Las “fisiologías” constituyeron un
género literario en el París del siglo XIX. Los proto-periodistas de la
época intentaban caracterizar los tipos sociales que circulaban por
aquella ciudad, convertida en la época en la capital de la modernidad.
Un género de ensayo liviano, puramente impresionista, no exento de humor
que nos ha legado una deliciosa imagen de aquella sociedad. De algún
modo, nuestro costumbrismo hizo lo suyo en nuestras letras, aportando
páginas tan certeras como descarnadas.
Ahora que la derecha ha llegado al
gobierno por primera vez en más de medio siglo, no es ocioso intentar
caracterizar, aunque sea muy someramente, los tipos sociales y políticos
que componen el conglomerado gobernante. Lo primero que salta a la
vista es una tríada de figuras que responden a tres tradiciones
distintas y que llamaremos “momios”, “fachos” y “emprendedores”.
El “momio” tiene un apellido, en su
estado más puro es proclive a la UDI. Es un personaje “valórico”,
término equívoco que mezcla los valores tenidos por éticos con los
valores pecuniarios. El “momio” habita, normalmente, en el derecho y en
la religión (católica, apostólica, romana), invariablemente en sus
facciones más conservadoras. Su dress codeDockers en
los varones y falditas escocesas en las damas. Su hábitat natural es el
barrio oriente de la capital, pero se le encuentra también en numerosas
comunas pobres haciendo una suerte de filantropía populista que los
justifica moralmente y le da dividendos políticos innegables. incluye
El “facho” es, definitivamente otra
cosa. Su pasado lo condena, fue adherente irrestricto de Pinochet y lo
sigue siendo, a pesar de todo. No sólo justifica todas las tropelías
conocidas sino también las desconocidas. Pasó o tiene parientes o amigos
entre los uniformados y, en secreto, gusta de escuchar marchas
militares. Como buen nostálgico tiene fotos y chapitas de su prócer y,
cada vez que se da la ocasión, deja caer sus comentarios y pareceres en
un cocktail o reunión familiar, sin que nadie lo tome muy en serio a esta altura, pensado que se pasó de copas.
Por último está el “emprendedor”, que a
diferencia del “momio” carece de una prosapia significativa. Un
verdadero “emprendedor” es más hijo del “mediopelismo” que rico-de-cuna,
en suma, un advenedizo. Se distancia del “facho”, porque siempre le ha
interesado más la economía que la política y su vida se asemeja más a
una sosa comedia americana que a un documental del Tercer Reich. Se
trata, en rigor, de un personaje al que le-ha-ido-bien-en-la vida, y por
lo mismo ha acumulado muchos millones de dólares. Si el “momio” es
valórico, un “emprendedor” es, definitivamente, “no valórico”, una forma
discreta de decir que se aproxima más a la figura del “roteque con
plata”, “pícaro” o sinvergüenza. Todos lo piensan, muchos lo saben,
pero muy pocos se atreverían a decírselo en su cara.
Finalmente, si bien nuestra derecha sigue desplegando el fasto y el glamour
de los privilegiados, lo cierto es que la historia y la proximidad de
los medios la ha convertido en un pálido remedo de sus abuelos. Carente
del espesor de sus antepasados la derecha actual es una suerte de
pastiche, un remedo inane de un discurso fundacional. Sin ninguna
“visión histórica” digna de tal nombre, desprovista de toda grandeza que
vaya más allá de sus mezquinos intereses, la derecha actual sigue
caminando torpemente con las muletas heredadas del dictador Augusto Pinochet.
Y sin embargo, esta derecha tuerta y pequeña ha logrado seducir a las
masas aspiracionales, convirtiéndose en gobierno, pues como reza el
adagio, en el país de los ciegos…
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/11/22/una-derecha-tuerta/
http://www.elciudadano.cl/2010/11/22/una-derecha-tuerta/
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