Estados
Unidos debió pedir disculpas a Guatemala por un estudio que realizó,
ocultándolo, con parte de su población, al infectar deliberadamente a
cientos de ciudadanos con enfermedades de transmisión sexual. El
experimento, calificado de “abominable” por la secretaria de Estado,
Hillary Clinton, fue realizado entre 1946 y 1948. Ayer, el presidente
norteamericano, Barack Obama, se comunicó con su par de Guatemala,
Alvaro Colom, quien luego definió el hecho como un “delito de lesa
humanidad”, calificó los episodios como “espeluznantes y desagradables”,
y advirtió que “el gobierno se reserva el derecho de (realizar) una
denuncia”.
“Lamentamos profundamente que esto haya sucedido y ofrecemos
nuestras disculpas a todas las personas que resultaron afectadas por
esas abominables prácticas de investigación”, declararon Hillary Clinton
y la secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, en un comunicado que
corroboraba la denuncia hecha hace cuatro años por una investigadora
universitaria. El responsable del experimento, cuya veracidad había sido
puesta en duda hasta ahora, fue el propio Servicio de Salud Pública de
Estados Unidos (PHS, por sus siglas en inglés). El estudio fue
“claramente antiético”, afirmó el comunicado firmado por Clinton y
Sebelius. “Aunque estos sucesos ocurrieron hace más de 64 años, estamos
indignados de que tal investigación reprochable haya ocurrido bajo el
pretexto de la salud pública.” Un “profundo pesar”, indicó la secretaria
de Estado, la embargó por ver que “una investigación tan reprensible
pudiera ocurrir”. Esto “no representa los valores de Estados Unidos”,
aseveró.En improvisada conferencia de prensa, el presidente guatemalteco contó que Clinton le había informado el hallazgo el jueves. “Es un delito de lesa humanidad lo ocurrido en esa época y el gobierno se reserva el derecho de una denuncia”, advirtió, al tiempo que dio a conocer que ya ordenó a los ministros de Salud, Defensa y Gobernación (Interior) que localicen los archivos de esa época para “protegerlos y resguardarlos”.
Colom también señaló que “los investigadores y expertos conocían del trabajo, reconocían la naturaleza y lo antiético de la investigación”.
El experimento se realizó entre 1946 y 1948, a espaldas de cientos de ciudadanos guatemaltecos que fueron inoculados intencionalmente con sífilis y gonorrea. De acuerdo con la cadena estadounidense NBC, los investigadores médicos de Estados Unidos infectaron a “cientos de personas” en Guatemala, incluyendo a pacientes de instituciones mentales. En ninguno de los casos pidieron permiso a esas personas para servirse de ellas como sujetos de prueba.
Liderados por el Servicio de Salud Pública durante la administración de Harry Truman, los estudios observaban el desarrollo de las enfermedades en períodos prolongados de tiempo, sin ofrecer tratamiento alguno a los infectados, aseguró el diario guatemalteco Prensa Libre. Además, informó NBC, “muchos de los infectados fueron alentados a transmitir la infección a otros como parte del estudio”, y una tercera parte de los afectados “nunca recibió un tratamiento adecuado”.
El caso fue descubierto en 2006 por la investigadora Susan Reverby, de la Universidad Wellesley (Massachusetts), quien reveló que el estudio llevado a cabo por el médico John Cutler buscaba comprobar la efectividad de la penicilina para combatir enfermedades de transmisión sexual. Reverby descubrió que la Salud Pública ya había realizado estudios con “voluntarios” de una cárcel de Indiana, a quienes se infectó con gonorrea. Sin embargo, al encontrarse con que esos prisioneros no querían exhibir ante los investigadores las consecuencias de la enfermedad, el estudio debió replantearse.
“Para seguir adelante con ese trabajo –escribió Reverby– y para extenderlo también a la sífilis, el PHS miró hacia más allá de las fronteras estadounidenses.” Eligieron varones en la Penitenciaría Nacional y en bases del ejército, y varones y mujeres en el Hospital Nacional Mental de Guatemala; llegaron a reclutar 696 conejillos de Indias humanos. Cutler y el equipo, descubrió Reverby, primero utilizaron prostitutas ya afectadas con sífilis para infectar a los prisioneros; luego procedieron a la inoculación directa de la bacteria en los penes o brazos de las personas elegidas. Después se les suministraba penicilina. Sin embargo “no está claro” si alguno de ellos pudo curarse, o si se les administró “el tratamiento adecuado”.
Luego de conocida la información, Clinton anunció que el Estado norteamericano procedería a otra “minuciosa investigación” y que convocaría a especialistas internacionales “para que revise e informe sobre los métodos más eficaces para asegurar que toda investigación médica en seres humanos que se realice en el mundo en la actualidad cumpla con rigurosas normas éticas”.
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-154189-2010-10-02.html
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