martes, 28 de septiembre de 2010

Mundo, Gitanos: Alemania también deporta Francisco Olaso

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b1/Bundesarchiv_Bild_183-R02017,_Sinti_und_Roma-Frauen_mit_unbekleidetem_Kind.jpg/278px-Bundesarchiv_Bild_183-R02017,_Sinti_und_Roma-Frauen_mit_unbekleidetem_Kind.jpgBERLIN, 30 de septiembre (apro).- La política de deportación masiva de gitanos que se lleva a cabo en Francia ha arrojado una inesperada luz sobre planes equiparables en la vecina Alemania: unos 8 mil 500 gitanos kosovares podrían verse obligados a dejar contra su voluntad el país en los próximos cuatro años.
Se trata de personas que llegaron a Alemania huyendo de la Guerra de los Balcanes. Ni ellos ni sus hijos, muchos de ellos nacidos en suelo alemán, disponen de un permiso de residencia. Un acuerdo firmado en abril pasado entre Alemania y Kosovo impulsa la deportación anual de 2 mil 500 gitanos.
El citado acuerdo había pasado más o menos desapercibido para la prensa alemana. Curiosamente, fue el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien puso el tema sobre el candelero.  Durante la última cumbre de la Unión Europea (UE) en Bruselas, Sarkozy fue duramente interpelado por el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, quien anunció la apertura de un procedimiento de infracción contra Francia, debido a su presunta violación de las leyes antidiscriminación y de libertad de movimiento.
La vicepresidenta de la CE, Viviane Reding, comparó las deportaciones francesas con las del nacionalsocialismo. En un intento por aplacar las críticas, Sarkozy dijo que también Alemania planeaba “la evacuación de sus campamentos gitanos”. Así se lo había dicho –aseguró frente a la prensa– la  propia Angela Merkel.
El comentario generó un duro desmentido de parte de la canciller germana. En Alemania no existen “campamentos gitanos”, hizo saber su vocero. Y negó que Merkel hubiera hablado con Sarcozy sobre ese tema.
Una semana más tarde --el domingo 19-- ambos mandatarios intercambiaron palmadas y sonrisas durante la Cumbre sobre la pobreza que la Organización de Naciones Unidas (ONU) realizó en Nueva York. El Palacio del Elíseo pretendió zanjar el desencuentro previo, sosteniendo, a través de un comunicado, que ambos mandatarios se habían mostrado “sorprendidos” por la “polémica cobertura periodística” del hecho.
En tanto, los periódicos franceses y también los alemanes habían desempolvado el acuerdo entre Alemania y la República de Kosovo, estado escindido de Serbia, reconocido por 71 de los 192 países miembros de la ONU, entre los que no se cuenta México.
El acuerdo prevé que Kosovo reciba a toda persona que haya tenido allí su residencia. Facilita así las condiciones para la expulsión de los gitanos kosovares. “Alemania no planea ninguna deportación masiva”, se excusó el ministro del Interior, Thomas de Mazière. Más bien se trata de una “repatriación gradual”, sotuvo el político democristiano.
Un estudio del ministerio a su cargo consigna que la situación de los gitanos en Kosovo ha mejorado. Se menciona además la puesta en práctica de programas de reintegración financiados por Alemania. A diferencia de Francia, que le paga a cada deportado adulto 400 euros y 100 euros a cada niño, Alemania ofrece a cada deportado adulto 750 euros más el pasaje.

Deportados

Tanto la Unicef, como organizaciones de derechos humanos, critican la decisión del gobierno germano. La deportación incluiría a miles de niños y jóvenes, nacidos y crecidos en Alemania, a los que Kosovo no ofrece la menor perspectiva de futuro.
De acuerdo con un estudio publicado por Unicef en julio de 2010, sus posibilidades de integración social y acceso a la educación y la salud son mínimas. La deportación multiplica el abandono escolar. Tres de cada cuatro niños gitanos, que en Alemania iban a la escuela, en Kosovo han dejado de hacerlo. La mayoría de ellos no habla ni serbio ni albano. Las escuelas privadas que dan clase en alemán son para ellos inaccesibles.
“Es un experimento: es como enviar a cualquier chico alemán a Corea del Norte, país del que sólo ha visto un par de fotos”, dice a Apro Hamze Bytyci, dirigente de Amaro Drom, asociación civil que lleva a cabo programas socioculturales con jóvenes gitanos en Berlín.
Bytyci, nacido en 1982 en Kosovo, estuvo allí a fines de marzo: “Estos niños nacieron en Alemania, no conocen la cultura ni la lengua de Kosovo. Los deportados no tienen ninguna perspectiva de vida, ni de trabajo, ni de salud, ni humana. La situación es catastrófica.”
La seguridad tampoco está garantizada para los gitanos en Kosovo. A los prejucios históricos, se suma un rencor más reciente, debido al apoyo que algunas organizaciones de gitanos kosovares le brindaron al entonces presidente serbio Slobodan Milosevic. “Los deportados no van a ser asesinados por los albanos”, sostiene Bytyci. “Pero saben que no son bienvenidos en la patria; es decir, no tienen ninguna patria; su casa, en el mejor de los casos, fue quemada. Reciben amenazas. Se les dice: ‘Traidores: ¿por qué se largaron?’”.
Se calcula que el 70% de los deportados deja Kosovo tras un corto periodo de tiempo. “En general se les prohibe el regreso a Alemania en los siguientes cinco años”, explica Bytyci. “En caso de regresar, tienen que pagar unos 5 mil euros de multa, por los costos del vuelo y de la expulsión. Algunos regresan de manera ilegal. Viven como clandestinos. Sueñan con encontrar a alguien de otro país europeo con quien casarse para conseguir los papeles.”

Historia

Los gitanos que viven en Alemania se denominan a si mismos sinti y roma (romaníes). Rechazan el término Zigeuner, con el que suele llamárselos, por considerarlo discriminatorio. Los sinti llegaron hace aproximadamente 600 años, como parte de una corriente migratoria que los trajo de la India y los dispersó por toda Europa. Los roma llegaron a partir del siglo XIX, también de la India. Según datos del Ministerio del Interior, unos 70 mil sinti y roma tienen ciudadanía alemana. Viven, mayoritariamente, en las grandes ciudades. Se estima que el número total de gitanos que viven en Alemania es de 300 mil personas.
Los sinti fueron perseguidos y expulsados desde su llegada. Se les prohibió ejercer oficios. Unos 500 mil sinti y roma fueron deportados y asesinados en campos de exterminio nazis. La investigación histórica de este genocidio comenzó recién en la década de 1980. Los gitanos son la minoría etnica más numerosa en Europa. Alemania les reconoció dicho estatus en 1998.
En la segunda mitad del siglo XX llegaron a Alemania otros gitanos con carácter de refugiados, expulsados y migrantes económicos. La Unicef calcula en 50 mil el número de oriundos de la antigua Yogoslavia. Muchos de ellos no tienen permiso de residencia, o disponen de uno limitado, y también pesa sobre ellos el peligro de la deportación.
En los últimos tres años, desde el ingreso en 2007 de Rumania y Bulgaria a la UE, un número no precisado de gitanos de estos países llegó a Alemania. Estos nuevos inmigrantes pretendían encontrar aquí mejores condiciones de vida, o al menos un trabajo temporario. Su situación no se presenta favorable.
“Los gitanos que comenzaron a llegar de los Balcanes hace 20 años tenían el estatus de ‘tolerados’ (un permiso de residencia precario), solicitaron asilo político, podían acceder a un hogar de refugiados, con suerte a algún departamento, a obtener ayuda social”, señala Bytyci. “Los recién llegados de Rumania y Bulgaria, no. Son ciudadanos de UE. No tienen derecho a prestaciones sociales.”
Los gitanos recién llegados son mucho más visibles que los establecidos. Es común verlos en los semáforos, limpiando los parabrisas de los autos, una postal hasta entonces desconocida en Alemania. Otros tocan el acordeón en el Metro. O recorren en grupo algunos barrios, acordeón y pandereta en mano, en una especie de concierto itinerante, a la espera de una pequeña ayuda de quienes se asoman a las ventanas.

El prejuicio

En su carácter de ciudadanos europeos, estos gitanos búlgaros y rumanos no deberían ser deportados. Sarkozy se valió de una resolución transitoria de la UE, vigente hasta 2013, por la cual los recién llegados disponen de tres meses para obtener permiso de residencia. Para ello deben conseguir un trabajo fijo. El círculo vicioso es conocido. Para conseguir trabajo hace falta empadronarse legalmente. Para empadronarse hay que tener residencia fija. Para acceder a un alquiler hay que tener trabajo.
La situación habitacional de estos gitanos en Alemania es precaria. “Hay empresas alemanas que se especializan en alquilarles departamentos en mal estado a precios muy elevados: en el departamento duermen luego 20 personas o más, lo que tarde o temprano causa rispideces con los vecinos del edificio”, dice Bosiljka Schedlich, nacida en la antigua Yugoslavia, a cargo de la Asociación de Cultura del Sudeste de Europa, según publicó el Die Zeit, el pasado 17 de septiembre. “Muchos de ellos provienen de regiones rurales y tienen un nivel de formación bajo”, sostiene Schedlich.
En Alemania no hay campamentos del tipo de los que había en Francia, simplemente porque las comunas alemanas erradican la posibilidad al menor intento. En Frankfurt, a comienzos de este año, un grupo de gitanos del este europeo, sin dinero para afrontar alquileres, intentó construir unas chabolas en una plaza junto a las puertas de la ciudad. Fueron evacuados. Igual destino corrió un grupo que acampó un par de noches del verano de 2009 en un parque berlinés. En mayo, la policía de Potsdam obligó a despejar un sitio donde dos familias gitanas habían estacionado sus caravanas.
El prejuicio principal que afrontan los gitanos es que se los asocie con la pequeña criminalidad. De acuerdo con una encuesta de Eurobarometer de 2008, uno de cada cuatro alemanes se sentiría incómodo en el caso de tener como vecino a un gitano. También pesa sobre ellos la imagen de andar por los campos en caravanas. En realidad, la inmensa mayoría de ellos vive de manera sedentaria desde hace décadas. Un estudio reciente de la Universidad de Graz, Austria, estima que la población nómada entre ellos alcanza el 5 por ciento.
“Yo no me siento discriminado”, sostiene Bytyci. “Creo que hecho de la necesidad una virtud. Uno no elige el nombre o la nacionalidad o la religión. Tiene que arreglarse con eso a lo largo de la vida. Estoy orgulloso de ser lo que soy. No le digo a mi hijo ‘No digas que eres gitano: di mejor que eres turco, albano, bosnio o yugoslavo’. A pesar de que cuando dices que eres gitano hay problemas desde un comienzo.”

Experimentos

El investigador Gregor Grienig, del  Instituto Berlín para la Población y el Desarrollo, analiza los inconvenientes que sufre la integración de los gitanos en Alemania ya desde el sistema educativo.
De acuerdo con su estudio, los niños gitanos tienden más que otros a interrumpir la escolaridad. Una de las causas es que el sistema educativo alemán no equilibra con éxito los diferentes trasfondos culturales de los niños. Los de familias gitanas se confrontan además con prejuicios negativos. Algunos padres gitanos temen que la escuela alemana haga que sus hijos pierdan la cultura de origen. Como en toda Europa, en Alemania muchos niños gitanos son enviados a centros de educación especial, junto con niños con diferentes discapacidades.
El comienzo de la expulsión drástica de gitanos a nivel europeo fue impulsado en 2008 por el presidente italiano Silvio Berlusconi. Además de las recientes expulsiones en Francia, también Dinamarca ha deportado este verano a 23 gitanos, después de una serie de asaltos en Copenague.
En 2009, Alemania expulsó a 76 gitanos kosovares. En los primeros seis meses de este año, les siguieron otros 102, la mitad de ellos niños. El gobierno de Angela Merkel planea llegar a un número de 8 mil 500 hasta 2013. Previsiblemente, algunos estados alemanes gobernados por los socialdemócratas han dicho que se opondrán a la deportación masiva.
“Si los jóvenes y niños son deportados, sólo nos queda denunciarlo y realizar campañas”, sostiene Bytyci. “Nosotros somos alemanes. No somos extranjeros. Tampoco somos refugiados. Veinte años más tarde, se señala con el dedo a esos gitanos que no pudieron conseguir papeles para decir: ‘Esos destruyen nuestro mundo’. La minoría se repliega hacia la minoría. El gobierno mira y no hace nada.”
La responsabilidad histórica que Alemania asume frente al holocausto judío, que impide a la inmensa mayoría de sus dirigentes la crítica abierta a la ocupación israelí de los territorios palestinos, no se expresa del mismo modo en este caso. “Nosotros no queremos un estado propio”, sostiene Bytyci. “Queremos vivir en paz. No importa dónde. Que nos den una seguridad de un futuro humano. Que no hagan más experimentos con nosotros. De eso ya tuvimos demasiado.”
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/83762

No hay comentarios:

Publicar un comentario