En la urbe más violenta del mundo, Ciudad Juárez, se cometieron más
de 3 mil asesinatos relacionados con la delincuencia organizada en el
año que termina. El colmo es que con cientos de heridos, esta ciudad
enferma se está quedando sin médicos, ya que los sicarios los
secuestran, extorsionan y asesinan, aprovechando su exposición al
público. Al igual que la gente pobre de Salvárcar, estos profesionistas
siguen esperando las soluciones que el presidente Calderón les prometió
desde febrero.
MÉXICO, D.F., 21 de diciembre (Proceso).- El pasado 31 de julio, el
médico pediatra Alfonso Rocha salía de su consultorio cuando un grupo
de hombres armados lo subió a golpes y empujones en un vehículo y lo
trasladó a una casa de seguridad. De inmediato los plagiarios se
comunicaron por teléfono con la familia y, después de cinco días,
acordaron la entrega de un rescate de 70 mil dólares. El dinero fue
entregado, pero el médico no recobró su libertad.
Al día siguiente de que pagó, la familia recibió otra llamada
telefónica. Alfonso Rocha informó que fue “vendido” a otro grupo de
secuestradores, quienes exigen otro monto por su rescate. En esta
ocasión la familia permitió que interviniera un negociador adscrito a la
Procuraduría General de la República (PGR). Tras un par de días se
hizo un pacto y la familia entregó el dinero, pero el pediatra no
volvió a casa. Los criminales no volvieron a comunicarse.
Catorce días después se encontró el cuerpo de Rocha, hinchado y “con
alto grado de edematización”, según el personal del Servicio Médico
Forense (Semefo). Incluso sus familiares tuvieron dificultades para
reconocerlo.
Otro caso es el del doctor Alberto Betancourt. El pasado jueves 2,
como a las 22:30 horas, salió de la clínica del Seguro Social y se
dirigió al estacionamiento. No pudo abordar su vehículo: fue
interceptado por un comando. Le dijeron que se trataba de un secuestro y
lo subieron a un coche. Desde su teléfono celular, los secuestradores
se comunicaron con la familia del doctor para notificar el rapto y
pedir el rescate de 2 millones de pesos.
Para tratar con los plagiarios, la esposa contrató a un negociador de
la PGR que ella eligió, al parecer porque es amigo de la familia. La
negociación iba bajando, iba ya como en medio millón.
Algo falló. Poco antes de las 48 horas del secuestro fue localizado
el cuerpo de Betancourt. Tenía dos disparos y evidencia de que estaba
hincado cuando lo ejecutaron. De acuerdo con personas cercanas a la
familia, quienes piden omitir sus nombres, el negociador no formalizó
ante la PGR su intervención y, por lo tanto, nunca consultó a la
dependencia. Incluso está bajo investigación porque no siguió el
protocolo.
La zozobra de los médicos juarenses comenzó en marzo de 2008, igual
que el Operativo Conjunto Chihuahua, dentro del cual el presidente
Felipe Calderón enmarcó su guerra contra los cárteles en esta ciudad.
Para diciembre de ese año, el gremio ya registraba ocho plagios, por lo
que llevó a cabo una marcha de protesta y llamó a sus integrantes a
constituir el Comité Médico Ciudadano (CMC).
De marzo de 2008 al pasado viernes 17 se tenía registro de 24 médicos
secuestrados, entre ellos los dos asesinados por sus raptores. Otro
más, Guillermo Ortiz Collazo, murió el 16 de julio porque auxiliaba a un
herido cuando estalló el coche-bomba. Asimismo, 30% de los médicos que
trabajan en el sector privado de Juárez es víctima de la modalidad de
extorsión llamada “derecho de piso”; 80 de estos profesionistas
abandonaron sus consultorios particulares y algunos de los 22 se han ido
a vivir a El Paso, Texas.
La inseguridad provocó que los médicos organizaran un paro de labores
el lunes 13. El servicio privado se paralizó en 100% y el público en
95%. Se adhirió a la protesta el personal de las tres clínicas del
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el del Hospital General,
por lo que se tuvo que enviar gente de la ciudad de Chihuahua. En los
hospitales de la ciudad sólo se dieron servicios de urgencia y se
realizaron cirugías de emergencia.
El martes 21, a las 16:00 horas, está programada una misa por la paz
oficiada por el obispo Renato Ascencio León en el cruce de Bolivia y 16
de Septiembre, colonia Ex Hipódromo, donde estalló el coche-bomba.
Labor sin garantías
Por tercer año consecutivo, Ciudad Juárez encabeza la lista de las
urbes más violentas del mundo. Este año se cometieron aquí 3 mil
asesinatos relacionados con la delincuencia organizada. En gran medida
esa ola delictiva comenzó en 2008, cuando el cártel de Sinaloa,
comandado por Joaquín El Chapo Guzmán, entró a disputarle la plaza al
cártel de Juárez, dirigido por Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy.
Tal grado de violencia hace eficaces las amenazas de los criminales,
que descubrieron cómo utilizar el terror al exigir el “pago por derecho
de piso” a las clínicas particulares.
–¿Qué tan grave es el problema de las extorsiones? –se le pregunta
vía telefónica al doctor Miguel García, presidente de la Asociación de
Clínicas y Hospitales de Juárez.
–Calculamos que alrededor de 30% de los mil 100 médicos generales y
640 especialistas del sector privado están pagando “derecho de piso”.
Describe cómo cometen la extorsión:
“El primer contacto, para intimidar, son hombres que llegan en
comandos de tres o cuatro a fin de imponer su presencia. Están armados.
Entregan un número de teléfono celular y dan la orden de que el
propietario de la clínica se comunique de inmediato con ellos.
“Si no realizan la llamada, como primera advertencia rafaguean el
negocio para intimidar. No ha habido heridos ni muertos (en esta fase);
su único objetivo es aterrorizar para lograr el pago. En estas
circunstancias tenemos cuatro clínicas registradas; los dueños de otras
no han querido hacerlo público porque tienen miedo.”
A decir de víctimas de este delito, el pago se realiza en las propias
instalaciones o a veces en otro lugar, como una tienda. Generalmente
reciben el dinero mujeres o menores de edad, distintos en cada ocasión. A
una clínica pequeña los delincuentes le exigen entre 2 mil 500 y 3 mil
pesos por semana.
Afirman que los extorsionadores trabajan en equipos. Cuando la
policía captura a un menor de edad cobrando la extorsión, éste argumenta
que una señora le pidió recoger un sobre, mientras que el otro dice
que lo contrataron como chofer. Así los dos salen libres.
También relatan casos de ginecólogos que coinciden en algunos
detalles: reciben a una pareja, examinan a la mujer y sólo después de la
consulta el supuesto esposo amaga al médico mientras le dice que se
trata de un secuestro. En tanto, la mujer anima a su compinche para que
golpee a la víctima.
–¿Hay quienes han abandonado la profesión? –se retoma la entrevista con el doctor García.
–Hay barrios, sobre todo de la periferia, como la carretera a Casas
Grandes, Boulevard Zaragoza, zona de Zaragoza, colonia Hidalgo y la zona
Centro, en donde los consultorios parecen una especie en extinción.
Cerraron 80 especialistas en pediatría, ginecología, internistas y
cirujanos, que decidieron establecerse en los grandes hospitales como
medida de protección. Además, hay 22 médicos privados que abandonaron la
ciudad, se llevaron a la familia, pero dejaron casas, dejaron todo…
Algunos fueron extorsionados, otros rafagueados y otros secuestrados.
Pone énfasis en este delito: “De los 24 secuestrados sólo una es
mujer; el resto, hombres. De esta clínica fue secuestrado un ginecólogo,
por su rescate se pagaron 25 mil dólares. Aunque el monto que piden
por su liberación empieza con cantidades estratosféricas, de 2.5
millones de pesos, se tiene que negociar”.
Detalla el secuestro de un colega, cuyo nombre se omite: “Se lo
llevaron del estacionamiento de la clínica. Eran las 8:50 de la mañana,
tenía su coche encendido. En eso se le empareja un auto con cuatro
encapuchados que tienen armas largas. Lo bajan de su vehículo y lo suben
al de ellos”.
Antes de hacer contacto con la familia, los delincuentes lo golpearon
y humillaron para “ablandarlo”. El objetivo, dice García, es que
decaiga su estado de ánimo y se lo transmita a los familiares. Después
de 50 minutos lo obligaron a que hablara por su celular y les informara
que el grupo pedía 200 mil dólares por liberarlo.
Lo ocultaron en el segundo piso de una casa de seguridad en la que
escuchaba a una mujer y unos niños. Afortunadamente, la familia negoció
su liberación el mismo día por 25 mil dólares. Lo soltaron a las 19:30
horas. Los plagiarios le dieron 200 pesos para un taxi.
–¿En este caso entró algún negociador oficial?
–No. Siempre se respeta la decisión de la familia. Cuando hay un
mediador se tarda más la negociación, porque se piden pruebas de vida.
El problema es que no se sabe a quién llamar, porque hay un grupo de
negociadores de la Policía Federal y otro de la Policía Estatal, y
muchas veces la familia duda de la confiabilidad de ambas corporaciones.
Diagnóstico reservado
Actualmente están destacados en Ciudad Juárez 5 mil policías de
corporaciones federales, 2 mil 200 militares, 800 agentes municipales y
100 del estado, pero la violencia está imparable. Leticia Chavarría,
integrante del Comité Médico Ciudadano, coincide con el doctor Miguel
García:
“Los atentados en contra de integrantes del gremio son continuos, a
pesar de que desde 2008 empezamos a poner medidas de seguridad en los
consultorios. De manera gradual, algunos han puesto botones de pánico,
rejas en la entrada, se quitaron los letreros de anuncios, el nombre del
médico, los horarios de consulta, números de teléfonos... todos los
datos que antes era normal exhibir fuera de cualquier consultorio o
clínica. Hoy, tener estos datos a la luz pública es sumamente riesgoso.”
Añade que ya no se atiende a cualquier persona, sólo se da consulta
con cita, y ésta sólo puede ser telefónica si puede corroborarse de
dónde proviene la llamada. Cuando un paciente llama al consultorio o la
clínica, no se abre la puerta hasta comprobar que es la persona que
tiene la cita. Cuando entra, se cierra con candado.
Por culpa de esta situación las clínicas del IMSS tienen un déficit
de 250 médicos tan sólo en el área de especialidades, ya que nadie
acepta una plaza en esta ciudad.
“Desempeñar la profesión médica en Juárez se ha convertido en una
práctica riesgosa –expone Chavarría–. En noviembre de 2009, un comando
entró a la Clínica 35 del IMSS a rematar a un paciente que había sido
llevado en ambulancia. Tenemos dos años pidiendo que se cuente con
seguridad las 24 horas del día en los hospitales, para garantizar no
sólo nuestra integridad física, sino la de pacientes y sus familiares.
Pero no se nos ha escuchado”, lamenta.
Desde febrero de este año, cuando se inició la estrategia Todos Somos
Juárez a raíz del asesinato de 15 jóvenes en Villas de Salvárcar, el
presidente Felipe Calderón y su secretario de Seguridad Pública, Genaro
García Luna, se comprometieron a atender las peticiones del gremio,
pero ya está terminando el año y no les han dado respuesta.
No se trata de peticiones exageradas: “Si no nos proporcionan las
garantías para trabajar, entonces solicitamos que abran un hospital
militar que atienda exclusivamente a los heridos en los enfrentamientos.
También pedimos que detengan los secuestros y que se esclarezca el
asesinato del doctor Betancourt y el de Rocha”, dice la integrante del
CMC.
Entre tanto, el comité puso en su sitio de internet una guía dirigida
a todo el personal médico para prevenir secuestros, otra sobre qué
hacer en caso de ser raptado y números telefónicos para denunciar este
delito.
Un médico que corrió con suerte y fue liberado después de cuatro
días, narra que una mujer le habló por teléfono para pedirle que
examinara a su hijo, cuyo llanto se alcanzaba a oír. El doctor no
pensaba dar consulta al día siguiente, pero la señora le dijo que el
niño estaba muy mal.
“Me convenció –recuerda el entrevistado–. La esperé en mi
consultorio, pero en lugar de llegar ella, al abrir me encontré con un
hombre. Me dijo que era el esposo de la señora y lo dejé pasar. En
cuanto abrí me aventó y entraron otros cinco hombres empistolados.
“Les pregunté de qué se trataba. En respuesta, me pegaron con una
pistola. A la fuerza me subieron a la parte trasera de uno de sus dos
vehículos. Me sujetaron las manos y me vendaron los ojos. Hasta ese
momento entendí que se trataba de un secuestro. A partir de ahí, me
golpearon para que les diera el número telefónico de mi casa y los datos
personales de mi esposa.”
Cuando los secuestradores se comunicaron a la casa, la persona que
contestó no les creyó y colgó; enojados, sus raptores lo golpearon.
Después volvieron a llamar, pero esta vez pusieron a su víctima en la
línea para que confirmara que lo tenían cautivo.
Durante los cuatro días de las negociaciones él permaneció amarrado a
una silla o en el piso. Diariamente era golpeado dos o tres veces. Le
vendaban los ojos y le ponían una cuerda al cuello mientras otro le
pegaba, sobre todo cuando después de una llamada no se llegaba a un
acuerdo sobre el monto del rescate.
“El primer día me sentí desorientado, desalentado, piensas tantas
cosas… Al siguiente me pasaban ideas por la cabeza: veía por donde podía
escaparme –confía el médico–. Al tercero, llegaba a la conclusión de
que me matarían, pensaba que mi vida corría peligro, igual la vida de mi
familia. Creía que podían quitarles el dinero y luego matarnos a
todos. No comes. Nunca duermes.”
–¿Dormía en una cama?
–Donde me lo permitían en ese momento. Dormía sentado en la silla, en
el piso de una casa habitación donde escuchaba la voz de la mujer que
me llamó. Había niños. Uno lloraba, era un bebé.
–¿Su familia cómo estaba mientras negociaban?
–Estresados. Llegó el momento en que no resistían más. Llegaron a
pensar que me iban a matar. Sabían que a la víctima los secuestradores
le hacen lo que quieren.
Dice que ahora vive con temor y teme que les esté impidiendo vivir
libremente a sus hijos: “Dejé el cautiverio, pero sigo secuestrado”.
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/86586
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/86586
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