“San Esteban: no somos 33, somos 300”
“70 días sin plata y trabajo. Finiquito ya. No nos roben”.
La
Iglesia Católica y el gobierno programaron una misa para mantener vivo
el reality show del campamento “La Esperanza”, en una carpa instalada en
el mismo lugar donde se realizó el rescate y moraron los familiares de
los mineros atrapados. Todo esto ocurrió mientras los asesores de imagen
gubernamental estudian erigir un memorial con fines de lucro turístico.
Al oficio asistieron 13 de los 33 mineros rescatados y numerosos
trabajadores del yacimiento que no resultaron sepultados pero se
quedaron sin trabajo.
El incidente fue
prácticamente ignorado por CNN-Chile y los demás medios que antes
transmitieron el reality en vivo durante la cobertura de 70 días.
Incluso esos canales de televisión basura hurgaron en la vida
sentimental y personal de los trabajadores atrapados.
Empero,
la manifestación del domingo tuvo amplia cobertura y difusión en la BBC
y Televisión Española, entre otros medios extranjeros -excepto CNN-,
mientras la televisión chilena cubría la visita de Piñera en Inglaterra,
donde visitó a la reina y cosechó réditos publicitarios, de imagen
pública y propaganda derivados del bien explotado rescate, entre ellos
una invitación con gastos pagos a los mineros para presenciar un partido
del Manchester Union.
Los trabajadores que
estuvieron bajo tierra llevan ahora una vida muy distinta. En lo
principal, ya son ex mineros. El perverso sistema mediático los
convirtió de víctimas de la inseguridad laboral en héroes de una oscura
chilenidad personificada por las grandes empresas mineras que arrendaron
sus máquinas para el rescate, los consumidores de medios de televisión y
medios de comunicación en general (que serían “el pueblo chileno”) bajo
el liderazgo de personajes como el jefe del Estado, también un poderoso
empresario.
Los trabajadores salieron de la
minería porque la hiperrealidad de la gran prensa los introdujo en la
farándula, inventó mentiras sobre algunos y sacó a la luz problemas
personales muy íntimos de otros. En líneas generales, los 33 mineros
tienen sus vidas futuras tan aseguradas como si hubieran ganado el
premio gordo de la lotería, o algo equivalente. Han recibido regalos en
efectivo, ofertas de jubilación por gracia, servicios médicos, nuevos
empleos, participación en películas, escritura de libros y diferentes
invitaciones al exterior. Pero la vida sigue igual para los otros 270
mineros de San José/San Esteban que no estuvieron atrapados.
La
reacción tras la misa indica que el hiperrealismo de más de 70 días
comenzó a abrir paso a la realidad real, sacando a la luz las carencias
de los trabajadores de la minera San Esteban, que estuvieron apagadas
durante más de dos meses de fanfarria minuto a minuto, durante el
rescate gubernamental-empresarial, convertido en orgullo nacional “de
todos los chilenos”. Los mineros desempleados que no estuvieron
sepultados, hoy no tienen qué comer porque todavía no reciben el pago de
su finiquito, tras el evidente cierre definitivo de la mina, ni han
existido muestras de preocupación gubernamental-empresarial por
satisfacer rápido sus derechos, enredados hoy en los tribunales de
justicia por estrategia de la empresa.
Tal como
antes lo hizo el gobierno de Piñera, el grupo de manifestantes que
apareció en medio de la misa aprovechó muy bien la cobertura mediática
para exigir el pago de sus finiquitos. Los manifestantes anunciaron más
presión, con una posible toma de “La Esperanza”, por una rápida solución
a sus demandas. “No estamos dispuestos a esperar once meses más y que
nos paguen en cuotas”, dijo la esposa de uno de los mineros, Marta
Durán. Otra mujer recordó que la Constitución y las leyes chilenas,
desde la dictadura de Pinochet, favorecen a los empresarios y no a los
trabajadores. Un minero resumió que en San José murieron antes 7
trabajadores, en accidentes completamente invisibles para la prensa
chilena y el gobierno de turno.
Como es clásico
en Chile, la manifestación provocó las iras de Carabineros, el cuerpo
militarizado de policía uniformada que reprime a la etnia mapuche y
cuanta protesta popular surja en el país. El gobierno aseguró que los
policías estaban allí para “protegerlos”. Sin embargo, nada representaba
algún peligro potencial para estos trabajadores, excepto la presencia
policial.
13 de los trabajadores rescatados
visitaron brevemente las carpas vacías en que vivieron sus familiares a
la espera de su traída a la superficie, tras el derrumbe del 5 de
agosto. Y una vez más relataron su experiencia e impresiones a los
periodistas que antes los ignoraban, pero ahora acosan permanentemente
sus vidas. Entretanto, la compañía pidió la quiebra para sacar ventajas
técnicas en un proceso judicial, que debe dirimir entre arrendar sus
activos a otra empresa de mayor solvencia financiera o simplemente
aprobar la petición de quiebra, que trae consigo una suerte de “sálvese
quien pueda” para trabajadores y acreedores. Los altos precios del cobre
en el mercado mundial podrían solventar la reapertura de la mina bajo
nuevas condiciones de seguridad y todavía con ganancias razonables para
la explotación.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/10/manifestacion-minera-en-san-jose-pinera.html
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