Hoy comienza en Chile la Teletón,
megaevento caritativo organizado por todos los canales de televisión
abierta del país. Quizá es el mejor momento para referirse a la
televisión, a los medios de comunicación de masas y a la televisión
chilena en particular.
LAS CRÍTICAS A LA TELEVISIÓN
Todos coinciden en la banalidad de los
contenidos que se exhiben por televisión. Cuando ésta fue inventada se
pensó que iba a producir una revolución en el conocimiento humano al
poder alcanzarse audiencias masivas a un costo muy bajo. Nuestra
generación ha asistido a un momento muy parecido: Las promesas
mesiánicas de Internet enfrentadas a la descarga cotidiana de videos de pastelazos.
Sin embargo un porcentaje ínfimo de la
oferta televisiva escapa a la tendencia alienadora, banal y evasiva de
la televisión del mismo modo que una minoría utiliza internet en
actividades edificantes. Los empresarios de la TV se respaldan en el rating,
ellos exhiben lo que se quiere ver. En la Internet, donde la oferta es
ilimitada, las visitas y descargas demuestran que lo empresarios tienen
la razón. Vox populi vox dei; sólo erigir un neo autoritarismo podría fundamentar una política cultural antidemocrática.
El grave problema de los contenidos de
la televisión abierta es que los habitantes más vulnerables que no
pueden elegir sus contenidos en la Internet o en la televisión pagada, y
que carecen de distracciones interactivas, quedan cautivos de la
programación de televisión abierta. No quiero decir que los medios
influencian de tal o cual modo a las personas pero sí que se transforman
en la ventana con el cual miran el mundo millones de personas.
Es bueno entonces, desde un prisma
democrático, que los televidentes participen de aquello que se les
exhibe pero acaso ¿No es eso lo que ocurre? Cada vez que la televisión
abierta se aleja de las mujeres semidesnudas, los balazos, los llantos y
los accidentes de tránsito, es el público quien castiga cambiando de
canal. El problema es que todos los oferentes buscan cautivar al mismo
telespectador en vez que segmentarse y dirigir mensajes a públicos
específicos. Esto último está ocurriendo pero no en los horarios
conocidos como prime. La única excepción conocida es el programa de discusión “Tolerancia Cero” de Chilevisión.
La televisión digital obligará a la
segmentación pero tal distribución de mensajes no necesariamente
significará una diversidad en dichos mensajes. Puede cambiar el modo en
que se presentan los temas o los temas mismos pero no necesariamente la
orientación política y cultural de ellos.
El problema de la televisión entonces es
que sólo cumple una función de entretención para el televidente y quien
exige más de ella carece de una oferta para saciarla. En tal
problematización existe un consenso entre todos los que han pensado
sobre la TV. En lo que no existe consenso, y por lo general se confunde
con lo primero, es sobre la causa de que una demanda de una parte
importante del mercado no pueda ser satisfecha y sobre qué reformas
podemos implementar para dejar que el mercado opere. La visión escéptica
sobre el mercado autoregulado en este punto ha llevado a muchos a
proponer de plano la intervención estatal de la televisión.
Pero ni los sistemas de televisión
estatal ni los sistemas de mercado regulado satisfacen a los críticos.
Una televisión fuertemente regulada en sus contenidos es un fuerte
aliciente para suscribirse a o interceptar canales de televisión
extranjeros, o a migrar a otros medios como la Internet, los vídeo
juegos o el DVD.
Por otra parte una gran diversidad de
mensajes impide que los medios operen como una plaza pública y de este
modo sujetos que comparten el mismo barrio y la locomoción colectiva
pueden terminar viviendo una vida disociada.
La falta de comprensión de la relación
jurídico económica que se da entre empresa de televisión y televidente
es a mi juicio la causa de la incomprensión del fenómeno televisivo y lo
que impide su reforma. Esta incomprensión crece geométricamente al
mezclarse con la incomprensión generalizada que existe respecto de las
instituciones jurídicas – económicas en general y de su instituto
supremo, el Estado.
EXPLICAR EL DERECHO Y EL ESTADO A LOS LEGOS
Para los abogados legos son todos los
demás. Aunque desde la sociología se pretenda reivindicar a la
sociología del derecho; la historia a la historia del derecho y la
filosofía a la filosofía del derecho, ciertos asuntos siguen siendo
patrimonio exclusivo de los abogados y un terreno inexpugnable para los
legos.
Es en este terreno donde se asienta la teoría pura del Derecho y la teoría jurídica del Estado del vienés Hans Kelsen.
Esta teoría no es hegemónica dentro del
Derecho, incluso no se enseña por principio en algunas facultades porque
negaría el principio elemental del Derecho Natural, esto es que la
función del Derecho es la materialización de la Justicia.
Para Kelsen Derecho y Justicia son
cuestiones completamente distintas e incluso, inconexas: Podemos saber
qué es el Derecho y sin embargo nunca sabremos lo que es la Justicia.
La crítica usual a Kelsen es que
construye una teoría meramente formal del Derecho sin preguntarse sobre
su contenido pero eso es tanto lo que pretendía como lo que hace su
tesis sólida y útil. El Derecho para Kelsen es el ejercicio del poder
legitimado y la suma de todo el poder legitimado es el Estado.
En su “teoría del Estado” comienza
criticando con fervor a las teorías “sociológicas del Estado” y en
especial a la más sólida construida hasta ese momento: La teoría del
Estado de Max Weber. Las teorías sociológicas concluyen
en un dualismo entre Estado y Sociedad en el cual el primero es una
institución creada por la segunda. Si eso fuera así, la Sociedad podría
darse el Estado que quiera en el momento que quiera y con las
limitaciones que quiera. Esto ocurre sólo si asumimos previamente que la
ideología liberal democrática es una realidad sociológica. Desde luego
esto no es así y sociedad y poder van de la mano del mismo modo como el
poder se encuentra asignado asimétricamente en la población. Ya que no
existe un estado previo, algo así como el estado de naturaleza de los
pactistas, en que todos los hombres se den un Estado para que los
gobierne; el Estado moderno se erige sobre la estructura de poder
asimétrica que le es legada por las monarquías, y en ese sistema
asimétrico busca permanentemente su legitimidad sin democratizarse. No
existe una “sociedad civil” que pueda controlar al Estado sino que las
ONG, por ejemplo, disponen de poder en la estructura jerárquica y
autorreferente de la legalidad moderna y ese poder está limitado por un
poder superior y así sucesivamente. El poder que disponen las ONG lo
ejercen sobre otros que disponen de menos poder que ellos y que se
encuentran en una situación o de dependencia o de vulnerabilidad ante
ellos. Las ONG producen normas jurídicas, es decir, ejercen un poder
legítimo. La legitimación se obtiene en un proceso, es decir, en un
conflicto. Quien vence en ese conflicto legitima sus decisiones y lo que
se entiende previamente legítimo siempre es posible de cuestionarse.
No existe por lo tanto un catálogo de
leyes que sumadas sean la legalidad de un Estado Nacional sino que las
normas jurídicas se establecen en un conflicto cotidiano que es político
y económico.
Dicha las cosas de ese modo los
sociólogos, los filósofos y los antropólogos saben mucho menos del
Derecho de lo que son capaces de admitir y eso explica que luego de
sendos análisis concluyan de que hay que dictar tal o cual norma. Pero
no son todos ellos los que están equivocados como tampoco todos los
abogados son conscientes de lo que acabo de señalar. Antonio Gramsci ya tenía un concepto de Estado Ampliado en la época que Kelsen construía el propio y autores actuales (Arrigui, Hopkins y Wallerstein) aplican un concepto muy similar.
Reconocer el poder en nuestra sociedad,
tanto el que se ejerce en nuestra contra como el que ejercemos nosotros,
la asimetría de ese poder, el carácter transnacional de ese poder, es
el primer paso para separar ideología de ciencia social es decir, lo que
queremos que sea la sociedad de lo que es la sociedad a nuestro pesar.
No existe ni democracia ni justicia. Estamos sujetos al Derecho y somos
sujeto de Derecho. El Estado es un subconjunto de la Sociedad en que se
reúne todo el poder legítimo de ésta y sólo utilizamos ese concepto para
poder entender mejor a la Sociedad porque Estado y Sociedad son
inseparables.
LAS NORMAS
Sin embargo aunque el poder se encuentre
en permanente conflicto existen áreas en donde se establece una
regularidad que muchas veces se confunde con el Derecho positivo. Cuesta
discernir si se respeta tal norma porque existe un castigo asignado
para su contravención o si se respeta porque culturalmente no
cuestionamos su vigencia. Este fenómeno sirve para que los ideólogos de
la modernidad señalen que el Derecho es generalmente observado y
excepcionalmente contravenido. Desde luego que si legislamos señalando
que para el territorio nacional regirá la ley de gravedad salvo
declaración expresa en contrario, tal norma será regularmente observada
pero eso no dice relación con que el sistema de control del Estado, o
control social, sea eficiente. Sólo dice que se ha legislado sobre lo
que ya por fuerza es regular, y en el ejemplo irrevocable.
Debería ser regular que cada quien
utilice el transporte público pague su tarifa y el único modo en que se
transforme en regular tal conducta es internalizando la norma mediante
un sistema de disciplinamiento o de culturización interesada que
programe al individuo desde la infancia para que no considere la opción
de no pasar su tarjeta en los pórticos. Una campaña similar se realizó
en Chile a finales de los setenta y principios de los ochenta, en plena
dictadura, con el pago del IVA vía incentivos de exigencia de la boleta a
los comerciantes: La Tomboleta.
El éxito de la Tomboleta sumado a un
férreo control de los fiscalizadores del Servicio de Impuestos Internos,
significó que hoy la evasión tributaria sea excepcional sin que exista
ni la campaña de incentivos ni la campaña de castigos: Hoy es regular
que los comerciantes den la boleta y que los clientes la exijan.
Del mismo modo hasta hace algún tiempo
era regular que las personas pagaran sus deudas o los bienes que
consumían o sacaban de los almacenes. El Derecho positivo siendo el
mismo ha debido enfrentar el desvanecimiento de los principios
culturales de la sociedad de consumo y la contención político criminal
que se intenta hacer, sumado a las campañas moralizantes, sólo brindan
un espectáculo patético de la impotencia de todo el Derecho y de todo el
poder en contener ciertas conductas masivas cuando pierde la vigencia
el cemento cultural que las hace obvias.
Fuera de este ámbito de regularidad
existe otro que podríamos denominar convencional y que depende de la
aplicación inmediata de los valores culturales más sólidos de nuestra
sociedad: El ejercicio del egoísmo.
Doy para que me den no es un principio
de la naturaleza humana pero sí es un supuesto del humano de nuestra
sociedad y cada vez que se intenta una política que olvide este
principio, independiente de las campañas moralizantes y penalizadores
que se intenten, nos dirigimos a un inevitable fracaso: Obedecemos las
normas de tránsito porque son obvias como las desobedecemos con
frecuencia cuando dejan de parecernos así. No traspasamos el eje de la
calzada sin visibilidad por altruismo sino porque queremos seguir
viviendo.
Este ámbito de regularidad contractual
es lo que podríamos denominar regulación económica de la sociedad y es
aquello que algunos juristas denominan el sentido común puesto por
escrito.
Pero el Derecho positivo más conocido es
precisamente el que se aleja completamente del sentido común económico y
de la regularidad cultural: Aquí tenemos a los DDHH, al Derecho
“Social” y al Derecho Penal.
En este sector es donde lo que conocemos
por Derecho muestra su mayor debilidad. No se trata de normas que se
respeten o que se castigue a los que las incumplen sino que se trata de
solamente de literatura -mala literatura- que sólo sirve como ideología
en el sentido marxista (1) del término.
Los DDHH no se respetan y no se respetan
en NINGUNA parte. Decimos que existen ciertas “islas” en donde sí se
respetan pero en esas islas se comen alimentos, se usan vestidos y se
utiliza energía obtenida mediante la esclavitud, el tráfico de seres
humanos, el trabajo infantil, la polución ambiental y la desprotección
social.
Las leyes “sociales” que surgieron para
regular el libre mercado es decir, para ponerle el cascabel al tigre,
han demostrado como sirven sólo donde no se necesitan y fracasan cada
vez que se necesitan. Se protege a los trabajadores allí donde los
sueldos que ofrece el mercado son mayores al nivel de subsistencia y el
desempleo es evitable, y sin embargo nunca se respetan allí en donde hay
un salario mínimo legal que a penas alcanza para subsistir y un
desempleo generalizado.
El Derecho penal por su parte es
arbitrariamente selectivo tanto en su criminalización primaria como
secundaria de modo tal que se aplica para el cumplimiento de fines
completamente diversos a los oficialmente reconocidos en incumplimiento
flagrante de los DDHH.
QUIÉN ES EL CLIENTE DE LOS MEDIOS
El cliente siempre tiene la razón por
eso es importante preguntarse, una vez que ya respondimos lo anterior,
quién es el cliente de las empresas de televisión para saber a quién
intentan satisfacer.
Como decía Rousseau, la
ignorancia nada engendra, sólo el error es funesto. Nuestro error en
este punto nos hace exigirle a los medios el cumplimiento de normas
imposibles de cumplir y el error en lo anterior (sobre qué es el Derecho
y qué es el Estado) que a nuestros gobiernos formales le exijamos que
dicten leyes literarias en ese sentido. Toda la energía que utilizamos
en convencer y asociarnos la apostamos a un número que ni siquiera se
encuentra en la ruleta.
Los medios de comunicación tienen por
clientes a sus avisadores y los avisadores son las empresas que disponen
de mayor dinero-poder y que les pagan lo que sea necesario para que
capturen nuestra atención para poder ofertar sus productos. Para tal fin
nos manipulan groseramente para que los prefiramos a ellos en desmedro
de otros mejores o que consumamos productos innecesarios o lisa y
llanamente fraudulentos.
Si la publicidad de los productos
consistiera únicamente en describir las características de ellos para
que el consumidor decida racionalmente, tal actividad debería realizarla
un órgano imparcial o debería estar estrictamente regulado el operar de
los productores en ese sentido, esto no es así.
Los medios cuando no están vendiendo
productos están vendiendo la sociedad de consumo y por ese trabajo es
que los avisadores les pagan suculentos cheques.
Si la televisión digital permite la
diversidad de contenidos la torta de los avisadores seguirá siendo
distribuida entre aquellos que harán lo que sea necesario para capturar
la atención del televidente y de venderle productos al mismo tiempo.
Si se pretende regular a la televisión
en nuestra actual sociedad dilapidamos ingentes cantidades de energía
sin obtener nada a cambio. Si estatizamos a los medios, como lo que hizo
Chávez con RCTV, los
gobiernos tendrán que hacer cualquier cosa mediante sus bufones
mediáticos para capturar la atención de los televidentes para que puedan
publicitar sus políticas. Si fracasa en tal tarea otro canal,
cualquiera, asumirá la misión de captar la atención del público a
cualquier costo para vender productos y legitimar a la sociedad de
consumo.
Regular a la televisión y democratizar
los medios pasa entonces por democratizar a la sociedad, aminorando la
asimetría de poder que existe, estableciendo un sistema económico que
alimente a la población mundial existente y que sea distinto al
feudalismo corporativo asentado en una cultura del consumo desenfrenado y
banal.
LA TELETONTERA
Estaría demás criticar a la Teletón pero
no hay que hacerle el quite al bulto. Para quien no haya pensado con
detalle el punto viene el siguiente desarrollo:
1º Si existiera un interés de ayudar a
los niños discapacitados se crearía una institucionalidad que los
ayudara a ellos y que se pagara con fondos generales de la nación
obtenidos por impuestos. Las empresas, que ayudan, no sólo lavan imagen,
hacen publicidad a sus productos, venden sus productos en condiciones
ventajosas y a un mayor precio durante la campaña, sino que además al
donar una parte ínfima de sus utilidades obtenidas durante esa campaña,
tal donación elude el pago de impuestos impidiendo que el gobierno pueda
asistir en las carencias que tienen éstos y otros necesitados.
2º La filosofía de la solidaridad encubre la trágica antropofagia de nuestra sociedad en donde unos se alimentan de otros.
3º Para quienes no les hace efecto la
filosofía de la solidaridad se les vende conjuntamente un producto
alternativo: La filosofía del “esto es mejor que nada”. En rigor nada es
mucho mejor que esto puesto que la asimetría de poder es la que genera
la antropofagia y actividades como éstas son las que permiten que la
asimetría se consolide y se refuerce. La antropofagia no cambia porque
saquemos a los niños discapacitados de la dieta.
4º Los vendedores de productos refuerzan
su posición y capitalizan su solidaridad en imagen la que luego
revenden en su negociación de sueldos, en su participación en campañas, y
en eventos públicos y privados.
5º Tanto la TV como las empresas
muestran un lado amable que les permite vender a sus productos y a la
sociedad de consumo con más efectividad que nunca.
6º Los millones que se exhiben en un
letrero son una pequeña parte del total obtenido en esa operación la que
se realiza sin ninguna fiscalización. Al ser una actividad “privada”
nadie busca irregularidades y posibles actos de corrupción. Al actuar
todos, se produce un régimen de omertá en que el que diga algo será expulsado de inmediato del paraíso mediático.
La impunidad con que actúan los medios y
la TV en particular es un buen ejemplo del carácter ideológico del
concepto Estado de Derecho: Un sistema en que la Sociedad controla al
Estado, el Estado se autocontrola, y el Estado controla a los poderosos
de la Sociedad. Tal equilibrio es una patraña. Los medios tienen un
poder tal que impide que sean controlados y son la cara visible del
feudalismo corporativo que nos rige. Los poderosos imponen sus términos
en un sistema conflictivo en que se conjuga lo económico, lo cultural,
lo endocrino y lo hipotalámico, pero en el que aún tenemos una cuota de
poder y libertad que podemos utilizarlos para tornar la tragedia en
drama.
NOTAS:
1 Me refiero al concepto que utiliza Marx en la Ideología Alemana: Una idea falsa de la realidad destinada a encubrirla.
30 de noviembre de 2007
Por Ariel Zúñiga
Fuente: violenciaycontrol.blogspot.com
http://www.elciudadano.cl/2010/12/05/teletontos/
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