(APe).- Hay mundos contrapuestos. Realidades que deambulan por vías
paralelas que jamás podrán encontrarse. Discursos ajenos y distantes a
miles de kilómetros de los días aciagos de millones de hombres y mujeres
que no encuentran un atisbo de luz en sus horizontes sistemáticamente
truncados.
"Esto arrancó con una discusión a comienzos de 2010 y
hoy, a nueve meses, ya se pagaron 5.000 millones de dólares de deuda con
el fondo constituido (especialmente) con reservas, y tenemos más de
51.200 millones de dólares (de reservas) en el Banco Central: es decir,
estas son bastante más que las 47.500 millones que teníamos a comienzos
del año". Un exultante Amado Boudou hablaba de las riquezas ahorradas en
un país en que 25 pibes se nos siguen escurriendo de las manos cada
día. Con esas palabras ajenas al barro cotidiano de millones de
argentinos el ministro explicaba que “es una decisión del gobierno”
cumplir con los acreedores externos y “planteamos para el 2011 el mismo
mecanismo" dispuesto por el Poder Ejecutivo para 2010. O, de otro modo,
bajar la persiana como ayer y mañana a la utopía de decir un basta
definitivo a las bancas del sometimiento.
Los números, lejanos y
fríos, se conducen sin saber de dolores y carencias. Y una vez más los
anuncios presupuestarios para 2011 vuelven a predecir un paisaje árido
para los excluidos de la tierra. “Al presupuesto hay que pensarlo en el
sentido integral. Y este proyecto, que prevé el pago de deuda por más de
8500 millones de dólares, muestra que la principal orientación del
gasto de la Argentina para el año que viene es pagarle a los acreedores
externos”, analizó el economista Julio Gambina.
El proyecto de
presupuesto destina 151.000 millones de pesos al endeudamiento público;
para amortizar la deuda, 112 mil millones y para pagar intereses 36 mil
millones. Y compara: en este año se invirtieron en Salud, 6445 millones
de pesos y en Educación, 17.537 millones.
¿Qué diría Carmen
Palomo, la muchacha cuya entera vida cesó a los 20 años, en el hospital
Juan Domingo Perón, de Tartagal, asaltada de pura prepotencia por la
desnutrición, la deshidratación, las malas condiciones de higiene según
las crónicas escasas y sin adjetivos de los diarios del lugar? ¿Qué
diría, si después de todo, seguramente la chica no podía contar más que
con los palotes de una escuela que no le conoció ni la mirada ni el
martirio de sus días?
Carmen Palomo sólo supo de la deuda
interna. Tan genocida como la otra. Pergeñada para someter y expulsar.
Considerada legítima por cada uno de los gobiernos por pura complicidad,
cobardía o convicción. Decisiones que el gran Rodolfo Walsh hubiera
caracterizado como “raro fruto de la fría deliberación y la cruda
inepcia”.
Boudou no sabe siquiera de la corta existencia de
Carmen Palomo. Y asegura, a contramano de la vida ausente de dignidades
de la chica de piel oscura como su tierra, que “no hubo nunca en la
historia argentina siete años de crecimiento continuo, con creación de
nuevos puestos de trabajo, con récord en acumulación de reservas”. No
hubo reservas para Carmen y menos aún crecimiento. Porque después de
todo, ese crecimiento fue para otros, pocos, distintos de Carmen en
presente y en destino.
No lo hubo tampoco para el pequeño wichi
Castellanos que a los dos años se fue sin que hubiera Aya Marcay Quilla
que lo trajera de nuevo a los brazos de su pueblo. Ni para el chiquito
santafesino de tres años que no alcanzó a llegar al Hospital Mira y
López porque su vidita corta se quedó en el camino con la estridente
sirena de la ambulancia como único arroró para su adiós.
Ninguno
de los tres fueron parte de ese modelo de país con el que soñó y sueña
Aimé Boudou, un golden boy de los años en que se prometía el derrame,
las migajas para los desterrados y ni eso, siquiera, les llegó.
En
2011 se volverán a pagar más millones a los acreedores que a los
eternos desesperanzados de esta geografía fatalmente asolada. Se pagarán
apenas un manojo de dólares más de lo que hacia 1975 era el total de la
deuda externa tanto pública como privada. Una deuda que la democracia
siguió sistemáticamente coronada como legítima durante los últimos 27
años.
Ya lo definió hace tiempo Eduardo Galeano. Deuda externa:
dícese del compromiso que cada latinoamericano contrae al nacer, por la
módica suma de 2000 dólares, para financiar el garrote con el que será
golpeado.
Fuente, vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4532:deudas&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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