No sé cuándo tuviste oportunidad de leer 1984,
una de las obras más visionarias e impresionantes de George Orwell,
pero tanto si no la has leído como si lo hiciste hace tiempo, te costará
encontrar una mejor ocasión para hacerlo. No es un recurso retórico: si
no leíste aún 1984, hazlo ya. Tienes librerías para comprarlo, infinidad de sitios de donde bajarlo cómodamente,
y unas vacaciones por delante. Si ya lo leíste, pero fue, como muchos,
cuando te lo recomendaron en el bachillerato o hace años, es el momento
de releerlo.
Una nota de Vint Cerf en el blog oficial de Google
alerta acerca de lo que sin duda se ha convertido en la deriva más
preocupante para todos los que consideramos la red una parte importante
de nuestras vidas: el progresivo intento de toma de control de la misma
por parte de los gobiernos, tomando posiciones en los organismos de
control y planteando esquemas completamente antinaturales frente a la
naturaleza intrínsecamente abierta de Internet.
La toma de control de los gobiernos sobre la red se está
estructurando a través de múltiples frentes: pretenden gobernar a qué
páginas vamos, a qué podemos y no podemos enlazar, qué se puede
descargar, incluso qué puede o no transmitirse y a qué velocidad puede
hacerlo. Debates como el de la propiedad intelectual o el de la
neutralidad de la red esconden una realidad evidente: estamos dejando
que decisiones importantísimas y con un marcado componente
intervencionista recaigan en manos de ignorantes, imbéciles y
desinformados, manipulados además por intereses comerciales perversos,
por demandas absurdas o cortoplacistas que amenazan con hipotecar el
futuro del más importante instrumento de libertad que la humanidad ha
diseñado desde que salió de las cavernas.
Las amenazas que se ciernen sobre la red son serias, muy serias. No
estamos hablando de si podremos o no bajarnos música o ver películas y
series en la web. Estamos tomando decisiones que condicionan muy
seriamente en qué manos ponemos la innovación, la generación de valor,
nuestras libertades más básicas y fundamentales, nuestro desarrollo como
sociedad. Frente a poderes enormemente estructurados, con ilimitados
recursos económicos y llegada a todos los estamentos del poder, solo
estamos nosotros: ciudadanos, usuarios de la red, voces dispersas,
buenas intenciones y voluntades aparentemente imposibles de alinear. Un
poder que se aleja de los ciudadanos, pero que mantiene intacta su
capacidad de determinar sus destinos con manipulaciones burdas, leyes
que se aprueban de puntillas, injusticias manifiestas y fraudes de todo
tipo. Un poder mediatizado, desprestigiado, italianizado, opaco, esclavo
de mil intereses bastardos, incapaz de ilusionar o convencer,
perteneciente a una generación perdida incapaz de entender la red o lo
que ésta significa.
De esta no nos va a sacar nadie, solo nosotros mismos. ¿Estás ahí, o
prefieres perderte en discusiones bizantinas que terminarán siendo
completamente irrelevantes? Léete 1984 y mira lo que se nos viene
encima. ¿Hay alguien? ¿Alternativas?
Fuente, vìa :
http://www.enriquedans.com/2010/12/gran-momento-para-releer-1984.html
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