran su hartazgo. Con sus 80 millones de habitantes, es la nación más influyente del mundo árabe.
Por ello y por las peculiaridades del Gobierno de Mubarak, el proceso egipcio es un punto caliente para la comunidad internacional y, especialmente para Estados Unidos. Hasta ahora, Estados Unidos sostenía al régimen de Mubarak con más de 1.000 millones de dólares anuales destinados a gasto militar. Formaba parte de la estrategia de Estados Unidos de utilizar a Egipto como cortafuegos del terrorismo islámico en la región.
Pero ahora Mubarak está en el precipicio. Pretende perpetuarse en el poder o traspasárselo a su hijo, Gamal. La calle pide su cabeza política y Obama se refirió ayer a Egipto como “un buen aliado”, pero en la práctica le ha retirado el apoyo. Egipto, ¿Túnez dos y una nueva era del islamismo democrático? La pregunta flota en el aire. Un aire convulso e incierto todavía.
Vìa :
http://radio.uchile.cl/noticias/101290/

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