El país se está quedando
solo en Suramérica y, por su propia acción, se convierte en el eslabón
más débil del MERCOSUR y de la UNASUR, en un deslizamiento que se torna
grave, a sabiendas de que todo matón, como es cualquier imperio, golpea
siempre cuando encuentra debilidad.
En la
coyuntura actual regional, Paraguay es el más propenso, entre todas las
naciones vecinas, a recibir un zarpazo imperial, y quizás por ello Lugo
eligió la cena de fin de año con el cuerpo diplomático extranjero, para
reiterarles que la democracia está amenazada en el subcontinente y
pedirles que no olviden las experiencias recientes de Honduras y el
intento golpista en Ecuador.
Combatir la amnesia
En
la visión de algunas personas, retroceder a 1870 y utilizar el despojo y
genocidio provocado a Paraguay por Argentina, Brasil y, el furgón de
cola de Uruguay, para encontrar otro motivo a las llagas actuales de
esta sociedad, es un recurso “démodé”, pero no lo es tanto cuando se
hurga en la situación actual y su relación en todos los aspectos
culturales, con los antecedentes históricos, no tan fuera de moda.
En
muchas áreas, el país no ha logrado superar ese escenario, entre otras
cosas porque en él nacieron los dos partidos políticos, el Colorado y el
Liberal, ambos autoritarios y verticalistas, que han dominado la vida
nacional en estos 140 años.
Los primeros, 79
años en el gobierno, y los segundos la mitad, imprimiendo un ritmo
extremadamente lento a la reconstrucción, algo así como que ninguno de
los dos ha tenido interés, y mucho menos sus patrones doctrinarios,
Brasil y Argentina, en restaurar la República más avanzada del
subcontinente, la cual había motivado la orden del imperialismo inglés
de arrasarla.
Hace dos años y medio, Fernando
Lugo ganó la Presidencia, al frente de una alianza electoral muy
heterogénea, como todas las coaliciones, en la que fue protagonista el
movimiento social, sindical, campesino y de trabajadores en general,
manuales y con estudios superiores, una parte encuadrada en los partidos
progresistas y la mayoría con adhesión liberal y algo colorada, y en
otras diversas corrientes o por la libre.
Ahí
renació la esperanza que había surgido en 1989, cuando fue destronado el
General Alfredo Strossner, en lo que se ha dado en llamar un Golpe de
Estado pero que, en realidad, fue un simple desplazamiento de piezas en
el tablero corrupto, es decir, oligárquico, que se adueñó del país desde
la pasada década del 40.
Ello fue una réplica
de la jugada de que “ahora me toca a mí, pues ya estuviste mucho”, como
parece que, en los albores del siglo, otros generales le habrían dicho a
colegas que habían asumido dos días o algunas semanas o meses antes,
sentándose de inmediato en la poltrona que perteneció a los López,
Carlos Antonio, que gobernó entre 1944 hasta su muerte, en el 64, cuando
asumió su hijo, Francisco Solano, quien se condecoró Mariscal y se
inmoló al frente de las tropas patriotas que enfrentaron heroicamente a
los triplemente infames invasores.
El gatopardismo refleja miseria ideológica
Con
un desproporcionado retardo cultural y una herencia de inconmensurable
corrupción administrativa y descomposición moral en los tres poderes del
Estado, en el mundillo político y comunicacional, y en áreas
relevantes, como la educativa, en particular la universitaria, el 20 de
abril del 2008, Lugo terminó con 70 años de gobiernos del Partido
Colorado.
El inmenso abanico de esperanzas
populares, y la reivindicación masiva de justicia social y de vida
democrática, abierto entonces, se retrae sensiblemente cuando el ex
Obispo ha llegado a la mitad de su mandato.
Tres
son los factores mayores que explican esa decepción, amenazando en
convertirse en una estafa más al pueblo: a) la irresponsabilidad del
Ejecutivo, b) el sabotaje sistemático de todo proyecto de ley en
beneficio de las mayorías, por parte del Parlamento, y c) la complicidad
o pertenencia del Poder Judicial con y a la corrupción.
Las
cárceles del país están desbordadas por cerca de cuatro mil presos por
minucias, 79 por ciento sin juicio, mayoría mulas y caballos locos, pero
ni un solo narcotraficante relevante está entre rejas ni ladrón
encumbrado, entre ellos los banqueros, tipo los hermanos uruguayos
Peirano, que en los últimos 15 años se han ido declarando en quiebra,
para estafar a los ahorristas, con la complicidad de autoridades
financieras, políticas y judiciales.
Más de
ocho millones de hectáreas, ocupadas ilegalmente, han sido registradas
por la Comisión de Verdad y Justicia, pero el informe final de la
investigación está encajonado en el suntuoso Palacio de Justicia,
mientras 500 mil familias campesinas, el 60 por ciento de la población
paraguaya, sobrevive en la pobreza y buena parte en la miseria.
La quinta columna esta expandida
Las
dos cámaras del parlamento conforman un solo nicho en la conspiración y
el sabotaje de cuanto proyecto de ley de política social le ha
entregado el Ejecutivo, explotando al máximo los errores, equivocaciones
e incapacidad del gabinete ministerial, 95 por ciento conformado por
militantes progresistas o de izquierda, entre los que algunos, en sus
acciones, muestran arrepentimiento de su pasado.
Para
el Ministro del Interior, Rafael Filizzola, es un triunfo de su gestión
haber conseguido la asesoría de expertos de Estados Unidos y Colombia,
formados en las mismas escuelas en la lucha contra el narcotráfico y el
terrorismo, aunque en esos dos países, esos dos delitos tienen muy buena
salud.
El Gobierno acaba de ratificar el
Convenio Iniciativa Zona Norte, suscrito en el 2008 con Estados Unidos,
que faculta prolongar la presencia de militares estadounidenses
especializados en el espionaje, en territorio paraguayo y en las áreas
más activas de las organizaciones campesinas que reclaman una reforma
agraria. Los últimos gobiernos colorados no habían llegado a ese nivel
de sumisión.
La explicación oficial apunta a
combatir al Ejército del Pueblo Paraguayo que, según los grandes medios
de comunicación, que forman la agenda de la política nacional, serían
guerrilleros, sin que hasta ahora puedan mostrar ninguna operación de
guerrilla en ningún rincón del país, salvo fotografías de algún refugio
en sitios boscosos.
El Gobierno acusa al EPP de
la autoría de varios secuestros a personas adineradas e, incluso del
asesinato crapuloso de una joven hija del ex Presidente Raúl Cubas, pero
algunas investigaciones apuntan hacia otros posibles autores, entre los
cuales aparecen mezclados policías, ex militares y narcotraficantes, es
decir, el bajo fondo de Máximo Gorki. Hay decenas de presos, esos sí
condenados, por esa causa.
Interesada ignorancia para el bien y sabiduría para el mal
El
Canciller Héctor Lacognata, en violación de su mandato de abrir el país
a la integración regional y al mundo, es un fotogénico espectador del
autoaislamiento del país que impulsa el Parlamento, desolidarizado con
los legisladores de Argentina, Brasil y Uruguay, cuyos pronunciamientos
últimos en política internacional han vetado en forma miope y grosera.
Muy
poco interés público ha mostrado el titular de exteriores en el tema
del ingreso de Venezuela al Mercosur, a pesar de las notables ventajas,
especialmente económicas que podría resultar para Paraguay, e igual
actitud con la necesaria lucha al interior de las dos cámaras, para
reconocer plenamente a la UNASUR.
Ambos
acuerdos regionales, que hasta la OEA califica de beneficiosos, tienen
plena aceptación por Argentina, Brasil y Uruguay, y sólo el parlamento
paraguayo lo está impidiendo, exponiendo al país a entendibles medidas
de presión de los otros socios, que se sienten perjudicados por Paraguay
en sus intercambios comerciales y culturales.
Otro
capítulo de la inoperancia del Poder Ejecutivo, y que sólo podría
explicar la fuerte influencia que ejerce la Embajadora de Estados
Unidos, Liliana Ayalde, ante quien tiemblan algunos Ministros, tiene
relación con el reconocimiento de Palestina como Estado, en base a las
fronteras de 1967, que Israel continúa destruyendo.
Argentina,
Brasil y Uruguay, seguidos por Bolivia, han reconocido en los dos
últimos meses al Estado que debe representar al martirizado pueblo
palestino ante el mundo, que desde 1988 apoyan 130 países en el seno de
la ONU, donde tiene asiento pero sin derecho a voto, injusticia que se
intenta enmendar.
Ecuador y Perú prevén
reconocerlo, al igual que El Salvador y México que expresan buena
disponibilidad, a diferencia del Ejecutivo paraguayo, que es el órgano
que tiene que tomar la iniciativa, pero que aún no se ha pronunciado,
sin que el servicio de comunicación del palacio se digne en dar una
explicación a la ciudadanía.
Los movimientos
populares, en forma creciente, expresan mucha desconfianza respecto a la
política gubernamental en la dirección esperada de impulsar con fuerza
el programa de seis puntos con el que ganó Lugo la presidencia.
Empezando
por la reforma agraria, con estímulo para los pequeños y medianos
labriegos, primer empleo para los jóvenes y facilidades para la
formación profesional de los excluidos, combate a la corrupción,
democratización y transparencia de la actividad estatal, en fin, un
paquete de medidas que habían despertado muchas esperanzas.
También
se entusiasmó a la gente con el compromiso de defender los recursos
nacionales y a las empresas públicas, pero resulta que ahora, Gobierno y
Parlamento han comenzado a privatizar los aeropuertos, para solaz de
Estados Unidos, que podrá contar con un valioso centro de aterrizaje y
despegue sin ningún control paraguayo, en un punto de particular
importancia geoestratégica.
De todo lo
prometido, el Gobierno sólo avanzó con la gratuidad de los servicios de
salud que, pese a sus deficiencias, es una medida que facilita el acceso
de las familias más pobres a la atención hospitalaria, un viejo reducto
de los politiqueros para cambiar “favores” por adhesión, humillando a
la gente necesitada.
Otro punto a favor de la
nueva administración es la revigorización de la renegociación con Brasil
para que sean respetados los derechos paraguayos en la Represa
Binacional de Itaipú, en particular a lo que atañe a la soberanía
nacional en su producción energética, que el socio grande se lleva el 95
por ciento, pagando chauchas por el 45 que le pertenece a Paraguay que,
por pequeñez total y escaso desarrollo industrial, no consume.
En
la política social es donde más déficit acumula el Gobierno del Cambio,
y en ese renglón radica la peligrosa desmovilización popular y el
estancamiento del proceso de transformación estructural que requiere el
país. En el 2002, un intento de privatización de empresas nacionales,
fue rechazado por el pueblo movilizado, pero eso ahora no ocurre.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/12/paraguay-incapacidad-y-dependencia.html
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