El científico británico Robert Edwards
es el ganador del premio Nobel de fisiología y medicina 2010 por "el
desarrollo de la fertilización in vitro en los años 50", que ha
supuesto "un hito en la medicina moderna", según anunció el Instituto
Karolinska en Estocolmo, Suecia. "Sus hallazgos han hecho posible el
tratamiento de la infertilidad, un problema médico que afecta a una
parte importante de la humanidad", destacó el instituto.
En los años 50, Edwards tuvo la idea
de que era posible fertilizar óvulos fuera de la placenta como método
para luchar contra la infertilidad. Otros científicos habían logrado
fertilizar óvulos de conejos en sus laboratorios, y Edwards decidió
investigar si se podría usar un método similar en seres humanos. Durante
más de 20 años Edwards persiguió este objetivo, descubriendo en el
camino principios importantes acerca de la fertilidad humana. Entendió
cómo maduran los óvulos humanos y cuál es el papel de diferentes
hormonas en este proceso, así como el momento en que los óvulos se
encuentran más susceptibles a ser fertilizados. También determinó las
condiciones que permiten a los espermatozoides activar su capacidad de
penetrar en el óvulo y fertilizarlo. En 1977 Edwards finalmente logró
fertilizar un óvulo en su laboratorio, pero el huevo no se desarrolló
mas allá de la primera división celular. Fue entonces cuando se puso en
contacto con el ginecólogo Patrick Steptoe. Analizando los niveles
hormonales de sus pacientes, pudieron determinar el mejor momento para
extraer los óvulos y mejorar las posibilidades de que el embrión se
desarrollara y se implantara con éxito. En este momento, el Consejo de
Investigación Médica decidió retirar el financiamiento que les daba
debido al escándalo que levantó la noticia de sus investigaciones. Sin
embargo, Edwards y Steptoe obtuvieron donaciones privadas que les
permitieron seguir con sus estudios.
En 1978, Lesley y John Brown llegaron a su clínica, después de
nueve años de tratar infructuosamente de tener un hijo. Los científicos
extrajeron el óvulo de Lesley, que tenía las trompas de Falopio
lesionadas, y lo fertilizaron in vitro con espermatozoides de su pareja.
El embrión resultante fue transferido a su útero y nueve meses después,
el 25 de julio de 1978, nació Louise Brown, la primera niña de probeta.
Aproximadamente 4 000 000 de bebés han nacido de esta forma desde
entonces.
Con el grafeno los físicos están estudiando una nueva clase de
materiales de dos dimensiones con propiedades únicas, así como llevando a
cabo experimentos relacionados con fenómenos de física cuántica. Se
prevé que el descubrimiento tendrá también una enorme variedad de
aplicaciones prácticas, entre otras, la fabricación de productos
electrónicos innovadores como transistores de grafeno, que serán
sustancialmente más rápidos que los de silicio que se utilizan
actualmente. La compañía IBM ya fabricó un transistor de grafeno de
prueba.
Dado que es prácticamente transparente y es un buen conductor, el
grafeno es adecuado para la producción de pantallas transparentes,
paneles de luz e incluso celdas solares. Si se mezcla con plásticos, el
grafeno puede convertirlos en conductores de electricidad y hacerlos más
resistentes al calor. Estas características podrán ser utilizadas en la
producción de nuevos materiales muy duros pero también delgados,
elásticos y ligeros. En el futuro se podrán construir satélites, aviones
y automóviles con materiales derivados del grafeno.
Fuente, vìa :
http://www.comoves.unam.mx/raf_144_04.html
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