(APe).- El agua es el origen de la vida.
Esa es una creencia que
recorre todas las culturas de este estragado planeta que, curiosamente
siendo sus tres cuartas partes líquidas, se llama Tierra.
En esta
cápsula espacial que comenzó su recorrido en la textura del espacio
tiempo hace millones de años, apareció el movimiento desde una mezcla de
fluidos esenciales.
Los habitantes de las distintas regiones construyeron sus indispensables relatos sobre el origen.
Y todos ellos, sin contacto entre si, apuntaron el principio en relación con el agua.
Cada
una de las sociedades humanas establecieron en los viajes del mar de la
historia una metáfora del permanente renacer de la esperanza.
Ocurre
en los grandes textos religiosos que van desde la Biblia al Dzyan de la
India hasta las tradiciones americanas y asiáticas.
El agua no solamente es la cuna de la vida si no también su renovada promesa de un futuro mejor.
Fueron
las corrientes de los ríos las que marcaban el viaje de las comunidades
buscando un sitio distinto y amigable para las generaciones venideras.
Desde
el corazón mismo del Amazonas, los guaraníes siguieron los ríos hasta
las pampas del sur, bordeando el impetuoso y siempre rebelde Paraná
buscando lo que llamaban el aguyje, la tierra sin mal, el lugar donde
los sueños de los abuelos se convertirían en realidad para que las
nuevas generaciones fueran felices.
El agua es así fuente de vida, memoria latente y espacio de esperanza.
El relato se repite a lo largo y ancho del planeta.
Pero el capitalismo no se ha cansado de depredar la cuna humana.
Es el sepulturero del frágil nido cósmico que tiene la especie.
Dice la prestigiosa revista científica Nature que casi el 80 por ciento de la población mundial no tiene acceso seguro al agua.
La
información señala que “la contaminación, la construcción de presas,
los vertidos procedentes de la agricultura y la introducción de especies
exóticas son algunos de los problemas que afectan a los ríos
mundiales”, apunta el documento.
Los datos muestran la dimensión
de la destrucción: más de 3.000 millones de personas viven en zonas
donde los cursos de agua están altamente amenazados.
Para los
responsables de la investigación, “son pocos los ríos del planeta que no
han sido dañados por la acción del hombre, y se ubican en zonas remotas
de la Amazonía, Siberia, Alaska o Australia”.
A la hora de
buscar los responsables, los científicos sostienen que las naciones
llamadas desarrolladas no tienen planes serios y responsables para
enfrentar estas amenazas contra la humanidad en su conjunto.
Porque no solamente están afectadas las fuentes de agua dulce, si no el futuro mismo de la vida planetaria.
De
acuerdo a la información, los redactores del manifiesto “urgen a los
países en desarrollo a aprender de los errores e invertir en la
conservación fluvial”.
Una súplica que parece un grito en el desierto.
Cuidar
el agua, entonces, parece ser una cuestión de sobrevivencia de las
mayorías. Serán los pueblos los únicos que podrán revertir la tendencia
pero para eso deberán dejar de ser espectadores y convertirse en
protagonistas de una historia diferente, donde la vida vuelva a ser una
realidad para los que son más y no una condena. Tal cual dicen las
viejas historias de aquellos que comprendían el permanente mensaje del
agua.
Fuente de datos:
BBC 29-09-10
POST ORIGINAL DE:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4556:la-guerra-contra-el-agua&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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