domingo, 19 de septiembre de 2010

Mèxico : Niñas mexicanas, en redes de prostitución. La promesa de una mejor vida en Estados Unidos las guía a una pesadilla de esclavitud sexual.

MÉXICO, D.F.- A lo largo de México, las niñas sueñan con escapar de sus pueblos pequeños para ir a las grandes ciudades. Sueñan con un buen empleo y una mejor vida en Estados Unidos.
Ése era el caso de "Claudia", nombre asignado para proteger su identidad. Su sueño de una mejor vida rápidamente se transformó en una pesadilla. Esta es la historia que narra Rafael Romo en el sitio mexico.cnn.com.
Cuando tenía 15 conoció en una fiesta a un hombre encantador, quien después se convertiría en su novio.
"Este sujeto me contaba mucho sobre Estados Unidos y me pidió que fuera con él a trabajar a una fábrica de ropa", dijo Claudia.
Claudia eventualmente fue llevada ilegalmente a Estados Unidos y trasladada a la ciudad de Nueva York.
Una vez allá, pronto se dio cuenta de que su novio era parte de una red de prostitución. Y la forzó a prostituirse. Ella dice que le pegaba, la quemaba con cigarrillos prendidos y que mataría a sus padres en México si ella trataba de resistirse o de escapar.
Es la primera vez que Claudia habla sobre su experiencia. Está nerviosa, pero dice que quiere compartir su secreto, un secreto doloroso, asegura, pero que el mundo debe conocer.
La historia de Claudia es una historia de falsas promesas: inmigración ilegal, abuso verbal y físico, drogas, prostitución forzada y un escape riesgoso.
Después de ser obligada a trabajar como prostituta, Claudia menciona que pensó en las formas de escapar.
"Fue una experiencia muy traumática", asegura. "El primer día trabajé muy duro porque tenía que acostarme con 20 hombres en una secuencia rápida".
Por varios meses ella ahorró las propinas, sólo unos pocos dólares cada vez, que escondía en un refrigerador. Discretamente le preguntaba a las mujeres más viejas, que también fueron forzadas a prostituirse, sobre direcciones a la estación de autobuses más cercana y por las calles alrededor del área.
Cuando pensó que tenía lo suficiente para un pasaje, escapó y fue a la estación de autobuses y compró un boleto a una ciudad que no conocía.
Claudia es una mujer libre desde hace varios años, pero ella dice que todavía sufre de pesadillas y que su vida quedó marcada.
Muchas personas asocian la prostitución con mujeres caminando en las calles en áreas oscuras y siendo recogidas por un cliente cualquiera. Pero en el caso de Claudia era una red de prostitución quien la forzaba a trabajar y atender una larga lista de clientes que sabían el precio que tenían que pagar, a quién llamar y a dónde ir.
Es una industria clandestina bien organizada y lucrativa.
Luis C. de Baca monitorea el tráfico humano del Departamento de Estado estadounidense. Él señala que no hay cifras confiables sobre la escala del problema, pero la prostitución forzada de México y Centroamérica es una parte importante de ese problema.
"Ellos saben que sus víctimas no van a recurrir a la policía", menciona C. de Baca. "Saben que sus víctimas están atemorizadas. De hecho, en ocasiones una de las amenazas es entregarlas al servicio de inmigración".
Claudia tenía 15 años cuando fue forzada a ejercer la prostitución, pero hay víctimas más jóvenes, algo que C. de Baca conoció cuando trabajó como fiscal federal del Departamento de Justicia.
"Terminé viendo casos con niñas de 13 años y mujeres en sus 40, y todo entre esas edades", dijo.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que monitorea asuntos de empleo, estándares y protección social, hay cerca de 12.3 millones de víctimas de tráfico humano alrededor del mundo.
La OIT también estima que al menos 1.39 millones de ésas personas son víctimas de esclavitud sexual comercial en sus propios países.
Pero el actual tráfico humano desde México y Centroamérica es una preocupación especial de C. de Baca.
"Tenemos situaciones en Estados Unidos, casos en los que trabajé cuando estaba en el Departamento de Justicia, que involucran a mujeres que tenían que trabajar hasta con 50 clientes al día; sólo un número impactante de lo que de hecho es una cifra diaria de violaciones", dijo C. de Baca.
Varios casos han sido exitosamente penalizados en los estados de Georgia y Nueva York, contra redes de prostitución que operan de la misma manera.
Atraen a mujeres en México con promesas de un buen empleo sólo para ser forzadas a la esclavitud sexual al llegar a Estados Unidos.
En el área de Atlanta, Amador Cortes-Meza, un mexicano de 36 años, fue acusado de participar en una red de prostitución cuyas víctimas eran mujeres y niñas traídas ilegalmente de México.

Algunas tenían 14 años.
Otto Jaime Larios-Perez, de 27 años, que admitió un cargo de falso testimonio, conducía a las víctimas a lugares secretos en el área de Atlanta, forzándolas a atender a varios clientes al día.
Brock Nicholson, agente de Inmigración y Aduanas, dice que todas las víctimas cayeron en la misma trampa.
"Fueron traídas con promesas románticas, con promesas laborales, niñas, de un estado determinado de México, ingresadas ilegalmente, e inmediatamente forzadas a prostituirse", señala Nicholson.
Hace 10 años el Congreso estadounidense pasó una ley que les permite a las víctimas de tráfico humano quedarse en el país si testifican en la corte contra los perpetradores del crimen.
Danielle Conley, una abogada de inmigración que ayuda a las víctimas de tráfico humano, menciona que esta ley, conocida como la Ley de Protección de Víctimas de Tráfico, ayuda tanto a las víctimas como a los fiscales.
Las víctimas reciben una visa para vivir en Estados Unidos y los fiscales obtienen un testimonio poderoso para construir casos sólidos contra los sospechosos de tráfico humano.
"En realidad tienen varios derechos, pero desafortunadamente no es ampliamente conocida entre la comunidad inmigrante como entre los ciudadanos estadounidenses", advierte Conley.
Claudia ahora se ha mudado a una ciudad diferente en Estados Unidos, en donde trata de tener una vida normal.
Todavía teme a la venganza y quiere permanecer anónima. Cuando se le preguntó por qué decidió compartir su dolorosa experiencia, ella hace una pausa y luego responde sin dudar:
"Porque quiero que las autoridades se den cuenta que esto es un problema, uno muy grave", dice. "También, quiero que los padres sepan que a veces debido a su empleo se olvidan de sus hijos, especialmente las niñas, y los abandonan".
SIPSE
18/09/2010 

Fuente, vìa :
http://www.expresionlibre.org/site2/nacional/noti_3032.php

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