Rafael F. Vázquez, párroco de la antigua población de Guájar, en
Granada, traza un semblante crudo de la acusada. "Profesa ideas
avanzadas", afirma. La suerte de Dolores Mancilla, de profesión sus
labores, ya está echada. Pero la apuntala el guardia civil Miguel
Aguilera: "Pésima conducta. Votó siempre que fue necesario al Frente
Popular". El Tribunal de Responsabilidades Políticas no necesita más
para decretar la incautación de sus bienes: tres camas, casa y
plantación de almendros. La multa es de 500 pesetas.
Un grupo de
32 investigadores de ocho universidades ha rescatado de los comités de
incautación y los tribunales de responsabilidades políticas de Andalucía
más de 53.000 expedientes personales como el anterior, acreditativos de
la justicia militar totalitaria que el franquismo arbitró hasta el fin
de la primera posguerra con curas, falangistas, guardias civiles y
alcaldes como delatores. La iniciativa, financiada por la Junta, supone
la primera investigación que pone negro sobre blanco la dimensión en una
región española del expolio económico, aún hoy el más desconocido de
los pilares sobre los que se asentó la represión franquista.
"Es
el gran tema tabú. Sólo se ha hablado en voz baja", explica Cecilio
Gordillo, activista destacado del memorialismo andaluz. Tampoco lo tocó
la Ley de Memoria Histórica. Llegada la democracia, los principales
partidos y sindicatos sí pactaron la devolución de sus bienes. Pero los
particulares pagaron otro de los peajes de olvido de la Transición.
Paqui
sabe en qué consiste ese pacto. Fruto de una reclamación ante el
Estado, posee un papel remitido por Hacienda que deja bien claro que
España no contempla la devolución de bienes incautados a particulares.
Pero también tiene otro papel, del Registro de la Propiedad, que
demuestra que la casa que tenía en un pueblo de Sevilla su bisabuelo
Juan era eso, su casa, o al menos lo fue hasta que le fue
incautada tras su asesinato en 1936. "Un hijo suyo aún me pregunta qué
pasa con la casa y no sé qué decirle", cuenta Paqui. La mayoría de los
que están en su misma situación ni se plantearon intentar recuperar los
bienes. En realidad muchos ni siquiera saben que sus familias fueron
expoliadas.
Sí hay en marcha una ambiciosa iniciativa colectiva,
aunque sin éxito hasta la fecha: la Asociación de Perjudicados por la
Incautación Franquista, que desde Catalunya ha reu-nido a 2.000
afectados, todos ellos con recibos de multas pagadas. "Hemos dialogado
con los partidos, pero sin conseguir compromisos formales. Vamos a
seguir hasta el final. Si hace falta, a los tribunales, en España y en
Europa", cuenta María Casals, portavoz. La asociación no se encarga de
bienes, sólo de multas. María ignora cuál es el importe total de las
sanciones, pero sí adelanta que pedirán al Estado cinco euros por cada
peseta de la época en que se abonaron.
Las cifras de la humillaciónAl
margen de las dificultades para la reparación de las víctimas, les
queda el consuelo parcial de que el manto de silencio está empezando a
descorrerse con algunos datos. En octubre de 1941, los tribunales habían
incoado casi 125.000 expedientes de incautación y quedaban unas 100.000
denuncias pendientes, según los datos recopilados por Manuel Álvaro en
el libro colectivo La gran represión (2009), coordinado por Mirta Núñez, profesora de la Complutense.
Más
de 200.000 familias sufrieron en España la investigación, retención o
expolio de sus bienes, según los cálculos más fiables. Y eso en un país
que en 1940 rondaba los 26 millones de habitantes. Fernando Martínez,
coordinador del proyecto andaluz, cifra en "cerca de 60.000" las
personas familias, en realidad afectadas entre 1936 y 1945.
La
historiadora Ángela Cenarro, que coordina en Aragón un proyecto similar
al andaluz, cifra en unos 13.000 los expedientes abiertos en la región.
En Galicia el ambicioso proyecto Nomes e voces también ha
abarcado la investigación de la represión económica entre 1936 y 1939. A
falta de datos globales, su coordinador, Lourenzo Fernández, destaca la
"clara voluntad" del régimen de cebarse con los derrotados, así como
otras formas de expolio, como la expropiación de montes comunales.
La
rapiña de los sublevados comienza de forma espontánea el mismo 18 de
julio del 36 y con el tiempo se va amparando en bandos, decretos y,
finalmente, en la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939. La
maquinaria funcionó a tal ritmo que en 1941 el Tribunal Nacional de
Responsabilidades Políticas advirtió de la incapacidad del Estado para
contar o gestionar los bienes.
Por ello en 1942 se suavizó la ley,
multiplicando los sobreseimientos. En 1945, con el franquismo
intentando dulcificar su imagen, cesaron los expedientes, aunque hubo
familias que pagaron plazos hasta finales de los 60. Aparte del expolio,
el régimen se había hecho con un detallado fichero de rojosy había extendido por toda España una cultura indeleble de miedo y delación.
El
volumen de bienes incautados y dinero recaudado por multas es difícil
de precisar, más cuando hasta el régimen se confesaba incapaz de
hacerlo. Pero varios datos dan una idea. En Toledo fue incautada más de
la mitad de la propiedad rústica. El total de multas impuestas en
Andalucía rondó los cien millones de pesetas de la época, cuando un
bancal de tierra para alimentar a una familia podía costar cien pesetas y
una casa obrera en un pueblo andaluz, entre 300 y 500.
No todas
las multas se pagaban. En Madrid, Álvaro cifra las impuestas en 660
millones, aunque la mayoría fueron sanciones absurdamente altas, más
ejemplares que prácticas, a prohombres de la República. "Las que sí se
pagaban, y eran demoledoras para las clases medias y bajas, eran las de
cientos o miles de pesetas. Y todo el proceso en sí, que suponía la
inmovilización de los bienes, era un castigo", cuenta Martínez. Su
intención, cuando acabe el estudio, es colgarla en la Red. Que se vea
todo: víctimas, delatores, sentencias. Será una pequeña parte comparada
con lo mucho que sigue oculto 70 años después.
Emilio Silva: "Esa puerta nadie se atreve a abrirla"Emilio
Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria
Histórica, lamenta que el Estado no haya dado nunca “ninguna facilidad”
para el resarcimiento. “A los partidos y los sindicatos sí. Al
ciudadano, nada”, denuncia. “Esa puerta nadie se ha atrevido a abrirla.
¿Por qué siempre ese rechazo a invalidar las sentencias de
responsabilidades políticas? Porque habría que anular también las multas
que ordenaban”, afirma. Silva lamenta la “hipocresía” que supone que
“los mismos que argumentan que eso generaría el caos son los que
defienden con uñas y dientes la inviolabilidad de la propiedad privada”.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/rapina-franquista-queda-descubierto-tras-70-anos
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