En efecto,
en octubre del año 2004 la Universidad ARCIS organizó el Foro Panel:
Segundo Centenario: ¿Qué República? en el cual participaron el sociólogo
Felipe Portales y el autor de estas líneas. En dicha ocasión expuse la
idea de que Chile arrastra desde su conformación como sociedad
emancipada del Imperio Español, un conjunto de problemas sociales,
económicos, políticos y culturales de larga duración que dada su
importancia y profundidad se han transformado en megaproblemas, sin
haber logrado aun una adecuada resolución a lo largo de estos 200 años.
Transcurridos seis años de aquella oportunidad, la relevancia de esos
problemas históricos hoy en día se manifiestan con toda su intensidad y
conflictividad social y política. Lo que no impide, por cierto, la
celebración ni tiende a opacar la conmemoración oficial como ciudadana
del Segundo Centenario.
En este artículo voy a
exponer sucintamente los cuatro problemas destacados en el Foro, pues
como he dicho siguen siendo problemas sin una adecuada resolución y que
requieren de parte de la sociedad chilena y de su gente una pronta
solución. O, por lo menos, que sirvan para la reflexión. Aunque esto
último no deja de ser una volátil ilusión. Veamos entonces cuales son
esos problemas:
A.- Pobreza y Desigualdad
En
materia social, el principal problema que afecta a la República de
Chile desde su constitución en el siglo XIX es la combinación entre
desigualdad social y pobreza. Tengamos presente que para el Primer
Centenario (1910) Chile era una de las sociedades latinoamericanas más
desiguales y pobres de la región. Aproximadamente el 70% de los
ciudadanos nacionales vivían en condiciones de pobreza o en extrema
pobreza. Si bien, actualmente, las condiciones materiales no son las
mismas de aquellos años, la pobreza no ha dejado de ser un problema
social y político. Basta recordar las recientes estadísticas sobre el
particular. De acuerdo a los últimos datos oficiales proporcionados por
el gobierno señalan que en la actualidad la pobreza afecta a un 15,1% de
la población nacional. Aunque otros estudios no oficiales y
alternativos elevan dicho porcentaje sobre el 50%. Lo cierto es que
desde una perspectiva de larga duración, la pobreza entendida como
carencia de medios materiales: vivienda, alimentación, vestuario,
educación, salud, salarios, etcétera para una adecuada y digna
existencia humana ha afectado a porcentajes importantes de ciudadanos
nacionales. Obviamente, la pobreza es dinámica y debe ser analizada en
relación a los contextos históricos en que se desarrolla: la pobreza
decimonónica, no es igual que la pobreza de la modernización industrial
sustitutiva como esta, tampoco, es igual a la pobreza de la
modernización neoliberal actual. Pero, a pesar de todo, los pobres, como
dice Serrat, “siguen y siguen llegando”.
La
pobreza ha sido acompañada en la sociedad chilena a lo largo de estos
200 años de vida independiente por la desigualdad. Chile siempre ha sido
una sociedad desigual desde el momento mismo de constituirse como tal.
La violenta conquista española en el siglo XVI sobre los pueblos
originarios que ocupaban en el actual territorio nacional dio lugar a la
conformación de una sociedad ordenada en la desigualdad política,
económica, social y cultural que se ha mantenido hasta el día de hoy.
Por esa misma condición la sociedad chilena ha sido una sociedad en
permanente conflicto. En donde la violencia ha sido el mecanismo
habitual para resolver múltiples conflictos que provoca la permanente y
persistente desigualdad.
Actualmente, la
desigualdad es uno de los problemas ampliamente reconocidos por los
diversos actores sociales y políticos. No obstante, poco o nada se hace
para hacerla desaparecer o disminuirla. Todo lo contrario tal como lo ha
demostrado el economista Hugo Fazio, en la sociedad chilena puede
modificarse la estructura de la propiedad pero no el mapa de extrema
riqueza. Para provocar un efecto directo en dicho mapa, habría que
terminar con la fuente principal de la desigualdad que no es otra que la
alta concentración patrimonial y de la riqueza en poco más del 10% de
la población nacional. Cabe señalar que desde la época colonial la
sociedad chilena la riqueza ha sido atesorada por una pequeña y poderosa
elite que no supera dicho porcentaje. Actualmente, menos 10 grupos
económicos son los verdaderos dueños de Chile. La alta concentración de
la riqueza implica una profunda desigualdad económica y social.
Situación que ha visto profundamente agravada por el modelo económico
neoliberal instalado por la dictadura militar (1973-1990) y
desarrollado, ampliado y profundizado por los Gobiernos de la
Concertación Partidos por la Democracia (1990-2010).
La
desigualdad neoliberal se expresa de múltiples formas, por esa razón,
la sociedad chilena de acuerdo al índice Gini, el indicador más aceptado
a nivel mundial, para medir dicho problema, indica que Chile posee un
Gini de 0.5649, solo comparable con algunas tristes realidades como
Nigeria y Bangladesh. Para contextualizar un poco, África al sur del
Sahara tiene Gini 0.4695, América Latina y Caribe 0.4931, Asia Oriental y
el Pacífico 0.3809, Asia del Sur 0.3188, Europa del Este 0.2894, Medio
Oriente y África del Norte 0.3803, los países industrializados o en vías
de desarrollo con altos ingresos 0.3375. Vale decir, Chile posee una de
las peores distribuciones del mundo. Un mega-problema que no tiene
actualmente atisbos de solución. Seguirá pendiente.
B.- Modelo de Desarrollo Económico
En
materia económica, la sociedad chilena, no ha logrado dar con el modelo
económico que le permita desarrollarse en manera sustentable y
equitativa en el tiempo. A grosso modo, tres han sido los modelos de
desarrollo económicos implementados en el país a lo largo de estos dos
siglos de vida independiente, a saber: en el siglo XIX, el modelo
primario exportador (crecimiento hacia fuera, como lo denominara Aníbal
Pinto); en el siglo XX, 1930-1975, la industrialización sustitutiva de
importaciones, ISI, (crecimiento hacia adentro); y desde 1975 hasta el
día de hoy, el modelo económico neoliberal (crecimiento hacia fuera,
nuevamente). Los tres modelos han sido concebidos con la expectativa de
lograr que la sociedad chilena alcance su desarrollo económico y como es
sabido, ninguno ha logrado dicha meta. Sus éxitos han sido relativos y
coyunturales. En cierta forma los tres han fracasado. Por esa razón, el
desarrollo económico sigue siendo una problemática pendiente.
C. La discriminación Racial y Social con los pueblos originarios
En
materia cultural, Chile mantiene serios y profundos problemas. Tal vez,
el más importante y relevante de todos sea la marcada tendencia entre
las y los chilenos a negar la diversidad cultural y étnica, sobre la
cual se constituye la sociedad nacional. La profunda internalización
cultural y social en la población nacional de la tradicional tesis
levantada por las élites dirigentes a cargo de la construcción de la
República durante el siglo XIX, de que “Chile es un país de blancos...y
donde lo indígena es sólo reconocible al ojo del experto”, tiende a
negar la existencia cultural de los pueblos originarios. Todo indica que
las y los chilenos independientemente de sus condiciones
socioculturales son reacios a aceptar la diversidad cultural. La
segregación, la exclusión y la discriminación han sido las formas
históricas practicadas en la sociedad nacional al momento de enfrentar
la diversidad y la pluralidad cultural. El actual conflicto mapuche deja
manifiesto en toda su intensidad este profundo e histórico problema.
D.- La Eterna Construcción de la Democracia
En
materia política, el principal problema no resuelto desde el siglo XIX,
que por su carácter, importancia y duración constituye un mega-problema
o una mega-tendencia histórica es la errática construcción de un
régimen político democrático o una clara república democrática. Hacer la
historia de ella es hacer, también, la historia del autoritarismo
nacional. En efecto, en el Chile actual como en el Chile del Centenario
la democracia es todavía una cuestión pendiente; parafraseando, al
economista Aníbal Pinto, podríamos decir que: Chile constituye “un caso
de democracia frustrada”. Por esa razón, he sostenido en diversos
trabajos que la democracia, no sólo como régimen político, sino,
también, como sociedad democrática o estado democrático es, actualmente,
un tema pendiente, una cuestión política no resuelta.
Estos
son los cuatro mega-problemas que tiene la sociedad chilena.
Constituyen, en mi opinión, la carta de navegación que las y los
ciudadanos nacionales deberemos asumir y darle solución en los próximos
años. Ellos deben constituir la plataforma del proyecto histórico
político alternativo no sólo al gobierno de la derecha neoliberal, del
fallido proyecto concertacionista sino de lo que ha sido la sociedad
chilena durante estos 200 años, una sociedad profundamente: desigual,
racista y antidemocrática. Para tal efecto, debemos refundar una
república democrática radical.
Fuente, vìa:
http://www.argenpress.info/2010/09/proposito-del-bicentenario-chile-una.html
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