“Este último año pagué como 800 dólares. Con la primera empresa con
la que trabajé no pagué nada”, nos cuenta vía telefónica, este emigrante
de 33 años de edad que se desempeña como jardinero en la localidad de
West Chester, en el nororiental estado de Pennsylvania.Los receptores
mexicanos de las visas H2A y H2B, creadas por el gobierno estadounidense
para reglamentar el empleo temporal, padecen abusos a manos de sus
empleadores, prácticas que podrían derivar incluso en el delito de trata
de personas, sin que el gobierno mexicano los proteja, denuncian
activistas y especialistas.
“Los abusos se dan por los reclutadores. Les piden cuotas de
contratación y por visa y transporte. El problema es que no hay
regulación pública de los contratos y los contratistas”, explica
Alejandra Ancheita, abogada del no gubernamental Proyecto de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (ProDesc), que asesora a grupos de
trabajadores migratorios.
En 1943, Estados Unidos instituyó las visas H2 para trabajadores
extranjeros y en la década de los 80 estableció las categorías H2A para
trabajadores de plantaciones agrícolas y H2B para otras labores, como
jardinería, construcción y personal para servicio de limpieza de
hoteles.
Los reclutadores han creado empresas en México para
atraer la mano de obra proveniente de comunidades de todo el país y la
vinculan con similares estadounidenses, sin que haya inspecciones por
parte de la Secretaría (ministerio) del Trabajo y Previsión Social,
debido a la falta de un convenio bilateral en el tema.
Esas visas son una camisa de fuerza laboral, pues sus portadores sólo
pueden trabajar para el contratante en un sitio determinado. Las reglas
del programa estipulan que el patrón debe cubrir todos los desembolsos
del inmigrante.
“Si el patrón no cumple con sus obligaciones legales, el trabajador
no tiene opción de ir a otro lugar y tiene miedo de quejarse, porque lo
pueden despedir y se queda sin papeles”, dijo Victoria Gavito, directora
de Asuntos Legales del no gubernamental Centro de Derechos del Migrante
(CDM), ubicado en el central estado de Zacatecas.
Cada año unos 130.000 mexicanos se enrolan en el programa temporal,
según datos coincidentes del gobierno estadounidenses y de
organizaciones no gubernamentales dedicadas al tema. Provienen
principalmente de los centrales estados de Guanajuato, San Luis Potosí,
Jalisco y Zacatecas y se dirigen especialmente a los territorios
estadounidenses de Louisiana (fronterizo), y los orientales Carolina del
Norte, Massachusetts, Nueva York y Washington.
Organizaciones como ProDesc y CDM asesoran a grupos de trabajadores
afectados para que puedan organizarse y litigar sus casos en México.
Para ello, elaboraron el “Manual de justicia binacional”, un marco legal
para la defensa de trabajadores inmigrantes en ambas naciones.
La Ley Federal del Trabajo de México estipula que las compañías deben
cubrir los gastos de trámites del trabajador y registrar los contratos
ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, el ente responsable de velar
por la justicia laboral. Pero tal obligación no se cumple, según los
activistas.
El argumento que ha dado el gobierno mexicano ante esta carencia es
que se trata de un acuerdo entre particulares, por lo cual no puede
intervenir.
“El gobierno no se involucra ni quiere saber de qué manera son
contratadas estas personas”, comentó a IPS Enrique González, cuya tesis
de maestría en Estudios Internacionales por la estatal Universidad
Nacional Autónoma de México versa sobre el programa H2.
En su investigación de campo, González encuestó a 867 hogares en el
municipio de El Naranjo, en el central estado de San Luis Potosí, y
detectó 24 casos de trabajadores temporales. El 70 por ciento de la
muestra respondió haber pagado por la visa y casi 92 por ciento, por el
traslado. Sólo 45 por ciento recibió un reembolso.
ProDesc asesora a dos grupos de trabajadores temporales que
padecieron abusos en Louisiana. Uno de ellos es el caso de 35
inmigrantes oriundos de San Luis Potosí, que trabajaron en 2008 en un
campo de fresas, donde fueron despojados por sus patrones de pasaportes,
se los hizo laborar en pésimas condiciones y se los sometió a vejámenes
físicos y verbales. El otro lo constituyen 17 mexicanos que estuvieron
expuestos a un trato similar.
El objetivo es que puedan demandar a reclutadores y patrones ante los
tribunales mexicanos mientras los juicios en Estados Unidos siguen su
marcha.
“El gobierno tiene la obligación de regular esos vínculos. Pero el
litigio es una herramienta que no va a resolver el asunto de fondo. Hay
que hacer transparente el proceso de contratación y otorgamiento de
visas y de transporte”, planteó Ancheita, egresada de la estatal
Universidad Autónoma Metropolitana.
Este año el CDM, que construye una base de datos sobre contratistas,
ha recibido tres denuncias de trabajadores de instalación de parques de
atracciones en los estados estadounidenses de Carolina del Norte,
Georgia y California, por violaciones a derechos laborales.
“Debe haber más vigilancia. Es una oportunidad muy grande para
cambiar las condiciones en México”, refirió Gavito, abogada graduada de
la privada Universidad de Saint Mary, de Texas.
Desde marzo pasado el programa H2 opera con cambios, como el aviso
escrito de los términos del contrato, la identificación de reclutadores
extranjeros y de posibles abusos y de ser sujeto penal por anomalías en
la contratación.
Antes de su versión actual, el mayor programa de empleo temporal fue
el llamado “Bracero”, de 1942 a 1964, dentro del cual miles de mexicanos
se trasladaron al otro lado de la frontera norte para realizar tareas
agrícolas.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus
siglas en inglés), vigente desde 1994 entre Canadá, Estados Unidos y
México, no contiene alusiones sobre el trabajo temporal, ni siquiera en
su acuerdo laboral paralelo.
Pero México sí cuenta con un mecanismo con Canadá, el llamado
Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales, de 1974 y mediante el
cual unos 15.000 mexicanos viajan anualmente para efectuar esas
actividades, según fuentes gubernamentales.
Fuente, vìa :
http://periodismohumano.com/migracion/las-visas-de-la-esclavitud.html

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